Que dos partidos tan corruptos y alejados de los intereses ciudadanos como el PP y el PSOE hablen de regeneración democrática inquieta. Que ambos partidos, instalados en la profesionalización de la política y su usufructo en beneficio propio, hablen a dúo de regeneración política apesta a demagogia y engaño, especialidades compartidas por los dos. La ciudadanía, que se tenía por curada de espantos, tiene en la regeneración un nuevo motivo de preocupación.
Sabedores de sus fechorías, PP y PSOE buscan una desesperada fórmula que les proteja de sí mismos, de esa degeneración democrática tan propia de ambos. El problema no es el desafecto ciudadano hacia la clase, la casta, política; el problema son ellos mismos y su negativa a entender la política como servicio público en favor de la ciudadanía. La solución es tan simple, atender las necesidades públicas, como imposible, renunciar a los enriquecimientos privados.
En un intento de atajar sus sangrías de votos, echan mano de la socorrida dialéctica manipuladora en la que ya nadie confía. El PP trata de salvar sus alforjas con un golpe de estado en la elección de alcaldes y la dotación salarial de diputados para que sólo accedan a la política los suyos, los ricos, los que pueden comprar un escaño al contado. Da miedo que llamen a esto regeneración democrática quienes destruyeron discos duros de ordenadores y registros de entrada de su sede para esquivar a la justicia.
Por su parte, el PSOE, ejemplo de chaqueta cambiada, de brújula sin norte, propone un pacto con la extrema derecha gobernante para sobrevivir a su autoinmolación. Sigue viva la lengua asustaviejas de Alfonso Guerra, la que antaño advertía de que venía la derecha y ahora, actualizada, advierte de que viene la izquierda. Preocupa y mueve a compasión esta penosa sombra política que personaliza los alarmantes signos de agostamiento senil que aquejan a su partido.
PP y PSOE han hecho de la corrupción y la política su modo de vida amparando a la monarquía corrupta, pactando con el corrupto Pujol o copando puertas giratorias. Ambos partidos han exprimido el aforamiento ante una justicia dependiente de ellos, han servido y se han servido de medios de comunicación también corruptos y corruptores y, en solitario o en pareja, han colaborado con la corrupción financiera y empresarial llamada crisis.
Gürtel y ERE, Brugal y cursos formación, Rosendo Naseiro y Guillermo Galeote, Luis Bárcenas y José María Sala, Orange Market y Filesa, Special Events y Time-Export, son muescas curriculares de las degeneradas mafias que osan hablar de regeneración. Despreciaron al 15 M, los debates en las plazas, ignoraron las humildes pancartas, rubricadas por las manos que las alzaban, y ahora sienten miedo de sus propios fantasmas.
Hay que recelar de un partido, el PP, que destruye la democracia a golpe de porra e insolencia, y del PSOE, para el que la democracia es un juego de salón que divierte y entretiene a sus barones y momias. Cuando la democracia se presenta, desnuda y joven, ante sus ojos, la vilipendian y ofrecen sus ajados y arrugados cuerpos como canon de una belleza que, cuarenta años después, ya nadie aprecia ni se recuerda que fuese hermosa.