Adicción bélica

TrumpLa siniestra patología que afecta al mundo es una pandemia terminal cuya etiología, a pesar de su diagnóstico, no es combatida, sino que, muy al contrario, es alimentada con feroz feracidad. El negocio de la muerte es, sin duda, el que más millones de euros, dólares, libras, rublos, yenes, riales, yuanes y francos mueve en el mundo. Mucho más que la droga, las nuevas tecnologías y la prostitución juntas, el negocio de las armas es el dios/diablo que domina los destinos, regionales y globales, de la humanidad.

Armas, dinero, dogma y poder son los cuatro Jinetes del Apocalipsis que constantemente amenazan a la humanidad y cotidianamente sacian su sed de sangre en cualquier rincón del mundo. El negocio es el negocio y la utilidad y eficiencia de las armas, su rentabilidad, se mide en vidas humanas. Sirva de ejemplo la vida y obra de Prescott Sheldon Bush (padre de George H. W. y abuelo de George W., bélicos presidentes donde los haya), que amasó fortuna comerciando a la par con Hitler y los aliados antes y durante la segunda guerra mundial.

Sirva de ejemplo la historia de los Estados Unidos, el país con más guerras en su mochila, el país con más armas, más dinero, más dogmatismo y más poder del mundo. Las guerras serían evitables si los intereses económicos desparecieran de las mesas de negociación, si el peso de la razón fuera superior al de los insaciables bolsillos de muñidores y negociadores. La guerra es un negocio y el dogma neoliberal determina que nadie tiene derecho a cercenar las ganancias de los inversores.

El belicismo se reproduce con escrupulosa regularidad: Corea, Vietnam, Afganistán, Irak, etc., etc., etc. A ellas se suman las llamadas “guerras olvidadas” que afectan al continente africano, donde el negocio de la muerte coloca sus excedentes y productos obsoletos, y los golpes de estado que salpican de sangre la historia latinoamericana, sin olvidar eso que hace Israel en Palestina para lo que no hay nombre ni perdón posibles. Todo ello belicismo de etiología económica, cruenta incubación y resolución traumática.

Los dogmas, a través de los púlpitos hollywoodienses y los sanedrines mediáticos, controlados por los poderes financieros, han destrozado las venas de la ciudadanía inoculando la droga que hace creer en guerras buenas y guerras malas. La cultura de la muerte está arraigada, tanto que las armas pasean por nuestras calles investidas de autoridad otorgada a uniformes con licencia para matar, tanto que las máquinas de asesinar se han convertido en producto de consumo social.

El mayor arsenal mundial está en manos de un trilero sin escrúpulos: armas, dinero, dogma y poder, cuatro afeites que acicalan a Donald Trump. En la línea de los Bush, es su cultura, no ha dudado en bombardear Siria entre aplausos de psicópatas como Netanyahu, Abdulaziz o Erdogan, entre apoyos de sus lacayos y encendidos vítores del Estado Islámico. Esta vez no ha caído en el error de la falaz existencia de armas químicas, esta vez “alguien” las ha usado de verdad y, con inaudita celeridad, ése «alguien» ha sido identificado, tal vez antes de que el sarín impregnase el pútrido aire sirio, condenado, ¿para qué un juicio?, y unilateralmente castigado.

España, la triste España maniquea de deleznables etarras y fascistas afables, figura en los primeros puestos del ranking de países exportadores de armas. Esa España adicta al belicismo es capaz de sancionar a un bombero por negarse a custodiar armas para Arabia Saudí, capaz de enviar a dicho país al Rey en misión comercial para vender esas armas y capaz de colocar al exministro de defensa, hombre del negocio de las armas, de embajador en EEUU.

Los efectos secundarios de la adicción bélica son letales y destructivos como la misma droga que la produce. Disuelta y desarmada ETA, ¿qué dirán los camellos y traficantes patrios, a quién culparán, en el bajo ningún concepto admisible supuesto de un nuevo atentado como el de Atocha? La base de Rota es un nido de víboras que con su bélico veneno esculpen una diana sobre la piel de toro. Se quema quien juega con fuego.

