La memoria en la urna

peceraLa memoria de pez suele designar la inclinación al olvido y otras tendencias humanas relacionadas con la apatía, la monotonía o la simpleza de comportamiento. La memoria de pez ilustra el comportamiento ciudadano a la hora de ejercer el voto, como demuestran algunos resultados del domingo. Que PP y PSOE sigan acaparando algo más del 50% de los votos emitidos habla de cierta fidelidad de unos millones de votantes y también de la memoria de pez que ejercitan otros tantos millones.

Políticamente hablando la memoria de pez permite trasladar el voto cada X años de uno de estos partidos hacia el otro. Es así como se explica la delirante insistencia de esa parte del electorado en tropezar una vez y otra con la misma piedra. Castigar al PP votando al PSOE y viceversa es el reiterado error que ha llevado a este país a sufrir la corrupción, las políticas antisociales y la servidumbre hacia los mercados durante los últimos treinta años. Se puede afirmar que hay una bolsa de unos cuatro millones de españoles con memoria de pez, de besugos para mayor exactitud.

Lo más estimulante de las elecciones pasadas es que parte del electorado les ha dado la espalda apostando por otras formaciones, exentas de memoria negativa, que nunca han gobernado. No se sabe qué pasará en unos días cuando comiencen a dialogar buscando pactos, pero es seguro que los gestos y políticas alejadas del pueblo, basadas en el ordeno y mando, tienen los días contados. Al menos, de ser estafados o robados, que no sean las mismas manos de siempre una y otra vez votadas sin ilusión, con hastío, vergüenza y desánimo.

Quienes sí disponen de buena memoria son los tiburones del IBEX que utilizan el rojo en las cotizaciones para recordar que votar en contra de sus delfines puede doler a la sociedad. También en Frankfurt y Londres, las capitales reales de España, han sacado a pasear los adjetivos radicales para referirse a lo que no es PP o PSOE y advertir que lo sucedido a Grecia puede suceder aquí. Los mercados tienen memoria de elefante y advierten de los destrozos que pueden ocasionar en cualquier cacharrería.

Pero el radicalismo más atroz, sanguinolento y carpetovetónico ha aparecido en eso que se ha presentado a la alcaldía madrileña y que, a lo Millán-Astray, intenta vencer donde no ha logrado convencer. Esperanza Aguirre, el fósil condal que jamás condenó el franquismo, la exprimidora electoral de las víctimas del terrorismo, la populista musa de la corrupción, agita sus fantasmas. Esta mujer, este peligro para la democracia, se atreve a cuestionar a quienes han competido en las urnas y logrado unos resultados que hacen más deplorables aún los ya de por sí inexplicables apoyos obtenidos por la arpía.

No es senil demencia, que le sobrevino precoz con la democracia, sino la amenaza más que real de una radical de extrema derecha. Rodeada de gentuza de ultraderecha que le ríe la gracia y la alienta, como Fernández Díaz, Margallo o el mismísimo Aznar, a esta decrépita mente se le humedecen los sueños con otra nueva Cruzada. Llevan tanto tiempo repitiendo lo de comunistas y bolivarianos, que han llegado a creérselo ella y los cuatro descerebrados que han salido del armario franquista desde que Aznar ordenó quitarse los complejos.

Conviene no olvidar, conviene ejercitar la memoria para tener muy presente que la deriva emprendida por Aguirre, la banca y la patronal, es la misma letra y la misma música que enlutó a España durante cuarenta años. Canciones parecidas se han interpretado en diversos lugares del mundo a lo largo de la historia cuando las élites han visto amenazados sus privilegios. La condesa recita: Chile, Argentina, Cuba, Venezuela, España… Pinochet, Videla, Batista, Carmona, Franco… peculiar letanía de su santoral particular.

La condesa de Bornos y de Murillo delira porque no soporta tanta democracia. En su memoria, el pez grande siempre se comió al chico. Que el chico se defienda y proteja sus espacios es, para ella, sencillamente insoportable. Causa belli.

Agripina y Kill Bill, candidatas PP

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La nave de Mariano hace aguas por el casco, gravemente dañado tras pasar por la quilla a casi la totalidad de la población española, y también por el puente de mando. El Partido Popular es un rosario de conspiraciones, un collage de cicatrices, un corro de dagas danzando por las espaldas, un brindis de cicuta con ginger ale. El aire huele a derrota y, sin cadáveres aún, los síntomas de la descomposición son la nítida señal que atrae y colora los picos de las gaviotas.

