Desprecio a la España
negra y alcanforada
de neuronas atrofiadas
ubicadas en gónadas
y lenguas afiladas.
Desprecio a quien señala
más que a quien dispara.
Desprecio la cobardía
cuando arremete con saña
contra indefensos menores,
alumbrando odios,
sembrando muertes.
Desprecio a quienes odian
en nombre de una bandera.
Desprecio a quienes odian
en nombre de una patria.
Desprecio a quienes odian
sin más afán que el odio.
Desprecio por igual
a chulos, a madamas
y a quienes les pagan
con infectas monedas,
sin honestidad.
Desprecio la incitación
al odio desmedido
que acaba saltando tapias
con la maldad incontestable
de la amenaza de muerte
vestida de granada (*).
Desprecio a los partidos
cuando arropan el terror
y niegan a las víctimas
el triste consuelo
de condenar al agresor.
Desprecio la ideología
cuyo dedo señala
y es otro el que dispara:
apoteosis de la cobardía.
(*) ¿De dónde ha salido la granada? ¿Quiénes manejan ese tipo de granadas? ¿Qué tipo de gente se relaciona con esas granadas? ¿A qué personas descerebradas se permite el acceso a granadas?
Deberían pensárselo un poco más los 3,6 millones de votantes que ya le respaldan en España?
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¿Pensar? Acercarse al colegio electoral, meter la papeleta en el sobre, meter el sobre en la urna y salir del colegio con la idea del deber cumplido es algo más que pensar. Y la cosa va a más.
Salud
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