Se ve que los flemáticos ingleses
amaban a su extinta soberana
y después de llorarla una semana
van a seguir llorando muchos meses.
Mientras aquí fulminan descorteses
al semental de la Corona hispana
que, víctima de cólera inhumana,
padece mil acosos y reveses.
Será por su fetén cuenta corriente,
pues tiene ciertamente, amén de amante,
donantes rimbombantes en Oriente.
Y deja bien patente su talante
frente al de la reinante ya silente,
si pasa por delante un elefante.
