Tres largos meses de campaña

No escarmentamos. Existen unas reglas, algunas con rango de Ley, para garantizar que los procesos electorales se desarrollan, de forma limpia, con las mismas oportunidades para todos los concurrentes. Existen organismos cuya razón de ser es velar por el juego limpio, como la Junta Electoral Central y el Tribunal de Cuentas. En teoría, es así; en la práctica, es una falacia. Democracia plena la llama el bipartidismo del régimen del 78, PP y PSOE, de quienes cabe dudar que hayan hecho alguna vez una campaña limpia.

Los citados organismos han ofrecido, desde el 78, suficientes muestras de inoperancia en torno a dos taras que comparten con la Justicia: tardanza y doble vara de medir. En jerga futbolera de barra de bar, estos árbitros siempre se equivocan a favor del Barcelona o del Madrid. El bipartidismo lo sabe y no duda en saltarse las reglas por sistema, consciente de que, aun en el caso de sentencias en contra, no afectará a los réditos que las infracciones dejan en sus expectativas de votos que pueden llamarse fraudulentos.

Desde hace un mes, los espacios publicitarios más efectivos, que suelen ser los más caros, de pueblos y ciudades están copados por candidatos del Partido Popular en un alarde de captar la atención y la voluntad del electorado sin pedir expresamente el voto. No lo piden, no, pero te dicen que es el mejor alcalde o alcaldesa para tu ciudad desde vallas de dimensiones descomunales, marquesinas, autobuses, mobiliario publicitario urbano, a todo color, con el logotipo del partido bien visible… pero no pone ¡VOTA A…!

Es una manera legal de saltarse la Ley que suscita inquietudes, preguntas y miedos en la ciudadanía. Se puede pensar que quienes sí respetan los tiempos y los modos pecan de una perjudicial inocencia política. ¿De dónde sale tanto dinero para este despliegue y cómo llega a la caja del partido más corrupto de Europa? Estas prácticas hacen pensar que la democracia es cuestión de dinero y de impunidad por parte de quienes se saltan y asaltan las leyes y las reglas que debieran afectar a todos por igual.

Esta quebracía de la democracia participativa no es la única ventaja bastarda del Partido Popular. A falta de un programa decente, presentable y atractivo para la ciudadanía, sus mentiras y sus bulos son repetidos con insistencia por medios de comunicación prostituidos a cambio de mordidas publicitarias asignadas a dedo desde los gobiernos autonómicos, las diputaciones y los ayuntamientos donde gobiernan. También cuentan con una mayoría de medios que practican la militancia ideológica apoyando al partido sin fisuras.

Quedan dos meses largos de campaña y el PP, no lo duden, incrementará su presencia publicitaria hasta el hartazgo y también la inversión fuera de la ética, de la Ley y de la transparencia. Ganarán los comicios autonómicos y municipales, pero no por su atractivo político. Beba Coca Cola o Pepsi, no hay más.

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