Otra vez. De nuevo los excesos son protagonistas de la vida pública española. Se vuelve a repetir la constante de irresponsabilidad y desprecio institucional hacia el pueblo que es la Marca PP. No dan tregua a la indignación, se superan a diario y, como la última semana, parecen estar inmersos en una competición interna donde se valora la incompetencia, la desfachatez y la impasibilidad sobre cualquier otro criterio.
Los escándalos encadenados pasan a un segundo plano ante la escandalosa actitud y las más escandalosas declaraciones de quienes dirigen la economía y la política nacional. Un día aparece la señora Oriol, expresando en voz alta lo que el Partido Popular expresa con su reforma laboral, y propone que la mujer renuncie a la maternidad ante el estruendoso silencio de los provida y la Conferencia Episcopal. La mujer en la cocina y con la pata quebrá.
Otro día se destapa la existencia de tarjetas opacas en el banco del oso desmadroñado como si la contabilidad opaca, negra y ensobrada fuese novedad en el PP, el PSOE, los sindicatos o la patronal, financiados todos ellos ilegalmente. Ante este escándalo, los dedos acusadores apuntan a cualquier lado excepto a quien permite y se beneficia de la estafa. La culpa, para el PP, es de Bárcenas y Blesa, los condenados son Baltasar Garzón y Elpidio Silva, y la necia ciudadanía estafada ha de tragarse semejante estupidez.
Y, por si no bastara, llega el ébola y, con él, el caos. La repatriación del misionero infectado ya anunciaba que el virus era observado en el microscopio electoral de Génova. En la oficina de tasación de Moncloa estimaron que su sotana bien valía fletar un avión medicalizado a pesar de que el único hospital de referencia del país había sido, por ellos mismos, desmantelado. Lo urgente era la foto de un gobierno sensible con un español accidentado en el extranjero, una foto que, casi al mismo tiempo, negaron al espeleólogo laico atrapado en las entrañas peruanas.
Murió el cura y, a Teresa, la COPE de la iglesia la ha enterrado, el piadoso ABC le ha hecho la autopsia y entre el Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid y la televisión de Cospedal la han descuartizado. Ana Mato, en su línea, mientras observa cómo visten a sus hijos y comprueba si en su cochera ha nacido otro Jaguar, de nada se ha enterado. Mariano, cada día más marioneta, dice que el ébola va bien y que sus colegas le han felicitado.
En las calles se ha debatido fieramente si ha sido oportuno el sacrificio del perro presuntamente contagiado o hubiese sido mejor aislarlo y estudiarlo. La autoridad, en este caso, ha cortado por lo sano. El ruido provocado por el perro ha tapado los más de 4.000 muertos cosechados por el virus en el empobrecido, expoliado y condenado continente africano y los medios españoles han tardado dos o tres días en dar la noticia de que la “dictadura” cubana ha enviado a 165 especialistas a luchar contra el ébola en Sierra Leona.
El gobierno tiene prioridades, como gastar un millón de euros en un desfile militar al estilo chino o coreano. Allí se ha juntado lo más selecto de la casta y de la caspa, a la sombra de la cruz y de la espada, en el enésimo desfile de una cabra. A los rezos y plegarias del católico gobierno se han unido las cabezas visibles del socialismo monárquico: Susana Díaz, pelele de la banca santanderina, y Pedro “sí, pero no; no, pero sí” Sánchez, socialista de hojalata. El mismo día nos enteramos de que el gobierno destina a la reconstrucción de Gaza poco más del doble de lo gastado por la banda de Bankia en vino, viajes, safaris o saunas.
Una semana agitada para un gobierno irresponsable, despreciable e impresentable.
La señora Oriol sigue en sus trece. Ayer, en el programa Espejo Público, dijo y repitió que «la reforma laboral se había quedado corta». O sea, que está convencida de su verdad.
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Todos siguen en sus trece: Mato dice que su gestión ha sido buena, Rajoy que estamos recuperando, EEUU se cargará el ébola a cañonazos, La Fundación Caja Madrid rechaza el dinero devuelto por la mafia, los médicos cubanos silenciados por las «democracias» siguen trabajando y Pedro Sánchez apoya la intervención militar tras proponer suprimir el Ministerio de Defensa. Los ricos cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres.
Salud
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Irresponsabilidad y una falta absoluta de ética impregnan a este gobierno y a la política en general. Escándalos diarios y discursos desde las altas esferas que menosprecian al común de la población, incluso a una persona enferma por cumplir con su trabajo.
En lo único que discrepo ligeramente de todo lo que expones en tu artículo es que el ruido ocasionado por el perro haya tapado las 4000 muertes en África. Las muertes en África por hambre, enfermedades o guerras se llevan tapando décadas por la indiferencia general hacia lo que no nos afecta directamente. Desgraciadamente creo que si no se hubiese contagiado ningún europeo o americano, los africanos seguirían muriendo por ébola en silencio y olvidados por la inmensa mayoría.
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Tratan a la ciudadanía, desde la verdad absoluta que les proporciona su pensamiento único, como una masa con el pensamiento tullido y la capacidad de crítica ausente. En ocasiones, parece como si se riesen de los destinatarios de sus mensajes sin importar el daño que sus afirmaciones y necedades puedan ocasionar.
Respecto a lo del perro, sólo trato de contrastar el ruido mediático que ha producido con esa desinformación interesada a la que certeramente haces referencia con que los medios olvidan al llamado Tercer Mundo, cuya capitalidad tal vez sea África, y que ya dispone de sucursales en la propia España. Recuerda a Ignacio González y Núñez Feijóo negando la desnutrición infantil en sus califatos. Recuerda al propio gobierno criticando los informes de Cáritas y acusando a no se sabe quién de que hay una campaña contra ellos con el ébola como arma arrojadiza.
Salud
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