Eduardo Galeano

Galeano

«Uno sobrevive en los demás: en la memoria y en los actos de los demás.» Entrevista BBC, 2009.

Un cortejo de sujetos, un desfile de predicados, una comitiva verbal, transitan hoy en el vacío buscando en vano su voz apagada. Inquietas, las palabras buscan a ciegas significados con qué acoplarse para cobrar una vida que la realidad les niega y Eduardo les obsequiaba. La ortografía de la dignidad y la gramática de la esperanza están de luto, huérfanas, porque la mano y la mente que las trenzaba han roto con el presente y con el futuro, ya no existen en el sentido material de la palabra.

Galeano enseñó que lo más importante de la lectura es desmontar las palabras con idéntico celo y la misma determinación que él empleaba para edificar flamantes mensajes sobre las añejas ideas de los relatos oficiales. “El catecismo me enseñó, en la infancia, a hacer el bien por conveniencia y a no hacer el mal por miedo. Dios me ofrecía castigos y recompensas, me amenazaba con el infierno y me prometía el cielo; y yo temía y creía”. Dos frases, contundentes y simples, para desmontar más de veinte siglos de agónico discurso fraudulento contenidas en El libro de los abrazos.

Hay que agradecer, a la par que la lucidez, su impagable labor sintetizadora. Un libro que arranca con la frase “La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder” tal vez no necesitara más páginas para desarrollar la idea; pero si la siguiente es “Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta” ya no queda más remedio que llegar hasta el final para comprender que tal vez el arranque se quedó corto. Así es Las venas abiertas de América Latina.

La capacidad destructiva del hombre no necesita más de dos líneas para ser comprendida y odiada, como sucede en Memorias del Fuego: “Al amanecer, el llamado del cuerno anunció, desde la montaña, que era la hora de los arcos y las cerbatanas. A la caída de la noche, de la aldea no quedaba más que humo”. Y, por si no fuese suficiente, identifica al lector con el único superviviente de la matanza: “Buscó en vano alguna persona o cosa que no hubiera sido aniquilada. Ese espantoso silenció lo aturdía. Lo mareaba el olor del incendio y la sangre. Sintió asco de estar vivo y volvió a echarse entre los suyos. Con las primeras luces, llegaron los buitres. En ese hombre sólo había niebla y ganas de dormir y dejarse devorar”.

Patas arriba: la escuela del mundo al revés es una analítica donde se detallan todos los síntomas de la enfermedad social que nadie parece dispuesto a sanar. “Día tras día, se niega a los niños el derecho de ser niños. Los hechos, que se burlan de ese derecho, imparten sus enseñanzas en la vida cotidiana. El mundo trata a los niños ricos como si fueran dinero, para que se acostumbren a actuar como el dinero actúa. El mundo trata a los niños pobres como si fueran basura, para que se conviertan en basura. Y a los del medio, a los niños que no son ricos ni pobres, los tiene atados a la pata del televisor, para que desde muy temprano acepten, como destino, la vida prisionera. Mucha magia y mucha suerte tienen los niños que consiguen ser niños”.

Lo cotidiano, lo mundano y lo banal también admiten la acción de su bisturí que permite ver lo que se encierra adentro. El fútbol también ha sucumbido a la mirada de Galeano que, al separarlo de su carácter lúdico, muestra algo que no es juego ni deporte, su turbio perfil predador: “La historia del fútbol es un triste viaje del placer al deber. A medida que el deporte se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí”. Directo y mordaz, El fútbol a sol y sombra mete goles por la escuadra del negocio que nunca suben al marcador.

«Si me caí, es porque estaba caminando. Y caminar vale la pena, aunque te caigas.» Entrevista BBC, 2009.

6 comentarios el “Eduardo Galeano

  1. luiseme dice:

    Gracias por tan entrañable artículo-epitafio hacia el desaparecido Galeano. Y gracias por acercármelo y darme el empujón que necesitaba tras muchas llamadas a su obra; porque sí, porque yo también he de confesar mi desconocimiento más allá de algunas citas y otras referencias en la pluma de otros autores.

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    • Verbarte dice:

      Su inimaginable manejo del lenguaje, su estilo gratamente amigable y su forma de acercar realidades, lo hacen imprescindible para los amantes de la literatura. También para quienes gustan de disfrutar de la lectura con contenido social.

      Salud

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  2. 7 dice:

    Reblogueó esto en Raciozinando.

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  3. aj dice:

    Gracias por este ramillete antológico de pensamientos de un autor del que no leí nada de su obra, pero que con tu glosa me lo has acercado para que lo sienta y lo admire. Gracias

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    • Verbarte dice:

      Te recomiendo una visita a la librería, seleccionar uno cualquiera de sus libros, abirlo por cualquier página y leer dos o tres minutos de lo que salga. Puedo arriesgarme a asegurar que acabarás leyéndolo y preguntándote al final: ¿cómo no lo había leído antes?

      Absolutamente recomendable como escritor, al margen de la ideología.

      Salud

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