Estratégicamente, el PP está jugando sus bazas mucho mejor que políticamente. Sorprende que un partido zafio, felón y chabacano maniobre electoralmente con tan maquiavélica pericia en un momento de naufragio con la madera del casco podrida y la jarcia roída por las ratas. De manera inesperada, en lugar de quemar sus naves, la derecha se ha lanzado a quemar las ajenas utilizando para ello su clásico arsenal incendiario al que ha añadido el temido fuego griego.
Rajoy navega a remolque de los piratas financieros y empresariales que arrastran su nave al puerto ayudado tambien por los sumisos remeros mediáticos. El canto de sirena de la falsa recuperación ofusca a una parte del electorado que, sumada a los votos del Ibex, la CEOE y los púlpitos, le concede un porcentaje suficiente para superar las turbulencias por él creadas. Pero hay demasiados cayucos a la deriva ocupados por una mayoría de ciudadanos, vilmente arrojados a los tiburones por los suyos, que amenazan el atraque.
El mar zarandea los restos del PsoE destrozado en plena tormenta electoral por sus propios timoneles, un salvavidas de plata para el Partido Popular. Descartado el PsoE como amenaza electoral, todos los cañones apuntan y disparan con maestría la infalible munición de la corrupción sobre la nueva alternativa. Así, mediante lo único que en este país sigue siendo universal y gratuito, la corruptela, tratan de neutralizar el avance de la esperanza.
Las andanadas contra Podemos son un vano esfuerzo que dejan la gobernabilidad a merced de las olas de un pacto PP-PSOE ya vaticinado, asumido y ensayado. Ave carroñera como ninguna otra, la gaviota ha recurrido a la tripulación del yate de Ciudadanos para dividir el caladero de votos en mutuo provecho. En el momento oportuno, los genoveses han facilitado la entrada en escena de Albert Rivera, hijo de La Caixa, y los suyos prestándoles todo el apoyo de la logística mediática y financiera.
Esta segunda fase de la estrategia es arriesgada, pues el cebo del español con barretina es la misma mosca neoliberal utilizada por el PP, pero puede ser beneficiosa si C’s captura los miles de besugos que esperan recetas diferentes del nuevo candidato. La risa en Moncloa ha sido estrepitosa cuando han escuchado al joven y cándido Albert, traje demodé y pijamente encorbatado, maltratar a Andalucía igual que CiU, igual que el PP, igual que todos los que, considerando vago a su pueblo, no han dudado en explotarlo a lo largo de la historia.
Fría y calculadora, la maquinaria de Moncloa ofrece a C’s como alternativa juvenil y perfumada con Chanel a los adanes de Podemos y como sucedáneo amable de la lideresa magenta que sólo se quiere a sí misma. Divide et impera. No importan los votos propios que puedan perder si ello les permite presentar como triunfo una bajada porcentual del rival, y menos cuando el beneficiado es un reflejo del propio PP. Para un pueblo harto de derecha, ofrecen, como novedad, dos tazas.
Mientras arrecian sucios golpes políticos y mediáticos sobre Podemos, mientras la troica extorsiona al pueblo griego para evitar que cunda el ejemplo en España, mientras se encumbra a Ciudadanos, los candidatos del PP permanecen en la bodega, ocultos, protegidos, salvaguardados. En el partido saben que no deben sacarlos a cubierta porque apestan a recortes, a mordaza, a dictadura, a imputación, a escándalo, a cohecho o a prevaricación. Saben que, cuanto más tarden en mostrarlos, más se prolongará el asedio a los nuevos y menos tiempo tendrá el electorado para reconocer en ellos a quienes les han arruinado.
[…] Fuente: https://apalabrado.wordpress.com/2015/02/17/dos-tazas-de-derecha/ […]
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Genial de principio a fin. Como siempre. Gracias
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Las gracias, a ti.
Salud
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Detesto a los que confunden la política con la estrategia jugando con las desgracias de los ciudadanos como si de un juego se tratara y haciendo prevalecer su interés propio o el de su partido a costa de los que debieran defender. Por desgracia a esta práctica no hay partido que se le resista. También PODEMOS que de la noche al día han dejado de ser de izquierdas para intentar (y suena a broma) ocupar el centro.
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Cada día que pasa es más difícil definir lo que es derecha, lo que es izquierda y lo que no es ni una cosa ni la otra –sobre todo esto último– debido a la ausencia de referentes nítidos identificables por la ciudadanía.
Tirando de bibliografía se podrían acotar los espacios políticos, pero el personal ha rehusado al esfuerzo intelectual porque le es más cómodo que «se lo expliquen» los mismos que le aconsejan la compra de tal o cual producto o le meten por los ojos y los oídos las excelencias de Paquirrín o Belén Esteban. Así, hemos llegado a la política como un producto más de consumo y la mercadotecnia electoral ofrece las diferencias en los envoltorios a un electorado que, en general, está poco o nada interesado en el contenido. No es ya que los partidos tradicionales se beneficien individual o colectivamente de su presunto servicio público, como llevamos viendo desde hace décadas, es que son asalariados de los poderes finacieros y empresariales que, tras la caída del Muro de Berlín, se quedaron con el monopolio ideológico que, hasta ese momento, guardaba un cierto equilibrio entre los postulados económicos liberales y marxistas. Otro debate muy diferente sería entrar en la práctica de ambos sistemas llevada a cabo por países, digamos resumiendo, como EEUU y la Unión Soviética, auténticos campeones mundiales en muerte, represión y explotación humanas.
El proceso de Podemos es lógico que esté en pleno debate ideológico pues, como has podido comprobar en Lucena, reúne a gente variopinta que se caracteriza fundamentalmente por tener clarísimo lo que no quieren, lo viejo, y que a la hora de concretar lo que quieren se encuentran con algo novedoso y difícilmente manejable: la ausencia de una estructura rígida basada en el «ordeno y mando» y la infalibilidad de la palabra dada por un pope de Madrid o Sevilla. En ese sentido, en cualquier círculo de Podemos se aglutinan personas encajables en la derecha, en la izquierda, mestizas, mulatas, independientes, etc. por lo que, en estos momentos, la indeficnición general de Podemos permite que cada círculo se configure a sí mismo con cierta independencia y se produzcan aparentes contradicciones entre una zona geográfica y otra. Es lo que tiene la democracia participativa, la otra democracia, la de pensamiento único y disciplina de partido, ya sabemos cómo funciona y cuál es su finalidad.
Yo no soy votante de Podemos, pero participo en la medida de mis posibilidades en el proyecto que me parece muy ilusionante, aunque las ráfagas de utopía y el ciclón mediático que sufre la formación me producen una sensación agridulce porque el enemigo es fuerte, fortísimo, pero ladra, luego cabalgamos.
Salud
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