Recientes descubrimientos arqueológicos apuntan a que las pirámides fueron construidas por trabajadores contratados cuando las crecidas del Nilo impedían trabajar en el campo. Casi 10.000 trabajadores recibían a diario 21 vacas y 23 ovejas para alimentarse. Ramsés III (1198–1166 a.C.) afrontó la primera huelga de la historia debido al retraso de las raciones retenidas por el gobernador de Tebas, según un papiro conservado en el Museo Egipcio de Turín. Un escriba supervisaba el trabajo y anotaba, entre otras cosas, las ausencias de trabajadores y sus causas, considerando “justificadas” las motivadas por embalsamar a un ser querido, picadura de escorpión, fabricar cerveza para celebraciones o embriaguez.
En la antigua Grecia, la esclavitud fue esencial para el desarrollo económico y social, siendo considerada un fenómeno natural y necesario que apenas se cuestionaba. Sólo en debates aislados, socráticos y estoicos la cuestionaron y condenaron. Surge así el concepto de esclavo–mercancía, frente a “dependientes” como los penestes (*), los ilotas o los clarotas, cuyo estatus se aproximaba al de la servidumbre medieval. El esclavo–mercancía estaba privado de libertad y sujeto a la voluntad del amo que podía comprarlo, venderlo o alquilarlo, como un bien. La idea es importada por Roma.
En la Edad Media la esclavitud fue sustituida por la servidumbre gradualmente desde el año 300 hasta el 1000. Las invasiones bárbaras tras el Imperio Romano hicieron de la toma de esclavos algo habitual en Europa. Esas prácticas continuaron y las leyes germánicas llegaron a desarrollar disposiciones sobre la esclavitud, incluyendo como tal la de quienes no podían pagar sanciones impuestas por delitos o eran condenados a ella como castigo por crímenes cometidos. Algunos delincuentes pasaban a ser esclavos de las víctimas, a menudo con la pérdida de sus bienes.
Tras el descubrimiento de América, la esclavitud y el comercio de esclavos vivieron una época dorada. América y África fueron el objetivo y el escenario de operaciones bélicas para favorecer el expolio y el comercio de materias primas con destino a Europa, al tiempo que se aprovechaban las rutas comerciales para la trata de personas. El aprovisionamiento de esclavos tenía lugar en las guerras, la piratería, el bandolerismo y el comercio internacional. En el s. XIX se desarrollan dos teorías principales y contrapuestas sobre su origen y su carácter en torno a lo económico y lo político. Marx señaló al auge de la propiedad privada y conceptuó la esclavitud como un modo y un medio de producción. En contraposición, el positivismo de Eduard Meyer la concibió como un fenómeno jurídico y social, no económico. La situación pervive tras la revolución industrial como ideología supremacista que considera la esclavitud algo natural y necesario, una ventaja competitiva en la globalización.
Esclavitud 3.0. Las élites económicas y financieras continúan usurpando la riqueza generada por los obreros. A diferencia de los faraones, ven mal que los trabajadores se organicen y reclamen sus derechos. Las élites y sus valedores políticos y mediáticos consideran la precariedad laboral algo natural y necesario para el sistema. La patronal busca imponer una relación de servidumbre entre asalariados y empresa. De África, Asia y América llega a Europa la emigración que es despojada de toda dignidad para ser explotada de forma pública y visible, sin derechos y apenas salario. Estas élites se han reunido en Granada, en el XXII Congreso de directivos, clausurado por el faraón Felipe VI, para prevenirse ante los excesos reivindicativos del lumpem.
(*) Los penestes eran población de dependientes. En el libro III de su Historia de Eubea (s. III a.C.), Arquémaco dice que: “…se entregaron a los tesalios como esclavos, según un acuerdo en virtud del cual ni se los llevaría fuera del territorio ni se los mataría, y ellos trabajarían la tierra para los otros y les darían a cambio tributos (…) los que permanecieron (…) recibieron el nombre de menéstai y en la actualidad el nombre de penéstai”. Citado por Ateneo de Náucratis en Banquete de los eruditos.