Inteligencia: poca y artificial

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Lejos, muy lejos, de servir al ser humano para desarrollarse como tal, los avances tecnológicos de las últimas décadas parecen destinados a deshumanizar a la ciudadanía, a resetear mentes y reprogramar instintos. El sueño del totalitarismo, la pesadilla descrita por George Orwell en 1984, se ha convertido en un apéndice de nuestras vidas. Los ordenadores tontos, dependientes de una conexión a un servidor externo, ya son una imprescindible realidad.

Nuestros cerebros, huérfanos de inteligencia cuando olvidamos el móvil o la tablet se escaquea, sufren de abstinencia. Cada vez más personas son incapaces de pensar por sí mismas sin que su Facebook, su Twitter o cualquier red social obren el prodigio de activar sus dendritas en una suerte de sinapsis digital. Hasta la edad media los chamanes, hasta la Ilustración el clero, hasta ayer los medios de comunicación y desde hoy internet, siempre ha habido quien nos diga qué pensar, valiéndose de la irrenunciable ley del mínimo esfuerzo propia del homo manipulatus.

Si el pensamiento crítico ha sido reducido a una pulsión recóndita del subconsciente, los sentimientos han sido sojuzgados por el reflejo condicionado descrito por Iván Pávlov. En 1935, en la clausura del Congreso Mundial de Fisiología, el científico dijo: “Mi vida entera se compone de experimentos, nuestro gobierno también experimenta, sólo que a más alto nivel”. En el siglo XXI no sólo experimentan los gobiernos, sino también ese disco duro externo, virtual, que reduce nuestros pensamientos y sentimientos a meros replicantes virales de influencers con obsolescencia programada.

No se entiende de otra forma tanta insensibilidad como recorre y corroe el mundo global, tanto desprecio, tanta vileza, tanta ignominia, tanta infamia, tanta humillación para el ser humano. No es novedosa la exhibición arrogante y despiadada de pensamientos supremacistas por parte de líderes políticos que de inmediato son replicados por las limitadas inteligencias de acólitos radicales que ladran consignas tan peligrosas como exentas de inteligencia.

Lo que Israel hace con palestina es la réplica 2.0 de lo que Hitler hizo a los judíos. Las listas de gitanos que propone Matteo Salvini y el rechazo del Aquarius por el gobierno italiano son réplicas del ¿pensamiento? de Mussolini. Donald Trump sintetiza a la perfección la historia de los Estados Unidos: emigrantes europeos invadieron el norte de América y exterminaron a los únicos y verdaderos americanos, explotan como nadie a otros pueblos en origen y son, de largo, quienes encabezan el ranking mundial de muertos en las guerras que producen y patrocinan.

Es descorazonador constatar cómo la ciudadanía ¿civilizada? mira hacia otro lado, normalmente a las pantallas, o, lo que es peor, selecciona en el surtido menú de excusas la que más le conviene: “que los metan en sus casas”, “nosotros primero”, “son terroristas”, “nos roban el bienestar”…, todas ellas alentadas y jaleadas por políticos de nociva inteligencia y nulos sentimientos. Políticos que, como advirtió Pávlov, experimentan a otro nivel: al nivel de la inhumanidad que supone enfrentar a los pobres con quienes son más pobres. Y les funciona. Siempre les ha funcionado. Es la lucha de clases que ellos siempre ganan.

A estas alturas de la vida, me dan asco los himnos, las banderas, los uniformes, los patriotas y cualquier otra cosa utilizada por los gobiernos para convencer al pueblo de que el enemigo no son ellos y sus secuaces empresariales y financieros. He sentido repugnancia al ver cómo un jefe de estado impuesto, no legitimado por las urnas, el de mi país, acude a legitimar al último, por ahora, gran dictador universal, justo el día en que decide separar a miles de niños de sus padres y encerrarlos en jaulas.

Lo dicho, poca inteligencia, ninguna, en Felipe VI, Donald Trump y sus respectivos floreros, incluido Borrell. Si fuera mínimamente inteligente y decente, la ciudadana Letizia debería renunciar a la presidencia “de honor” del Comité Español de Unicef. No por inteligencia, sino por soberbia supremacista, el orate Trump ha sacado a EE.UU. del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, un lugar donde no tiene cabida, un lugar más decente y más humano sin gentuza como él.

2 comentarios el “Inteligencia: poca y artificial

  1. Alf dice:

    Tras el indignante asombro que me produjo el triunfo de Trump en las elecciones norteamericanas, nunca pensè que este sujeto pudiera estar mas de un trimestre en la presidencia de los Estados Unidos. Pero ha pasado año y medio y ahí está esta basura humana sin demasiadas dificultades. ¿Sería posible que hasta llegue a ser reelegido por un mandato más? De vómito.

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    • Verbarte dice:

      No te quepa duda alguna. El capitalismo tiene sus mecanismos perfectamente engrasados: crisis/deligualdad > propaganda > enemigo accesible > populismo > escenario prebélico > guerra > vencedores/vencidos > vuelta a empezar. La fase de propaganda/enemigo accesible en la que nos encontramos es la misma que utilizaron Hitler o Stalin para pasar a las que la hitoria recoge en sus anales de la infamia humana. No tienes más que ver las posiciones obtenidas y defendidas por Le Pen, Salvini, Orbán, Netanyahu, el mismo Trump o los Rajoy y Rivera en España (ojo con Marlaska en las intenciones del PsoE): las mismas. El Armagedon está montado y, si no lo remediamos, está a la vuelta de la esquina. III Guerra Mundial, que ya está tardando.

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