¿Militares? ¡NO!, gracias

Paz

La escena de 2001: Una odisea en el espacio en la que un primate descubre que un hueso puede servir para matar y dominar a otros es reveladora. En ella se observa el momento en que la pulsión asesina de un cerebro se erige en una suerte de suicidio de la especie que habría de evolucionar a lo que conocemos como homo sapiens. Todos los avances del ser humano como especie quedan supeditados y sometidos a la muerte como símbolo supremo del poder.

La antropología se ha esforzado en mostrar la capacidad de la inteligencia para crear herramientas y doblegar el medio en provecho de la especie que la detenta. La historia no ha necesitado mucho para demostrar la capacidad del ser humano para convertir en mortífera arma cualquier herramienta creada para su supervivencia. La sociología analiza y describe cómo el mensaje de la muerte, del asesinato, cala en la sociedad como alarmante seña de identidad.

Las armas son herramientas creadas con el exclusivo fin de matar, de asesinar, y quienes se integran en las fuerzas armadas hacen del uso de las armas su profesión. Para no afrontar su naturaleza homicida, recurren los individuos y la sociedad a términos eufemísticos como «defensa» o «servicio público». Cualquier persona que mata a otra se define como asesina; si mata compulsivamente a más de una, se le añade el epíteto en serie; y, si mata al por mayor, se convierte en genocida.

Ser militar implica la justificación de la muerte como necesidad social, y hasta moral cuando los líderes religiosos santifican las guerras y sus consecuencias en nombre de sus dioses. Ser militar es supeditar la razón a la necesidad de matar, a cuantos más semejantes mejor. El oficio militar no consiste en ayudar ante grandes catástrofes naturales, ésas son actividades de entrenamiento mientras aguardan el momento de su plena satisfacción: la guerra, la muerte.

Lejos quedan los tiempos en los que un ejército de homicidas se enfrentaba a otro ejército de criminales. Las guerras “modernas” cada vez causan menos bajas entre los asesinos uniformados de uno y otro bando: el objetivo (cobarde en términos militares de valor, honor y sacrificio) es la población civil. La tecnología militar se utiliza para causar bajas exponiendo al mínimo la integridad de los mercenarios, a imagen y semejanza de los capos de la mafia y sus sicarios.

La industria de la muerte impone a sus servidores un pensamiento único y ciego, alejado del sapiens, que exhiben orgullosos en desfiles y paradas militares con relucientes herramientas de muerte y reconocibles uniformes de verdugos oficiales. Parte del pueblo, prevista víctima de las acciones militares, aplaude y vitorea el paso marcial de la comitiva de carniceros. El verdadero poder de los militares radica en el miedo, en el terror que inspiran.

Son los militares la antítesis de la democracia. En la historia de España, extraño y suicida país, la jefatura del estado ha sido detentada mucho más tiempo por militares que por electos representantes del pueblo. Una tradición que sigue viva, la del miedo y el terror, cuando se permite a un grupo de militares (¿en la reserva?) glorificar al último genocida padecido por los españoles y que dos partidos presuntamente demócratas se nieguen a que el dictador sea exhumado del mausoleo que exalta y santifica su figura de asesino mayor del reino.

5 comentarios el “¿Militares? ¡NO!, gracias

  1. Alf dice:

    Hice la mili cuando era obligatoria y aunque participé, obligatoriamente, en el acto de la jura, yo no juré bandera. El texto del juramento era intragable y no le dí el sí.

    Le gusta a 1 persona

  2. pika6 dice:

    Pues para mí,El Ejército Español significa la
    mayor garantía del buen hacer en España habiendo salvado a España de las garras comunistas asesinas de más de cien mil personas civiles inocentes en los años treinta
    Viva España y viva el Ejército Español
    A ver si te enteras.

    Me gusta

    • Verbarte dice:

      Lamentablemente, asesinos, psicópatas, ladrones y delincuentes de toda laya han contado y siguen contando con sus seguidores. Hitler, Mussolini y Franco falsearon la historia, tocaron la corneta y todos los descerebrados de sus respectivos estados nacionalistas se convirtieron en asesinos o cómplices de los asesinos. Por tu comentario, veo que la historia se repite. Una vez más.

      A la mierda los nacionalismos, incluido el españolista, y a la mierda los ejércitos todos.

      Salud y un poco de estudio serio

      Me gusta

      • pika6 dice:

        Ya veo por tu comentario lo fanatica que eres. Si tú a mí me llamas cómplice de los asesinos por el mero hecho de defender a mi país,mi ejército y mi bandera…no me extraña que perdierais la guerra😂😂😂

        Me gusta

      • Verbarte dice:

        Ya veo por tu comentario que el quintacolumnismo sigue vivo y, cosa que ya sabía, que las pulsiones homicidas no son exclusivas de los profesionales del crimen.

        Me gusta

Los comentarios están cerrados.