Olimpiada: 11 medallas y 6 medallos.

Once medallas y seis medallos es la cosecha final de la delegación española en los juegos olímpicos recién clausurados. Entendamos medallo como la presea que se cuelga al cuello de los deportistas masculinos y soportemos con estoicismo las inevitables reacciones que producirá el palabro.

Por enésima vez, hemos estado a punto de ganar en no sé cuántas pruebas, hemos obtenido ocho cuartos puestos y un total de 30 diplomas olímpicos. Las platas, como siempre, han sabido a oro y los bronces han sabido a plata, pero sólo hemos ganado tres oros, diez platas y cuatro bronces. Los equipos masculinos han decepcionado estrepitosamente, sobre todo en disciplinas donde somos alguien en el mercado deportivo no olímpico (léase fútbol o balonmano), a excepción del equipo de oro de baloncesto, tal vez el segundo equipo con los jugadores mejor pagados de todos cuantos han participado. Decididamente han sido las mujeres las que han salvado los muebles y el honor patrio en unas olimpiadas discretas, muy discretas, casi mediocres.

Por enésima vez, hemos podido escuchar las épicas narraciones de nuestros triunfos en la voz de comentaristas de radio y televisión, más o menos especializados, que han empujado con su voz a Mireia Belmonte o a las chicas de balonmano, han gritado las patadas de Brigitte Yagüe y han soplado las velas de Tamara, Sofía y Ángela. Puro triunfo femenino en voces femeninas o masculinas, es lo de menos, que transmiten al espectador detalles de la competición que pasan despercibidos en la pantalla o no se ven en la radio. En general, oro, plata y bronce para las olímpicas voces narradoras.

No obstante, en alguna tertulia deportiva, se ha vuelto a deslizar la palabra “machada” y otras expresiones testiculares que chirrían en una sociedad moderna y libre, en teoría, de estereotipos y frases hechas relativas a una supuesta supremacía de un género sobre otro. Aunque la mentalidad media española progresa adecuadamente en cuanto a detalles de género, los libros de estilo de algunas empresas de comunicación necestan mejorar. Cada vez se cuidan más estos detalles «sin importancia», pero conviene llamar la atención sobre los descuidos para conseguir un lenguaje (expresión ideológica) justo, objetivo y equilibrado en la medida de lo posible.

El tratamiento informativo de las noticias tambien progresa adecuadamente, pero necesita mejorar ligüísticamente y atreverse a utilizar los mismos vocablos para referirse a las gestas de los y las deportistas: la fuerza y la capacidad no son cotos masculinos, ni la emoción y la suerte son rasgos femeninos. También necesita mejorar, con la objetividad por bandera, el tiempo dedicado a las proezas femeninas, notablemente inferior al dedicado a las proezas masculinas y relegado a la parte final de los informativos deportivos.

Desde la influencia de los intereses publicitarios y ciertos comportamientos sociológicos, cabe esperar que con el paso del tiempo se recuerde y pase a la historia del inconsciente colectivo mucho mejor la hazaña y los nombres de nuestros jugadores de baloncesto que las hazañas y los nombres de todas las deportistas laureadas en Londres 2012. Injustamente será así.

Cualquier sesgo informativo incide en la costrucción de los sistemas de creencias por parte de la audiencia y se pueden evitar discriminaciones negativas o positivas a nada que se preste atención. De esta manera, todos y todas salimos ganando.