Sin primarias, la democracia digital del PP, el dedo de Mariano, ha proclamado candidatas para la batalla de Madrid. En un ambiente de desafección ciudadana, que afecta e infecta a todos los partidos, Aguirre y Cifuentes han sido nominadas para empapelar paredes y copar tertulias. Fruto de arduas negociaciones entre Mariano y Rajoy, ambas candidatas llegan de la mano del consenso entre Rajoy y Mariano. Aznar satisfecho y Albert Rivera preparada la caña para pescar osos.

Tras el vodevil protagonizado por Ana Botella, Esperanza ha forzado su elección como pepera garantía de que las cosas pueden, y deben, ir a peor para los madrileños. Unanimidad en el partido ante una mujer capaz de conspirar contra sí misma, presentarse como víctima y extraer ganancias de su suicidio calculado. Como Agripina la Menor, no hay patricio que la desconozca, plebeyo que no la tema ni esclavo o liberto a salvo de sus profundas aspiraciones y siniestras conspiraciones.

Su desmedido apetito político es insaciable y, recién nombrada candidata, ha retado al pusilánime César Rajoy a un pulso de poder. Ella quiere ser alcaldesa y presidenta del PP madrileño, dueña del palacio y de las cloacas, del bastón y de la vara de mando, de la victoria y de la derrota también. No quiere cabos sueltos, hilos alejados de sus dedos, cerraduras inmunes a su llavero, porque es una autócrata nacida para emperadora, no para emperatriz. Si vence, será la salvadora; si no, Rajoy habrá perdido y ella esperará su momento para ser presidenta, de su partido y de España.

Y si el pueblo madrileño ha soportado la alcaldía de Botella sin un estallido de vergüenza, Cristina Cifuentes ha demostrado con suficiencia estar preparada para sofocar cualquier estallido. Ella es un cíborg político de humana estampa y alma electrónica, capaz de obedecer cualquier orden con la lógica binaria de una autómata. En el disco duro de su proceder político están fichadas todas las mareas, todas las protestas, un censo completo de desafectos al régimen de sus programadores.

Kill Bill Cifuentes es la venganza del neofranquismo sobre una sociedad que le dio la espalda y se atrevió a pensar por sí misma y a expresar sus ideas en voz alta. Con ella en la delegación del gobierno, Madrid recuperó la época dorada de Fraga como dueño de la calle, las torturas de Billy el Niño y el esplendor de los sótanos de la Dirección General de Seguridad en la Real Casa de Correos de la Puerta del Sol. El tándem Cifuentes/Fernández Díaz es un anacronismo pertinente en esta vuelta al pasado que el Partido Popular ha impulsado en los últimos tres años.

Madrid es hoy la metrópoli decadente de un país decrépito como sus gobernantes. El PP ha puesto sobre el tapete a la reina de oros y a la sota de bastos, Agripinila y Kill Bill, para jugar la última mano en la partida del bipartidismo contra los naipes marcados de Carmona y Gabilondo. el discurso poético de García Montero, la incertidumbre de Podemos, la silla vacía de los tahúres de Ciudadanos y UPyD como mirón de timba. El bienestar y la dignidad de Madrid están en juego y el bipartidismo no da la talla, aunque nunca la dio y ahí estuvo siempre.

Nacionalcatolicismo 2015

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Ave María Purísima, sin pecado concebida. Ya de entrada, tiene narices que la humanidad, excepto una única criatura envuelta en fábula y leyenda, sea producto del pecado. A partir de ahí, el delirio de unos pocos ha construido un relato mitológico que compite con cierto éxito en la olimpiada divina y humana de las cosas inexplicables, en la liga de la fe. Ni que decir tiene que la competición religiosa está adulterada por el doping que las distintas creencias reciben de los estados donde se asientan vía dinero, política y/o armas.

El marketing de los credos, como el de los detergentes o los automóviles, se basa en falsas premisas que los presentan como los que menos consumen, lavan más blanco y los únicos verdaderos. Una fe que vanidosamente se jacta de ser la única verdadera predica con ahínco la enemistad hacia las demás, hacia lo diferente. De ahí que la historia sea un rosario de guerras santas y que la muerte de millones de seres humanos haya acaecido, y sigue ocurriendo hoy, en nombre de los diferentes dioses que reinan en este mundo.

El negocio religioso, a imagen y semejanza del agrícola o el telefónico, busca el monopolio y la exportación como formas de ecuménica expansión. A diferencia de otro tipo de mercados, a ninguna confesión se le pasa por la cabeza crear una UTE, un trust o un holding, ya que las religiones tienen en el absolutismo su fin último. No les importan los resultados a corto o medio plazo, que también, porque todas cuentan, algunas con más de viente siglos de historia, con el aval de una eternidad convertida en promesa, como los vampiros.

