Hablemos de ayuntamientos, de política doméstica, de participación ciudadana, de democracia directa y cercana. ¿A quién elige el pueblo? ¿Quién le representa? ¿Quién atiende sus demandas? Hablemos de ordenanzas, del tráfico, de accesibilidad, de fiestas populares, de limpieza viaria, de licencias de obras, arbitrios y tasas, del mantenimiento de la escuela, de la gestión del agua, de parques y jardines, de administrar la consistorial casa.
Hablemos de la elección directa, con rostros y apellidos, con conocimiento de causa, de candidatos singulares y personales candidatas. Hablemos de transparencia y democracia, de aportar soluciones y eliminar trabas. Hablemos de alcaldías, de concejales y concejalas, de su elección nombre por nombre, acta por acta, y dejémonos de gaitas. Hablemos de personas y no de listas cerradas, de listas abiertas que reflejen la pluralidad ciudadana.
El mercado electoral está copado por marcas que controlan los canales de distribución de votos con el apoyo interesado de la financiera y empresarial casta. PP y PSOE son un duopolio, como Coca-Cola y Pepsi Cola, también expertas en burbujas, cimentado en la eliminación de alternativas y la inversión en propaganda. El mercadillo municipal es la oportunidad de saborear limonadas, zumos naturales o agua, refrescantes bebidas más saludables y menos amargas.
El hartazgo del consumidor por los rancios sabores que dañan su organismo y la irrupción de marcas blancas en las cabinas de votación ha desatado el pánico en los mercados. PP-Cola y PSOE Cola ven peligrar su hegemonía en la despensa, su ocaso empresarial, dos productos carentes de chispa y con las burbujas deshinchadas. Han sonado las alarmas y sus aparatos recurren a las viejas estrategias del desprestigio de la competencia y ofertas 2X1.
La propuesta de Rajoy para que la alcaldía recaiga en la lista más votada es el canto del cisne bicéfalo que se resiste a asumir su primigenia forma de torpe pato, feo y despreciado, un ganso como dios manda. Desde su negativa a dialogar y alcanzar acuerdos con otros sectores de la población avalados por las urnas, el PP propone que sean sus candidatos o los del PSOE alcaldes minoritarios para la mayoría social. Si la diversidad obliga a negociaciones y pactos, es porque la voluntad popular lo demanda.
Señor Rajoy: mayoría es la mitad más uno de los votos, sean de una o de varias candidaturas, en esta simplicidad aritmética se basa la democracia. Lo demás es usurpar voluntades mayoritarias y anular el diálogo como forma de convivencia. Reformar la ley electoral es una necesidad evidente para todo el mundo excepto para quienes se benefician de su actual estado. La reforma pactada por PP y PSOE es empeorar lo que hay, un golpe más a la democracia.
Producen miedos y recelos las papeletas abiertas que permitan a cada persona marcar los nombres de sus preferencias para ser representada. No aceptan las marcas dominantes que una papeleta dé opción a elegir los nombres que el electorado vea convenientes para sus intereses. No quieren que queden fuera cabezas de lista, que sólo se deben al dedo que las coloca en tan privilegiada posición, y tampoco delfines, barones y corruptos, demasiados corruptos en las listas, por voluntad popular en un ejercicio libre de auténtica democracia.