Granada es especial, como cualquier otra provincia. Un dicho popular afirma que todo es posible en Granada y lo demuestra la variedad de personajes y sucesos que componen su intrahistoria, marcada por el sambenito de la malafollá. La historia suelen marcarla personas que han destacado por su obra o su pensamiento en diferentes ámbitos. La intrahistoria, en cambio, la suelen marcar figuras grises agrandadas por místicos halos mitológicos de dudosa consistencia.
Granada, como cualquier ciudad, se debate en la dicotomía historia/quimera, razón/fe: Lorca/Fray Leopoldo y Mariana Pineda/Virgen de las Angustias. Las clases populares se decantan por la leyenda, la ficción, la fábula y la tradición, con las que avispados predicadores espirituales y seglares ejercen el fácil populismo. Y de ello viven, porque el populismo es rentable social y económicamente. Lo saben el clero y la clase política, videntes y sanadores, timadores y farsantes, y todos lo practican con resultados contantes y sonantes.
Dado que todo es posible en Granada, tierra de la malafollá, ha tenido lugar el advenimiento de un nuevo mesías en plena crisis del bipartidismo, durante la resaca del 15M, en forma de charlatán de feria. Con el populista nombre de Spirimán, utilizando como púlpito las redes sociales, usando un lenguaje soez para atraer a un público tabernario, ha descendido de los cielos Jesús Candel, iluminado profeta de la sanidad, apóstol de sí mismo.
Poco a poco, sus parábolas se han ido transfigurando en chabacanas soflamas que han alejado de su doctrina a quienes mantienen una mínima capacidad de razonamiento. Venido arriba, poseedor de la única verdad, se emplea en repartir calumnias, injurias y baldones a todo aquél que él mismo condena en juicios sumarísimos donde es juez, fiscal, abogado y verdugo al mismo tiempo. La otra Justicia, la mundana, se ha encargado de aplicarle el rigor de la Ley en repetidas ocasiones.
Populista vendedor de crecepelos, es capaz de defender una cosa y la contraria, oxímoron dialéctico para embaucar a toda su feligresía sin dejar a nadie fuera. Ha conseguido el hito histórico de tumbar el pulso a Susana Díaz en una maniobra planificada que incluyó el apoyo logístico y mediático de todas las derechas. A resultas de ello, la derecha, la extrema derecha y la ultraderecha, santísima trinidad radical y reaccionaria, conquistó el andaluz templo de San Telmo, momento en el que su súbito silencio levantó sospechas.
Como buen populista, ha resucitado en la pandemia para acusar al gobierno, uncido al golpismo de las derechas radicales, con sus groseras y manipuladoras formas de destripaterrones ebrio, para reafirmar ante sus fieles su verdad única, divina e inamovible. Se ha convertido en experto comprador de mascarillas, avezado multiplicador de respiradores y en la única persona del globo capaz de atajar la pandemia. Palabrería infame a mayor gloria de su infinito ego.
Lo último, alinearse con Trump, Bolsonaro, la ultraderecha de Casado y la extrema derecha de Abascal para culpar “a los políticos” de los muertos, arengar a la gente para saltarse el confinamiento y animar a sus acólitos neoliberales a echarse a la calle para salvar la economía. Populista irresponsable donde los haya, prepara los guiones de sus evangelios en horas laborales y transmite sus misas de YouTube con el uniforme de trabajo desde el decorado de un hospital público. Su cortijo, vaya.
Populismo malafollá sólo posible en Granada.
No me quiero quedar sin decir que MUY, MUY BIEN
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Como vivimos entre las prisas y la ignorancia, resulta inevitable la aparición de este tipo de personajes. Es cierto que la mentira siempre se vistió de verdad y que, en la actualidad, estamos sometidos a un alud de opiniones generalmente poco fundadas y extravagantes. Tal vez por ello, prestamos oídos a lenguaraces que hipnotizan con burdas hipótesis y auténticas chorradas.
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Al principio lo escuché, porque me lo había recomendado un amigos. Pero pronto analizándo algo su discurso me dí cuenta de que estábamos ante un majadero doctor, por este orden. Pedía dinero descaradamente o si no vendría el diluvio de que nos dejaría sin Padre Salvador (él por supuesto). Terminaba sus arengas de púlpito loco a lo Gran Hermano ocupando toda la pantalla y vociferante, con un gesto de brazos como colofón, que no pude distinguir si era un saludo nazi maquillado con un corte de manga. Curado y con anticuerpos de este virus populista malafollá para siempre.
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A más de cuatro nos pasó. En cuanto ha llenado su iglesia de ovejas, se está forrando. Hay quien afirma que los ingresos mensuales, que le paga YouTube por las visitas y reproducciones de sus vídeos, rondan los 3.000 €.
Además de las «paguicas» que recibirá en su fundación del erario público.
Salud
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