Saben que su discurso no se sostiene, que resbala en las neuronas como el agua entre los dedos, y buscan almas que salvar incrustándose en los entresijos culturales y educativos de las sociedades que aspiran a seducir. La iglesia católica se edificó sobre costumbres ancestrales apropiándose de fenómenos naturales, supliendo siembras y cosechas con vírgenes y altares y sustituyendo cabañuelas y témporas por limosnas y oraciones.

La religión vende miedo, sufrimiento, castigo, dolor y obediencia ciega en un catálogo donde la felicidad es un artículo sospechoso y el amor un deseo castrado. Los gobiernos lo saben y, aquellos con aspiraciones también totalitarias, no dudan en concordarse con ella y ofrecerle las aulas públicas para adoctrinar a los pueblos desde la tierna infancia. Es así como iglesia y estado se benefician mutuamente de esa maldita, pero santa, alianza.

El Partido Popular, franquista heredero de ésta y de otras infamias, ha vuelto a instalar púlpitos en las aulas. La iglesia católica, esa que consiente convertir bodas, bautizos y comuniones en hipócritas orgías consumistas, está de enhorabuena. Su reino es de este mundo, sí. Un reino al margen del estado donde no paga impuestos, no declara beneficios, inmatricula propiedades y donde, hasta que cambie el gobierno, les sirven infancia y juventud en bandeja para que curas y monjas hagan con ellas lo que les plazca.

Wert, feliz y dichoso por haber condenado al infierno la razón, excelso cruzado, explica la Biblia en el BOE –24/Feb/2015– al alumnado de la escuela pública. Por su escaso aporte social, ha reducido la Filosofía para dar paso a la divina fantasía y minimizado la Historia para inculcar su economía. La religión católica se impone por decreto ley, no por convicción, en el espacio público derogando la aconfesionalidad del estado, una vez más, usando el nombre de Dios en vano.

Este gobierno ultracatólico no tiene perdón de Dios y su iglesia tampoco. Durante dos días, el Congreso ha sido un foro para pecar al por mayor contra el octavo mandamiento. Allí ha estado Fernández Díaz, cómplice de asesinatos en las costas de Ceuta, con sus pecados perdonados. Allí quienes niegan comida al hambriento, agua al sediento y techo al desahuciado. Allí se han reunido los que a diario hacen a su pueblo comulgar con ruedas de molino. Todos mienten, algunos roban, otros matan, les da igual, in nomine patris, et filii et spiritus sancti.

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La historia de la estafa se repite

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Explorar la historia es un ejercicio imprescindible para comprender un presente totalmente falto de originalidad en su devenir. La historia se puede seguir a través de la literatura y el arte que algunas veces nos sorprenden con estampas o relatos ajenos y lejanos que nos hacen contemplar el presente como un calco del pasado.

El siguiente artículo es una adaptación del fragmento 6 de la “Carta abierta de un escritor a la Junta Militar”, escrita en la Argentina de 1977 por el periodista y escritor Rodolfo Walsh. He cambiado las palabras o frases marcadas en verde para evidenciar que la situación que vive actualmente el sur de Europa no es nueva, sino que obedece a la macabra planificación de los mercados financieros globales con la complicidad de instituciones internacionales y los gobiernos de diferentes países. Se puede leer la carta original, para contrastar, aquí (Fragmento 6 en pág. 7).

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«6. Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que se aplica indistintamente a Grecia o Portugal, a Argentina o Indonesia, la política económica de este gobierno sólo reconoce como beneficiarios a la vieja oligarquía franquista, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de monopolios internacionales encabezados por Volkswagen, ENEL, Telefónica o Repsol, al que están ligados personalmente ministros y militantes de los principales partidos políticos.

Un aumento del 71% en los precios de la luz entre 2003 y 2013 define la magnitud de la restauración oligárquica emprendida por el bipartidismo liberal y neoliberal.

El espectáculo de una Bolsa donde en pocos días es posible para algunos ganar sin trabajar el cien y el doscientos por ciento, donde hay empresas que de la noche a la mañana duplican su capital sin producir más que antes, la rueda loca de la especulación en letras, valores ajustables, la usura simple que ya calcula el interés por hora, son hechos bien curiosos bajo gobiernos que venían a acabar con el “festín de los corruptos”. Desnacionalizando bancos se ponen el ahorro y el crédito nacional en manos de la banca extranjera, indemnizando a las concesionarias de autopistas y a ACS-Castor se premia a empresas que estafan al Estado, devolviendo las bocas de expendio se aumentan las ganancias de BBVA y Santander, rebajando las causas de despido se crean empleos en China y la India y desocupación en España. Frente al conjunto de esos hechos cabe preguntarse quiénes son los apátridas de los comunicados oficiales, dónde están los mercenarios al servicio de intereses foráneos, cuál es la ideología que amenaza al ser nacional.

