El peligro de la inmigración

Expolio

El ser humano es un contradictorio dechado de virtudes y maldades. Es capaz de entregar riquezas a totémicas deidades y negarlas a sus semejantes. Capaz de vencer a la enfermedad y provocar la muerte a mujeres y hombres. Capaz de cuidar de plantas y animales y despreciar con odio a sus iguales. El ser humano es el extraño caso del doctor Jekill y el señor Hyde, filántropo y misántropo respectivamente. Un caso de trastorno disociativo de la identidad.

Apenas hace ciento y pico años, andábamos las gentes de Europa expoliando el continente africano como hace cinco siglos hicimos con el americano. Vaciados sus recursos, los abandonamos maltrechos, empobrecidos y endeudados, sin más presente que el hambre y la guerra, ante un futuro desesperado. Y seguimos en lo mismo, robando su petróleo, su agricultura, sus diamantes, su grafeno, su pesca y su cultura tras cubrir sus desnudos con uniformes galonados.

Les enseñamos a disparar los excedentes de nuestras guerras, a sustituir sus dioses por escalas de mando, a identificar como enemigos a los más pobres entre los pobres, a matar a sus propios pueblos, a huir de sus hermanos, a considerar una utopía el desarraigo. Vienen huyendo de las armas que les vendemos, del hambre a que los condenamos, tras las riquezas que les robamos. Vienen despavoridos, aterrorizados, desfallecidos y cruzan el mar en precario para ser rechazados.

Lucha en Europa la filantropía con una creciente y alarmante misantropía. Resultan ser los más católicos, los más cristianos, quienes más desprecio muestran por estos seres humanos. Europa vuelve a ser el señor Hyde de extrema derecha expandiendo un terror que no existe pero que renta votos capaces de hacer gobernar a monstruos como Le Pen, Salvini, Rivera o Casado. No es verdad que vengan a robarnos, a matarnos, vienen a lo que vienen: a limosnear algo de lo que les robamos.

De pronto, la extrema derecha declara que la filantropía es buenismo, o sea, delito encubierto y mortal pecado, desde sus púlpitos mediáticos. Acusan a los supervivientes de mafiosos, cosa que no hacen con empresarios y bancos, auténticas mafias que nos roban a la luz del día el esfuerzo de nuestro trabajo. El señor Hyde, violento y depravado, está derrotando al doctor Jekill utilizando la más mortífera de las armas: el miedo a un enemigo inventado.

El trastorno disociativo de la identidad es lo que lleva a Casado a saludar, sin guantes en las manos, a un grupo de inmigrantes, después de condenarlos, antes de su rezo diario. Esa alma ultracatólica es una polifonía de incumplimientos: del primero al décimo ha transgredido todos los mandamientos, sobre todo el sintético “amarás al prójimo como a ti mismo”. Lo mismo sucede con Rivera, el otro clon de Aznar, y ambos tres dan por cumplida la tesis que Stevenson desarrolla en su obra: la lucha entre lo público y lo privado es el origen de la hipocresía social.

Pero lo peor viene cuando la misantropía se disfraza de filantropía para rascar votos al otro lado de la espalda del electorado. Utilizar la foto del Aquarius como propaganda, así lo hizo Pedro Sánchez, es hipocresía política que ha durado lo que una burbuja, en este caso solidaria. El ministro Marlaska (florero de derechas en un gobierno de centro derecha), en la práctica, ejecuta las mismas políticas migratorias que Le Pen, Salvini, Rivera o Casado.

En este maremagnum insolidario, destacan los beneficios de los empresarios agropecuarios propiciados por africana mano de obra semiesclava, los trabajos en negro y penosamente remunerados de las sudamericanas que cuidan de nuestra tercera edad, la rentabilidad de la mano de obra barata y sumisa de africanos, rumanos o sudamericanos en cualquier sector empresarial y, por último, el retorno de ese dinero escaso, pero agradecido, a nuestros comercios, a nuestros arrendadores de viviendas… a nuestros bolsillos.

La inmigración es un peligro: vean a los políticos de extrema derecha, vean a la extrema derecha. Ése es el peligro real y palpable.

8 comentarios el “El peligro de la inmigración

  1. ¡Qué malitos los veo! dice:

    Yo cambio, tu cambias, él cambia…¡todos cambiamos! ¿Para qué sirve el escepticismo, el fatalismo e incluso el maximalismo sin paciencia si nos lleva a la frustración y la resignación? Somos muchos y cada vez más. Los que no pueden esperar y dispuestos a morir en el intento son los refugiados y migrantes. Es una fuerza biológica la que les empuja a saltar vallas, muros… cruzar mares y fronteras. Si hay tantos alpinistas que arriesgan su vida porque la montaña está ahí, ¿no es mucho más fuerte el instinto de mejorar y soñar para escapar de las guerras y de un mundo precario y sin futuro? Pura física compensatoria la que empuja a esa especie singular y contradictoria a la que pertenecemos. Y desde su origen en Africa, el ser humano lo ha hecho y seguirá migrando si lo desea o tiene motivos serios. Como ante la evidencia del cambio climático provocado… cuanto más tarde en reconocerlo, será peor para la derecha y su xenofobia con los pobres y desesperados.

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  2. Alfonso dice:

    Lo he leído varias veces porque está muy bien razonado y me gusta aprender.

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  3. ¡Qué malitos los veo! dice:

    No es por lo que nuestros antepasados les hicieron por lo que hay que ayudarles en todo, pues sería como un pecado original y hereditario inmerecido. Es simplemente porque somos todos seres humanos, pero con distinta suerte y existe la empatía. A la derecha no les gusta que la pobreza, la desigualdad, sus crisis y sus guerras de ambición le deje el culo al aire a su plutocracia de capitalismo de jungla y casino que llaman democracia. Mi felicitación.

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    • Verbarte dice:

      Nuestros antepasados les hicieron lo que los coetáneos les siguen haciendo. La derecha desconoce la empatía y casi todas las virtudes que atesora el ser humano. Puro capitalismo predador..

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      • ¡Qué malitos los veo! dice:

        No se a qué esperan los PPopulistas y su ralea a nivel mundial para seguir desarrollando aquella bomba de neutrones tan capitalista que acababa con la población pero respetaba las cosas… pero eso sí, mejorada para que se cargue sólo a todas las víctimas de su sistema por debajo del nivel de la pobreza. Es que le hacen un feo a su propaganda y dan mala imagen al turismo.

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  4. Juan dice:

    Tenemos una democracia poco digna de tal nombre, más preocupa en dividir a la sociedad con discursos de confrontación y con la intención de crear seguidores en lugar de ciudadanos. Que en este error caiga partidos que se consideran de izquierda me resulta algo frustrante. Prefiero a Sánchez como presidente antes que a Rajoy, Casado o Rivera, pero si su política es timorata si no sirve para transformaciones profundas, no me sirve de nada. Si el PSOE perdiera las elecciones por hacer una política de inmigración digna y humana, el Gobierno presidido por Sánchez hubiera valido la pena. Como supongo que no sucederá así; escepticismo y sentido crítico.

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