El resplandor de Navidad deslumbra
y cuando el kilovatio cuesta un pico
se disimula en plan de nuevo rico
la cochambre que nos apesadumbra.
Fulgor fatal relumbra en la penumbra,
nos lleva del ronzal como un borrico
y al son bobalicón del villancico
gastar es la pasión que se acostumbra.
Cegadas por millones de bombillas
sucumben al consumo nuestras villas,
de Vigo a los poblachos andaluces
donde, considerando que es de balde,
enciende luminarias el alcalde
con mucha luz y muy poquitas luces.