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7 comentarios el “Adicción bélica

  1. Juan dice:

    Ante el horror del ataque químico, la unanimidad de gobiernos y determinada prensa ya han señalado al culpable. ¿Hay alguna prueba de la autoría señalada? ¿A quién beneficia dicho ataque con la muerte de tantas personas, muchas de ellas niños? Cada vez que se produce alguna unanimidad sospechosa es procedente recurrir al famoso ¿quid prodest?

    Será cosas de la edad pero este episodio me hace recordar aquello de: «Créanme, mírenme a los ojos, Irak tiene armas de destrucción masiva».

    Otro artículo necesario, como es costumbre.

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    • Verbarte dice:

      1898: el Maine es hundido en La Habana de forma «misteriosa». William Randolph Hearst y Joseph Pulitzer (la prensa), culparon a España y airearon la frase y el concepto «¡Recordad el Maine, al infierno con España!» («Remember the Maine, to hell with Spain!») para entrar en guerra con esa España imbécil que siempre les baila las aguas. También se piensa que el Maine fue hundido por los propios yankees, aprovechando que era un buque ya obsoleto cuando nació, para justificar la guerra.

      En 1955, el general Ngo Dinh Diem dio un golpe de Estado con el apoyo de la CIA, declaró la República de Vietnam e impuso una dictadura militar. En 1963, el presidente Diem fue asesinado en un nuevo golpe militar patrocinado por la administración estadounidense de John Fitzgerald Kennedy. En 1964, se produjo un ataque al destructor estadounidense USS Maddox y un supuesto segundo ataque sin pruebas de dicho acto. El presidente Lyndon B. Johnson ordenó acciones de represalia. Siendo dudosos los ataques, legitimaron a Johnson para solicitar y conseguir del Congreso la Resolución del Golfo de Tonkín que confirió plenos poderes para realizar operaciones e incrementar las tropas en ese país: Johnson necesitaba mostrar una imagen de fuerza frente al comunismo. En 1965 se autorizó la Operación Rolling Thunder para atacar al «enemigo». Tras la desclasificación parcial de los archivos secretos sobre la guerra, se conoce que el primer ataque al Maddox fue una trampa de la CIA con el fin de buscar una excusa para entrar en guerra y que el segundo ataque nunca existió. La publicación el 13 de junio de 1971, por el New York Times, de los llamados «papeles del Pentágono» –informe secreto elaborado por el Departamento de Defensa de conversaciones entre el Presidente y Robert McNamara, secretario de defensa– así lo demuestran.

      En 2003, a sabiendas de que es mentira, EEUU utilizó la supuesta existencia de armas químicas en Irak para entrar en guerra y devastar dicho país con el aplauso incondicional de imbéciles internacionales de la talla de Aznar y Blair que pasan a ser cómplices de crímenes de guerra.

      Y ahora, un tarado mental como Trump utiliza ardides similares en Siria con el apoyo de los mismos imbéciles de siempre.

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  2. aj dice:

    Lo primero que ha hecho la ministra Cospedal es aumentar el presupuesto en un 32% para afrontar gastos especiales de armamento y contentar a Morenés, ex-ministro del ramo, porque lo primero para ella y para él no es la sanidad, ni la educación sino la seguridad. Las pensiones que sigan subiendo el 0,25% y a cosechar más votos cada vez que así somos de listos.

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    • Verbarte dice:

      Eso es España, la España del imperio de la naftalina. Morenés ya era empresario de la industria de armamento cuando Aznar lo colocó de secretario de estado de defensa y desde entonces no ha hecho más que engordar las faltriqueras de sus socios y colegas.

      Pero lo que más miedo me da es el porcentaje de la oferta pública de empleo destinado a ¡policías y guardias civiles!, mal agüero e inequívoco signo de que el enemigo está en las calles y, que se dejen de leches, es de nacionalidad española, como mínimo desde hace tres o cuatro generaciones.

      Esto huele mal, muy mal: apesta.

      Salud

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  3. Además de psicópatas son cínicos y nos toman por estúpidos. Y pueden hacerlo, porque hay millones de estúpidos que les compran el discurso belicista. Escuchar la condena al ataque químico de regímenes genocidas como Israel, Turquía y Arabia Saudi, revuelve el estómago.
    Lo de EEUU no puede sorprender a nadie, llevan el gen asesino siempre dispuesto a actuar.
    Salud.

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