Horca para asesinos de milanas bonitas

santosinocentes

Hay gestos repudiables desde el punto de vista racional que, tras dura briega con la sinrazón, son percibidos como un culmen de la humanidad. El unánime y espontáneo aplauso del público ante una escena que muestra el cuerpo de un ser humano colgado de una cuerda bajo la copa de un árbol puede no ser una muestra de barbarie. Un cuello estrangulado puede ser una apoteosis épica si el colectivo social lo identifica con las manos que estrangulan la convivencia.

La patronal y el gobierno degradan al ser humano a la categoría de utensilio sin dignidad, como hace el señorito Iván en Los santos inocentes. Los trabajadores de este país se alquilan por meses, semanas, días y hasta por horas, prostitución laboral en la que el patrón desdeña el placer obtenido por el trabajo bien hecho. El trabajador siente sobre su cuello la presión asfixiante de horarios eternos y futiles salarios que le ahogan. La España de Rajoy es Paco el Bajo asumiendo el sometimiento como ley de vida.

El modelo civil y espiritual propuesto por Gallardón y los obispos a las españolas es el de Régula, modelo de sufrimiento, de rabia reprimida, de humildad, de inagotable paciencia, de sumisión. “A mandar, para eso estamos”, repite una y otra vez en la pantalla de la realidad la mujer enlutada por dentro y por fuera como una letanía mecánica, irracional, ancestral. La española del siglo XXI no decide sobre su vida, ahorcada por la exclusiva dedicación a la familia, y tampoco sobre su cuerpo, estrangulado por feudales caprichos de ministros de un dios y un rey.

En el relevo generacional bullen hormonas y rebeldía ante la cotidiana opresión que sufre el viejo y dócil cuello familiar. Quirce y Nieves son un problema para unos padres que no pueden ofrecer más que miseria y una amenaza para los señores por mostrar orgullosa conciencia de sí mismos. Los jóvenes cuestionan la jerarquía social, el poder del señorito, y optan por hacer las maletas para viajar a ninguna parte, movilidad exterior fuera de un entorno irrespirable, emigración es la propuesta de Fátima Báñez.

La Niña Chica es un desgarro personal y social, la condena civil y espiritual hecha carne –nada más– para recordar, a una familia de profundas creencias y arraigadas carencias, que el designio divino es inapelable para los parias, los pobres de solemnidad. Es el modelo propuesto por Ana Mato y Cospedal al desmontar la ley de dependencia, costosísimo cargo social, según la fe neoliberal, para familiares castigos: a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga y que la beneficencia mitigue el nudo en el cuello de la familia bendecida con semejante don.

El buen salvaje inocente, Azarías, es una averiada herramienta identificada con la milana universal, un símbolo de la libertad sin más pretensión que la expresión profana de un inocente espíritu no contaminado. La «milana bonita» es la ciudadanía, inocente soñadora de un mundo posible cuyo vuelo molesta a insaciables cazadores sin alma que la ven como piezas a abatir con certeros disparos. Alguien que dispara a la libertad no merece, en el imaginario colectivo, más que la horca.

Para el señorito Iván, señorial cazador totalitario, trágica semejanza con los últimos jefes del estado español, tal vez la horca es un destino dulce comparado con los deseos de un público ahorcado lentamente desde antes de tomar asiento en la butaca. De ahí la pertinencia de los aplausos y la orgía de adrenalina desatada ante la sinrazón colgada de un árbol por un verdugo de inocente naturaleza.

Azarías somos todos, la milana también. El nudo corredizo aguarda al señorito Iván y, cuando sus pies inertes bamboleen, un merecido aplauso estallará.

 

10 comentarios el “Horca para asesinos de milanas bonitas

  1. felix dice:

    Me pregunto lo siguiente
    A la vista de la publicación en el BOE de la nueva forma de estado de excepción.
    ¿Hasta cuando vamos a seguir aguantando a señoritos, ultracatólicos y defensores de vírgenes y movilidades exteriores?
    Si les damos tiempo nos impondrán, cosa que están haciendo su particular imperio del terror.
    Salud

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    • Verbarte dice:

      Creo que la capacidad de aguante del pueblo español es ilimitada y ellos lo saben.

      España es un país sin revoluciones, un país que agacha la cabeza hasta lo insufrible y que llegó a gritar lo de «vivan las cadenas».

      Un país para exiliarse.

      Salud

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  2. La horca que esperamos para ellos es un humillante banquillo, preludio de años a la sombra sin indultos salvadores. Saludos.

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  3. Past dice:

    Esto no es artículo, sino una lección magistral de literatura aplicada al periodismo político y social comprometido. Y a pensar que para eso estamos, o deberíamos estar.

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    • Verbarte dice:

      Leer un libro, ver una película, mirar un cuadro… de poco sirve si no se indagan los porqués, si no se analiza el cuándo, si no se absorben las palabras, las imágenes y las pinceladas. A partir de ahí, el traslado de los mensajes en el espacio y en el tiempo proporcionan nuevos placeres.

      Salud

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  4. salvela dice:

    Muy bien expresado.

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    • Verbarte dice:

      La realidad es fácilmente comprensible cuando se obseva sin anteojeras, no hay más que mirar alrededor para ver el libro, la película o el cuadro.

      Salud

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  5. Juan dice:

    Magnífica entrada. Una gran entrada como reconocimiento a una gran novela y a una gran película. La crisis como despertador social, como expositor de las miserias de los poderosos y auditorio para las soflamas más soporíferas. En esta crisis, como en la novela, Azarías y los suyos, es decir gran parte de la ciudadanía, no son asesinados por vía expeditiva, sino que son sometidos a una muerte lenta mediante la degradación a que son/somos sometidos por sus/nuestros opresores.

    Sobre nudos corredizos, cuerpos inertes y aplausos, fuera del plano metafórico, me resultan estremecedores. La mejor soga, para ellos, sería nuestra toma de conciencia, nuestra pérdida de la inocencia.

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    • Verbarte dice:

      Ha habido y hay magníficos e imprescindibles fotógrafos sociales en todos los ámbitos de la cultura española que, lamentablemente, han de competir en los cerebros nacionales con excrementos de la magnitud de Sálvame que cumple estos días cinco años de emisión.

      El señorito sabe que la masa se contenta con poco, una limosna de vez en cuando, y que tiene pánico a las armas, por eso no cesa de airear el fantasma etarra, viste la jefatura del estado con uniforme militar y trata de relacionar al republicanismo con el horror y la muerte que él y sus ancestros sembraron en España.

      Algo se está moviendo y las manos tiemblan con la emoción previa al aplauso.

      Salud

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