Una España de mierda

mierda

19.000 niños mueren al día en el mundo, 6.000 de ellos por hambre, sin mellar las conciencias. La capa de ozono se diluye por el tubo de escape de la responsabilidad colectiva. El Ártico se derrite agitado en el cóctel de la indiferencia. El fondo de armario de la opulenta vanidad no tiene perchas para colgar la mano de obra esclava. La sociedad está educada para aceptar sus derrotas como algo inevitable, ajeno, incluso necesario.

El confort vital exige distanciarse de molestos compromisos y arrellanar los egos en la displicencia comunal. Cada individuo tiene un rosario de excusas, elaborado por quienes producen los desastres, para alejar remordimientos y disfrutar una felicidad efímera y acartonada. Los heraldos de las realidades incómodas establecen fronteras espacio temporales para los problemas globales y acentúan en cambio los locales.

El mundo en general es un basurero y España es una mierda. Los intereses industriales y financieros hacen agonizar el planeta en tierra, mar y aire, problemas percibidos como lejanos y por llegar. Los intereses de los políticos patrios, servidores de industria y banca, son más cercanos, más inmediatos y, quizás por eso, se toca a rebato y las conciencias se desperezan escandalizadas. La democracia española está podrida y en estado catatónico.

Parte de la ciudadanía, la mayoría, con encefalograma plano para ver la crisis como estafa, ha asumido el rescate de la banca como una bíblica plaga que ha diezmado la cosecha de sanidad, dependencia o educación durante años cultivadas. Resignación e impotencia contra el enemigo global. La ciudadanía estalla ante el enemigo local, cercano, mesándose los cabellos porque la casta mete mano a las arcas, sean públicas o privadas.

La corrupción no es excepción; la corrupción es el sistema, la seña de identidad del país, la Marca España. Hay artistas, empresarios, asalariados, autónomos, funcionarios, aristócratas, deportistas, justicias, banqueros, partidos, sindicatos, periodistas, gobernantes y gobernados, demasiados implicados y muy pocos imputados. Privatizan para empresas de militantes y allegados, conviven en consejos de administración y se ceden el paso en las puertas giratorias banqueros, empresarios, senadores y diputados.

Sobresueldos y cajas B, anónimas donaciones y tarjetas opacas, obsequios y sobornos, dinero cambiando de manos, son las piezas que componen el mosaico del desprecio y el desencanto. La conducta de Caja Madrid o Bankia no es un escándalo aislado, sino la esencia de la codicia puesta en práctica por la banca al mismo tiempo que la patronal exprime su esencia explotadora, ambas bien servidas por un partido neoliberal cuyas esencias son la acumulación de la riqueza y el desequilibrio social.

En medio del basurero, alzado sobre la mierda, Rajoy exalta a los suyos, los del Ibex y la banca, los que –como se aprecia todos los días– les pagan y regalan, proclamando la recuperación. Normal si la ciudadanía estalla viendo cómo gastan el dinero que en sus bolsillos falta, escuchando cómo mienten sin que les tiemble el habla, cansada de que ningún genio salga de la lámpara frotada. Lo demás, la infancia condenada, la naturaleza maltratada y la humanidad esclavizada, siguen a la cola para saltar la remota valla de la indignación.

6 comentarios el “Una España de mierda

  1. […] Una España de mierda […]

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  2. esparve dice:

    Ahora entiendo por que se dice de España el huerto de Europa, lo bien que se crían las hortalizas con semejante abonado.

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  3. Rubio dice:

    Lo mejor la frase España es una mierda en un mundo donde los estercoleros abundan allá por donde se mire.

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  4. 7 dice:

    Reblogueó esto en Raciozinando.

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