Laura: una más, otra más

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La facción machista de la sociedad española no está enferma, sabe muy bien lo que hace y tiene quien la arenga y jalea desde estrados, púlpitos y escaños. La facción machista es conservadora en cuanto a los valores tradicionales que la derecha política y religiosa insiste en reivindicar, entre ellos la sumisión de la mujer al arbitrio del macho. La facción machista se ha venido arriba, tanto como los postulados de corte ultraderechista que triunfan en el mundo, Europa, España y Andalucía.

La historia de la humanidad es la historia de la exaltación del macho y del vasallaje femenino. Cada paso dado en el eterno camino de la emancipación por la mujer ha estado marcado por látigos, hogueras, patíbulos, mazmorras, juicios, condenas, desprecios y sangre, mucha sangre. En ello seguimos varios milenios después, recibiendo el troglodita garrotazo como manifestación de dominio, dependencia y, revestido de aterrador neorromanticismo, presunta manifestación amorosa.

El trágico ritual de condenas, minutos de silencio, manifestaciones y condolencias por el asesinato de Laura Luelmo ha ocupado la actualidad en informativos, familiares tertulias improvisadas y redes sociales. El hipócrita protocolo de los representantes públicos ha tirado de manidos argumentarios y postureo reiterativo ante una cultura machista que acabará normalizando las estadísticas de su terrorismo como las muertes por cáncer o los accidentes de tráfico.

La indignación ciudadana ha vuelto a aflorar exigiendo respuestas adecuadas y contundentes para tan deleznable crimen machista. Las respuestas de quienes tienen en su mano atajar en su raíz tales conductas sociales y, por tanto, culturales no se ha hecho esperar. De un lado, quienes ven el machismo como una lacra terrorista arraigada en la retrógrada educación recibida en casa, en la calle y desde el magisterio audiovisual de modelos machistas publicitados para todo tipo de públicos.

Del otro lado, los sectores conservadores que, negando el machismo como aporte troncal de su ideología, exigen populistas medidas punitivas como solución. Desde que se aprobó la Prisión permanente revisable, casi cien mujeres han sido mortales víctimas del terrorismo machista sin apreciarse un mínimo efecto disuasorio. Pero Casado, Rivera y Abascal insisten en endurecer dicha ley, pensando posiblemente en su aplicación para otros menesteres.

La santísima trinidad machista y conservadora nos tiene acostumbrados a utilizar y manipular el dolor popular para servir a sus intereses. Lo hicieron durante décadas con el terrorismo etarra que hoy ya no les sirve en su afán por recolectar votos. Lo han hecho con el caso José Bretón, con el de Marta del Castillo, con el de Mari Luz, con el del Pescaíto Gabriel y, estos días, con el de Laura. Vuelven a pedir la Prisión permanente revisable, seguramente para aplicarla a rojos, independentistas, disidentes y feministas: los enemigos de su España.

Las lágrimas arden de ira al comprobar que siguen defendiendo el machismo y se posicionan en contra de la igualdad de las personas, sean hombres, mujeres o migrantes. Su discurso, estos días, atiza la indignación al constatar que el populacho acepta sus populismos y no hablan de machismo, sino de demencia individual, de violencia doméstica y de, el colmo, responsabilidad de la ideología de género. El catálogo completo de la FAES y la Conferencia Episcopal.

Laura fue una más de los cientos de miles de personas que reclaman la igualdad entre hombres y mujeres en la eterna lucha femenina y feminista.

Laura es otra más de las víctimas del supremacismo terrorista que llevan milenios pagando con su sangre una cultura machista que, lejos de desaparecer, encuentra votos para alimentarse.

3 comentarios el “Laura: una más, otra más

  1. Maginense dice:

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  2. Alf dice:

    Tremendo el dolor que se derrama de principio a fin en este gran artículo. En efecto, mucho ritual y muchos minutos de silencios colectivos que chocan con la hipocresía de políticos que solo buscan cómo arañar cada vez más votos para sus partidos y para ellos mismos.

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