Corría el año 64 cuando Roma fue devastada por dos incendios, uno en el entorno del Circo Máximo y, seis días después, otro en el barrio Emiliano. Desde la primera llama, las sospechas recayeron en el emperador Nerón y éste, en un ejercicio de populismo exculpatorio, señaló con su anillado dedo a quienes eran minoría diferente, los cristianos, como culpables. El pueblo romano, adicto al pan y al circo, se lanzó cual jauría a cazar cristianos.
Corría el año 1476 cuando las Cortes de Madrigal (Reyes Católicos) ordenan a judíos y moriscos situar sus viviendas en zonas apartadas de los cristianos. En 1479, se crea la Inquisición que de nuevo convierte el fuego en símbolo purificador y destino para minorías señaladas por el poder y la jauría cristiana. En 1492, se culmina el proceso con el Edicto de Granada, redactado por Torquemada (premonitorio apellido) y firmado por sus católicas majestades.
Corría el año 1938 cuando el adolescente judío Herschel Grynszpan dispara en París al diplomático alemán Ernst von Rath. La muerte de Rath pudo evitarse, pero Hitler envió a su médico personal para atenderlo y murió entre sospechas. El aparato de propaganda de Goebbels aprovechó el caso para señalar como culpable a una minoría diferente y desatar a la jauría nazi para la caza de judíos. El incendio masivo de sinagogas, comercios y hogares judíos pasó a la historia como la Kristallnacht (noche de los cristales rotos). El holocausto fue el siguiente paso.
A finales del siglo XX, la derecha española comenzó a practicar la estrategia incendiaria para laminar minorías e imponer sus postulados populistas. El Partido Popular encendía la mecha lingüística en Catalunya y la patriótica en Euskadi, mientras el pirómano Aznar pactaba para gobernar con las derechas independentistas de PNV y CiU. España volvía a ser la unidad de destino en lo universal que la ultraderecha restauró tras un golpe de estado militar a sangre y fuego y 40 años de dictadura fascista.
En el siglo XXI, el PP ha topado con una dura competencia pirómana, C’s, que, a día de hoy, amenaza su hegemonía electoral utilizando sus mismas populistas armas incendiarias. La diferencia entre ambos partidos es que el PP se comporta como un pirómano tradicional y Ciudadanos utiliza el método bonzo. Los de Alberto Rivera rocían con gasolina ideas y territorios procurando que sus ropas queden suficientemente impregnadas para arder y presentarse ante su jauría como víctimas de los incendios que ellos mismos provocan.
Como Nerón, Torquemada o Hitler, Rivera ha utilizado el terrorismo de ETA como gasolina para criminalizar a todo el pueblo vasco. Rivera se inmoló a lo bonzo en un mitin en Euskadi y obtuvo la ansiada foto victimista. Rivera no apoya una huelga feminista y obtiene la deseada foto de colectivos feministas criticándolo con dureza. Arrimadas irrumpió en política como victimaria anticatalanista y se pasea por pueblos y ciudades catalanas con el fin de obtener un álbum de fotos que respalda su papel de víctima. Ciudadanos ha incendiado al colectivo LGTBIQ con sus populistas posturas políticas y ha colocado autobuses en los hornos por ellos activados. De nuevo las fotos que los victimizan.
Escuchar a Arrimadas es un ejercicio de desconsuelo, compasión y lástima ante su discurso vacío de personalidad y lleno de populista propaganda memorizada. Escucharla hablar de fascismo hace que el sentido común, el diccionario y la historia se tambaleen. Ella y él, Ciudadanos, aplican el término fascista a catalanes, vascos, feministas, LGTBIQ, ecologistas o pensionistas. Ellos y ellas, que dialogan y pactan con Vox sin llamarlos fascistas. Ellos y ellas, que evitan condenar el fascismo franquista exigiendo olvido y mirar hacia adelante, todo lo contrario que hacen con el terrorismo de ETA, uno de sus graneros de votos.
Ciudadanos, Partido Popular y Vox son adictos a la gasolina que buscan el incendio de España, al modo de Nerón, Torquemada o Hitler, para culpar a las minorías de pensamientos diferentes y deshacerse de ellas.
Lección completa de historia para los que no quieran ser incendiados por la manipulación política de los salvapatrias.
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