Sepulcros (políticos) blanqueados

arriba españa

“Y en criticar y mormurar, el tiempo que te has llevao,

y en criticar y mormurar, mejor lo hubieras empleao,

en blanquear tu fachá, que bien sucia la has dejao”.

Fandango de Lucena

Así es España, un pueblo altamente especializado en criticar y mormurar calumniando para difamar, desacreditar, censurar y zaherir a cualquiera. El acoso desvergonzado y hostil perpetrado por eso llamado las cloacas periodísticas, policiales y políticas del estado contra Podemos ha sido, además de ilegal, implacable y encarnizado. Desde que los poderes financieros, empresariales y políticos temieron que fuese una alternativa real de gobierno, hemos asistido a algo peligrosamente parecido a las arremetidas propagandísticas nazis contra los judíos.

Dolorosamente inhumano es pensar que el fascismo, más allá de Vox, impregna la vida cotidiana de este país con la anuencia de dos presuntos partidos democráticos (PP y Ciudadanos) y la interesada indiferencia de un PsoE ideológicamente extraviado. Estos tres partidos emplean la mitad de su tiempo y sus esfuerzos en blanquear la sucia fachá de Vox, mientras la otra mitad la dedican a mormurar calumniando al partido nítidamente democrático que amenazaba, y amenaza, sus bastardos intereses.

Son aplicables a los cuatro (centro derecha/izquierda el PsoE, derecha muy de derechas C’s, derecha franquista PP y ultraderecha fascistoide Vox) las palabras que el apóstol Mateo (23:27) puso en boca del mito Jesús: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda suciedad”. Amén.

Es duro para cualquier demócrata aceptar que España es absolutamente de derechas por los cuatro costados y que la indefensión ciudadana llega al extremo de no contar, salvo muy escasas excepciones, con medios de comunicación decentes. Son los primeros en mormurar y expandir falacias a mayor gloria de quienes les dan de comer. Son el cuarto poder y lo ejercen de una manera tan corrupta y adulterada como los otros tres poderes ejercen los suyos.

En este país se blanquea todo, excepto la política, cada día más sepulcral, más sucia, más negra, más luctuosa. Se blanquea el dinero evadido, el ilícito, el negro, el procedente de la esclavitud; se blanquea en los bancos, en el ladrillo, en la lotería, en amnistías fiscales o en donaciones a esos partidos o a la Seguridad Social. Todo con la criminal complicidad de partidos políticos, tribunales, medios de comunicación y, por supuesto, de los votos en las urnas.

El electorado siempre compra el detergente que lava más blanco, aunque se trate del más burdo engaño publicitario. La política española es un vasto cementerio de sepulcros blanqueados. Sánchez el Guapo tiene más vidas que un gato, Rivera el Falangito es un zombie, Casado el Máster un muerto viviente y Abascal el Pistolas el siniestro cadáver del Valle de los Caídos reencarnado. Como escribió Espronceda, “Me agrada un cementerio / de muertos bien relleno, / manando sangre y cieno / que impida el respirar, / y allí un sepulturero / de tétrica mirada / con mano despiadada / los cráneos machacar”.

Como país anómalamente infecto, España no tiene parangón. Es repugnante que mantenga sus cunetas como sepulcros que albergan más de cien mil cadáveres franquistamente asesinados y que sus iglesias, monumentos y catedrales se hallen plagadas de verdugos religiosa y socialmente sepultados, política y judicialmente blanqueados. Mientras tanto, la ciudadanía, a imagen y semejanza de políticos y periodistas, dedica su tiempo a criticar y mormurar, en lugar de emplearlo en blanquear nuestra fachá, que bien sucia nos la están dejando.

Para escuchar el fandango, pincha aquí.

3 comentarios el “Sepulcros (políticos) blanqueados

  1. Juan dice:

    «Es duro para cualquier demócrata aceptar que España es absolutamente de derechas por los cuatro costados». Totalmente de acuerdo, pero (siempre hay un pero) habría que responder al por qué.

    El periodismo cumple su misión de «educador político» y a los intereses empresariales que lo sustentan. Hay algo que se llama sentido crítico, lectura crítica y contraste de la información.

    Los ciudadanos, hoy mejor que nunca, podemos ejercer esa actividad. ¿Acaso preferimos leer el Marca o plantarnos delante de la tv u ordenador para aumentar el «share» de los programas y cadenas de mayor audiencia y dispuestos a que nos suministren la consabida doctrina?

    La izquierda política. ¿Ilusiona? ¿Es capaz de articular un discurso coherente, ilusionante, o se pierde en batallas impropias? ¿Entiende y ofrece respuesta del por qué los argumentos liberales han entrado con tanta fuerza en la ciudadanía y en los sectores menos favorecidos y más desprotegidos?

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    • Verbarte dice:

      El sentido crítico y la lectura (crítica o no) están siendo anulados, si no lo están ya, por el ingente aparato propagandístico que las élites manejan como nadie. No hay más que ver las largas colas (y la edad media de los acólitos) en cualquier feria del libro ante un youtuber o «influencer» que encuaderna sus ocurrencias y la poca repercusión que tiene la presencia de alguien que ofrece ideas decentemente elaboradas en la caseta vecina. El consumo de mensajes se está limitando a frases ocurrentes y memes (¿tiene que ver el concepto con la palabra memez?) que son repetidas como en una letanía.

      Si echamos un vistazo a las audiencias, es desalentador el ranking de los programas más vistos, al igual que sucede con la lectrura de prensa, históricamente encabezada por el Marca, precisamente. No se trata de utilizar la primera persona del plural para negar la realidad desde un plano personal, sino de constatar que ese plano personal es cada vez más pesimistamente minoritario. Intentar un diálogo razonado en el microsistema de cada persona es una tarea colosal que desespera ante la rocosa muralla que levantan ante nosotras la repetición sistemática de consignas y argumentarios perfectamente manufacturados por los medios de comunicación y adquiridos por la gran mayoría de consumidores con la avidez cegada que la población utiliza para consumir en las rebajas, los centros comerciales, las plataformas de internet o los escaparates de temporada.

      La izquierda, además de perderse en batallas impropias con altas dosis de infantilismo irresponsable, sí articula discursos (y prácticas políticas) que debieran ser considerados coherentes e ilusionantes, pero la clientela no compra estos artículos, sino otros, los que vende con maestría la derecha liberal, neoliberal, radical y extremista, los que publicitan hasta la extenuación los popes de la derecha.

      No hay más que ver los discursos de Rivera, Casado, Abascal, Arrimadas, Villacís, Almeida o Ayuso: vacíos de propuestas políticas o con propuestas en absoluto coherentes e ilusionantes (o convenientemente ocultadas) para la ciudadanía menos favorecida y más desprotegida; en cambio pregonan hasta la saciedad productos de gran consumo como el independentismo, Venezuela, el terrorismo, la emigración y otras bagatelas similares, que son adquiridos de forma compulsiva y masiva por el electorado mayoritario, un electorado con el espíritu analítico y crítico desactivado.

      En esas estamos, amigo Juan, en esas estamos.

      Salud

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  2. Alf dice:

    Gran artículo el tuyo, Verbate. Y entre los pocos medios de comunicación decentes está eldiario.es cuyo director I.Escolar hoy mismo publica un artículo magnífico titulado «Los diez mandamientos de los pactos de gobierno». Gracias a él y a tì por escribir con tan certera precisión.

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