Rugen afilados
los colmillos del odio,
a los vientos ondean
las venenosas lenguas.
El campo de batalla
se cubrirá de gualda
como una gran mortaja
manchada de escarlata.
Matan las dentelladas,
las lenguas afiladas.
Matan a los débiles,
a los niños inermes,
a gente sin papeles,
a confiadas mujeres.
Disparan con mentiras,
cifras falsificadas,
ideas falseadas,
para desatar la ira
en mentes de gorilas
del sapiens alejadas,
de razón desnudadas,
de piedad eximidas.
Matan con gula feroz
guiadas por única voz.
Matan como si nada,
con vil altanería,
con la psicopatía
como única aliada.
Odio que siembra muerte
es la ley del más fuerte.
Odio del ser superior,
del ser supremacista,
misógino y racista,
del militante de Vox.
Que mueran los foráneos,
en el Mediterráneo,
eso no les inquieta.
Lo único que importa:
que España no se rompa
y chupar de su teta.
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Cuando les falten los foráneos, ya tienen sus listas hechas con los de casa. Malos tiempos se avecinan, muy malos.
Salud.
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