Permitan que lo dude, mis razones tengo. Todo empezó cuando los españoles pensaron que se acabó. Lo llaman transición, palabra cuyo significado no explica con exactitud qué fue ni cuánto duró aquel periodo, pero sin duda constituyó todo un éxito de la mercadotecnia política. El término sugirió y asentó la idea de que se había pasado de un estado, dictadura, a otro distinto, democracia, de forma rápida, repentina, mágica. Permitan que lo dude si la misma persona que firmó una condena a muerte como miembro del gobierno de la dictadura hizo lo mismo poco después con la Constitución.
Permitan que dude de la magia, del espíritu, de la transición de Fraga que operó de forma similar en jueces, policías, guardias civiles, militares, profesorado, empresarios, clero, periodistas y políticos franquistas (Aznar sigue siendo lo que era). En 1977, el ministro–secretario general del Movimiento, a la sazón presidente de la democracia, amnistió a todos los criminales franquistas equiparando en la Ley de Amnistía a quienes sufrieron represión por luchar contra la dictadura con aquellos que dieron el golpe de Estado y desataron tal represión. La vil equiparación de víctimas y verdugos sigue vigente hoy, con la agravante del falseamiento de la Historia que llevan a cabo los herederos de Fraga.
Permitan que dude de tan súbita transición, ocurrida con la música de fondo de los sables advirtiendo a los políticos y pidiendo la ratificación de la corona como heredera del deseo del dictador. En 1978, 15.706.078 españoles y españolas, temiendo a los fusiles, legitimaron la transición con sus votos afirmativos en referéndum y tres años más tarde beatificaron a la corona y elevaron al rey a los altares de la Democracia tras la impecable puesta en escena del golpe de Armada (in-dul-ta-do) y Tejero. Fue un ejemplo de la doctrina del shock: en estado de conmoción y confusión, el pueblo admite lo que le echen.
Permitan que lo dude cuando a la Democracia le han saltado las costuras dejando al descubierto infames lorzas dictatoriales. El bipartidismo ha reproducido hechos, muchos y variados, que hacen dudar de la calidad democrática del país: actuaciones judiciales no ajustadas a derecho, impunidad selectiva, prácticas delictivas de las fuerzas de seguridad del estado, corrupción sistémica, represión de las libertades de pensamiento y opinión, censura o persecución de colectivos desfavorecidos.
Permitan que dude de las urnas cuando los medios de comunicación manipulan la información para crear una opinión pública favorable a partidos que representan y defienden los intereses de sus consejos de administración. La existencia de una prensa libre e independiente que informe sobre los acontecimientos es condición sine qua non para una Democracia plena. La mayor parte de los medios no ocultan su militancia política con continuos ejemplos de profesionales que mienten y se alían con fuerzas de la corrupción política, policial y judicial para pervertir la neutralidad. ¿Verdad, Ferreras?
Permitan que dude de la Democracia de un Estado cuya jefatura no es elegible por el pueblo y cuyos delitos son eximidos por un vergonzoso artículo 56.3 de la Constitución: «La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad”. El Jefe del Estado puede delinquir, con impunidad, al margen de una Ley presuntamente igual para toda la ciudadanía. Ya lo hizo, siguiendo la centenaria tradición de la casa Borbón. Por menos de esto que escrito queda hay gente en la cárcel o en el exilio en esta democracia “plena”.