Si una propaganda abrumadora, reflejo deforme de hechos malvados, no pretendiera que este gobierno busca el bienestar ciudadano, que Fernández Díaz defiende los derechos humanos o que el Ministerio de Sanidad ama la vida, aún cabría pedir al señor Rajoy que meditara sobre el abismo al que conduce al país tras la ilusión de ganar unas elecciones que, aun si encarcelara al último manifestante no haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de seis años mueven la protesta del pueblo español no estarán desaparecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas.

Éstas son las reflexiones que en el tercer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de este gobierno, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles.»

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Rodolfo Walsh envió por correo la carta, fechada el 24 de marzo de 1977, a las redacciones de los diarios locales y a corresponsales de diarios extranjeros. El 25 de marzo de 1977 Walsh fue secuestrado por un “Grupo de Tareas” y desde entonces permanece desaparecido. La carta no fue publicada por ningún medio local, pero poco a poco se difundió en el extranjero. A partir de la reedición realizada en 1984, Editorial De la Flor la incluyó como Apéndice en todas las reimpresiones de “Operación Masacre”. (N. del E.).

Mariano Vidriera Rajoy

transparencia

Ignoro qué tipo de pócima, qué mágico bebedizo, le han hecho tomar secretamente al presidente de mi país para que, como sucedió al Licenciado Vidriera de Cervantes, se vea él todo transparente. Sospecho que la redoma ha pasado de boca en boca por todos y cada uno de los miembros del gobierno y de la plana mayor del Partido Popular. Su pretendida lucha contra la opacidad y la corrupción me hacen sospechar que el seso ha huido de sus cabezas, que ha desertado la razón de esa banda dándola por imposible.

Pocos días ha necesitado el gobierno Rajoy para pintar de negro los pocos cristales diáfanos que aún quedaban en su España de miedo y oscuridad. Mariano Vidriera insiste en que una capa de negro es el remedio para que la luz entre a raudales en las tinieblas institucionales donde sólo él y los suyos se desenvuelven como vampiros en noche cerrada. Creo que no soy la única persona que percibe cierta insania o perversidad en la conducta del presidente, su gobierno y su partido.

Cospedal, Santamaría, Floriano y todas las voces autorizadas por Génova y Moncloa espetan a la ciudadanía que son paladines de la transparencia y campeones anticorrupción. Se sienten Vidrieras y son percibidos por la calle como los falaces charlatanes que son. Los Vidrieras han rechazado que se investigue en el Parlamento el pufo de Bankia, cuyo rescate se ha llevado por delante la sanidad y la educación, y los casos de corrupción porque “no es el momento”. Para ellos, es el momento de la opacidad, de la oscuridad, de la mentira, de volcar la responsabilidad en Zapatero, de la impunidad.

Mariano Vidriera ha conseguido correr una segunda cortina tupida sobre la inmundicia corrupta que se mueve en su partido evacuando de la Gürtel al juez Ruz. La primera cortina la corrieron apartando al juez Garzón del caso por unas ilegales escuchas telefónicas que ahora legalizan, como si de la dictadura china se tratara, sin permiso del juez. Vidriera el transparente, el de los discos duros borrados y los registros de entrada perdidos, no debe seguir al frente de un gobierno con el que tapa las miserias, y los delitos, de su partido y –quién sabe– de sí mismo.

La visita a China le ha servido también a Vidriera Rajoy para aplicar en España los dictatoriales métodos de control informativo y dificultar, mediante la Ley de la Propiedad Intelectual, el acceso de los españoles a la prensa en internet. Portales de agregadores de noticias (Google o Menéame) son víctimas de la LPI, al igual que las libertades de prensa, de empresa, de competencia o la innovación, como acertadamente expone Arsenio Escolar.

El presidente Vidriera, consciente de que sus medidas no son en absoluto populistas (DRAE: “perteneciente o relativo al pueblo”), siente miedo ante su destino electoral y lo combate con pánico, con la Ley Mordaza. Tras el Día de los Derechos Humanos, el católico Fernández Díaz ha aprobado una inhumana ley para castigar la defensa de los derechos cívicos. Desde hoy, en España, se ha perdido lo más transparente de una democracia: la libertad de pensamiento y expresión.

El aparatoso Portal de la Transparencia, inaugurado con confetis verbales y mediática parafernalia, nace tarde y tullido. El portal se queda en anécdota comparado con la transparencia ofrecida por Wikileaks y Edward Snowden y perseguida por la derecha mundial. En un ejercicio de suma transparencia, Mariano Vidriera se ha atrevido a anunciar a los parados, a los desahuciados, a los dependientes, a los mal asalariados que la crisis, su crisis, ha terminado.