En Europa se recurre al tópico de la siesta para desprestigiar a los españoles. En España se invoca la siesta para denigrar a los andaluces. En Andalucía se practica la siesta como en cualquier parte del mundo, de mil maneras, en cualquier lugar, cualquier día. Sólo cabe defenderse cuando se comete un delito y descansar después de comer no es una cuestión de justicia, sino de sentido común hasta para la rígida mentalidad alemana.
La siesta son veinte minutos de descanso, de desconexión con la realidad, para recargar el cuerpo y la mente y continuar las rutinas cotidianas. Hiperbolizar la siesta, como se hace, es convertirla en tópico con aviesas intenciones. Veinte minutos de descanso son saludables, a diferencia del pasivo consumo televisivo o la estéril dialéctica de sobremesa, dos vicios a los que suele dedicar más de cuatro horas al día cualquier español o española.
Los españoles se quejan de que la democracia se reduce a votar cada cuatro años y no es así. Nadie obliga a votar y después pegarse una siesta de cuatro años, es la democracia la que debería quejarse de que los españoles quieran que sea así. Es como si, después de almorzar el primer día laboral del mes, el trabajador echara una siesta de treinta días, motivo justificado para el despido sin indemnización, un exceso.
La participación ciudadana es vital para controlar la realidad y más de cien formas de hacerlo aguardan, al alcance de cualquiera, precintadas por la abulia generalizada. En cualquier hogar se encuentra una tarjeta del Carrefour, un carnet de fútbol o cuotas de alguna cofradía, pero extraña la presencia de cuotas de la asociación de vecinos, carnets de la AMPA del colegio o tarjetas de colectivos sociales. A diferencia de éstas, las primeras no alteran la siesta.
Participar en política está peor visto que siestear desde la idea de que todos los políticos son iguales, un estereotipo válido para quedar al margen, que sean otros los que pringuen y adoptar la dialéctica de sobremesa en tabernas o peluquerías. Cortando trajes con la lengua o poniendo peros, los españoles no tienen rival, siempre desde la barrera, con legañas en las neuronas y pereza para el análisis. El resultado son gobiernos del PSOE o el PP, partidos con esclerosis terminal.
Participar en política es, sin embargo, adoptar la siesta como método eficaz para prevenir el letargo social. La limpieza del barrio, las goteras del colegio, la gestión del agua o la atención de personas dependientes no son problemas que se solucionen solos y que afecten en exclusiva al ojo de una alcaldesa, un concejal o una diputada. Son tareas ciudadanas que exigen participación para que el resultado se ajuste al deseo de la mayoría. Delegar en los elegidos y echarse a dormir es una irresponsabilidad de difícil renuncia.
Partidos y sindicatos conocen la necesidad de la siesta y mecen la realidad para evitar que la gente despierte. Un pueblo despierto, descansado, activo y participativo habría evitado que las élites políticas y sindicales se hubiesen despreocupado de él y entregado a la corrupción y el mal gobierno como han hecho. Un pueblo despierto, descansado, activo y participativo puede evitar que se repita. Si se continúa como hasta ahora, la siesta de la democracia seguirá siendo la misma pesadilla.
Bajo mi humilde punto de vista la siesta democrática no solo viene del depósito del papel en la caja, cada cuatro años
Considero que la larga siesta comienza en el año 78 que unos cuantos personajes hicieron una cosa a la que llamaron Constitución Española y nos dijeron que si la ratificábamos se iban a acabar todos nuestros problemas porque seríamos libres.
Muchos se lo creyeron y se acostaron a dormir plácidamente
Su despertar fue una pesadilla.
Los financieros les dijeron a sus señorías que a la carta del 78 había que adornarla con un artículo que se podría resumir en lo siguiente:
Por encima de todo, incluso de tu hambre está el pago de los aeropuertos sin aviones, AVEs y otos muchos desaguisados cometidos por los que vivimos por encima de vuestras posibilidades y ahora hay que devolver la pasta.
A pesar de eso decidieron que si seguían de siesta cuando despertaron se habrían arreglado.los problemas
En caso contrario se juntarían cuatro amiguetes en el bar delante de unas cervezas, cubatas o…..y buen partido de fútbol todo quedaría arreglado.
Esta situación continuó hasta que el 15m, se juntaron en la Puerta del Sol de Madrid y en otras muchas plazas de España y del mundo unas cuadrillas de perroflautas, a las cuales nos unimos mas y decidimos que esta no es la Constitución que queremos ni un gobierno bipartito PPsoe ni sus líderes.
Queremos ser ciudadanos que decidimos libremente a quien queremos que nos represente no a profes que tienen decidido que es lo mejor para el ciudadano.
Sin embargo está la mayoría silenciosa, de Mariano, que se queda en su casa, mientras la tengan
Así nos luce el pelo
Salud
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Por ahí van los tiros. Los profesionales de la política decidieron hace más de treinta años volver a recuperar el poder para aprovecarse de nuevo de las prebendas y el beneficio propio. La gente está más que harta y emplean los mismos métodos que el franquismo para que todo siga igual: mentiras, manipulación, garrote y cárcel para los desafectos. En esas estamos mientras se ha caído el edificio social y vemos desmoronarse el edificio de la vieja política de puro viejo y desfasado.
Salud
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Y cuando la sociedad civil despierta, se moviliza y se organiza políticamente (como Podemos o Guanyem Barcelona), entonces saltan las alarmas y los que viven (muy bien) de esquilmar la democracia los acusan de neofascistas, etarras o nazis. Tienen mucho miedo porque por primera vez ven plausible que se les acabe la fiesta, y tienen tanto que esconder…
Saludos.
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El miedo real que tienen los neofascistas y nazis que ocupan el poder no es tanto al enemigo político como al enemigo social que se han creado.
El miedo real es que se audite la deuda pública y se estime legalmente conveniente que la paguen quienes la han producido y contraído. Miedo a que se auditen las cuentas de ayuntamientos y diputaciones y salgan a la luz con transparencia los miles de Gürtel y EREs que esconden PP y PSOE en cada sitio donde gobiernan.
El miedo que tienen es que la ciudadanía decida rescatar servicios básicos como el agua y ambos partidos pierdan la oportunidad de recibir prebendas y sobres de las dos multinacionales que controlan el agua española.
Son muchos los miedos que tienen y la respuesta puede ser terrible.
Salud
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