La norma que votó nuestra Nación
y tanto celtibérico gañán (*)
defiende sin temor al qué dirán
las pingües trapisondas del Borbón.
Si (no lo quiera Dios) un rey bribón
trincase comisiones con afán,
jamás le imputarán ningún desmán
según la meretriz Constitución.
Y el súbdito masoca más cateto
empero, la efeméride ovaciona
de tan decimonónico panfleto
que al ávido monarca proporciona
un búnker con trinchera y parapeto
en el Título dos: “De la Corona”.
(*) Como servil gañán, a fuer de ibero,
también yo la voté, si soy sincero.