Podemos la ha liado, ¡y de qué manera!, con sus resultados electorales. Ya no se habla de Europa, lo del PSOE no interesa, liga y champions son agua pasada, ni siquiera el no celibato del Papa llama la atención. Todo el mundo habla de Podemos con ese don de lenguas que la naturaleza ha regalado a los españoles. Se ha dicho de todo, sólo le falta una canción para ser portada de la revista TIME, aunque ya lo fue hace tres años sin que la casta política parezca haberse enterado.
Desde que el PP llegó al poder, profesionales de la salud, la enseñanza, la minería, la pesca, la farándula, cualquiera que piense de distinta manera, son (somos) violentos radicales de extrema izquierda. La coleta de Pablo Iglesias, ¡cómo no!, es la evolución natural de la perilla de Lenin, el bigote de Stalin y las barbas de Bakunin. Ya lo saben: los 1.245.948 ciudadanos que han votado a Podemos, y los 1.562.567 que lo han hecho a IU, han votado a la extrema izquierda.
La indigestión electoral ha provocado eructos en el PP, flatos en el PSOE y un ladrido que llama la atención. A Rosa Díez, nómada del limbo ideológico, le ha resbalado una neurona hasta la lengua y ha comparado a Podemos con el partido de Le Pen. Tras la carcajada al escucharla, casi de inmediato, se encoge el corazón y el cerebro se nubla ante la pregunta que subyace en sus palabras: ¿dónde está la extrema derecha española?
La extrema derecha asoma peligrosamente en Europa, en Francia con más de medio cuerpo fuera de la ventana, y en España apenas ha sumado 322.000 votos entre seis candidaturas. ¿Dónde está la ultraderecha patria? Esta incertidumbre, este prodigio de moderación de los hijos de buena estirpe, confiere celestial bondad a la derecha española, la derecha como dios manda. En España sólo hay extrema izquierda, eso sí, con casi tres millones de votos y más que vienen de camino.
En España no hay patriotas con los cerebros rapados, por fuera y por dentro, y armados de bates de beisbol para herir o matar emigrantes. No hace falta. Fernández Díaz, cumplidas sus diarias obligaciones espirituales, ordena y dispone que sea la Guardia Civil quien realice tan sucio trabajo sacudiendo concertinas que hieren o disparando pelotas que matan. Y sus votantes lo aplauden, esa parte de sus votantes que encajarían en el Frente Nacional o Amanecer Dorado. Son millones.
En España no hay escuadrones que atiendan en exclusiva a españoles. De excluir y desatender las necesidades sanitarias de los que llegan, los que se salvan, se encarga Ana Mato y va más allá que Le Pen proponiendo que se desatienda a los españoles emigrados. De negarles otros derechos, se encargan los padrones municipales en manos del Partido Popular. Y quienes votan eso escogen, también a millones, papeletas de la gaviota.
En España no hay partidos neonazis, sino un partido neofranquista que mantiene símbolos y nombres de la dictadura en sus corazones, en las calles y en las plazas. El ministro Wert es un exponente de la españolización a lo Una, Grande y Libre inculcada en la escuela nacionalcatólica que prepara. Y las Nuevas Generaciones, consentidos flechas y pelayos, son un hervidero de saludos, banderas y proclamas al más puro estilo de las hitlerjugend alemanas.
Ya lo dijo Fraga en 1977: “Alianza Popular ha sido concebida como lo que es: como una fuerza política que se niega a aceptar la voladura de la obra gigantesca de los últimos cuarenta años”. En esas estamos. El miedo a un partido sin corrupción, transparente y formado por personas de la calle es lógico para la casta. Aire fresco por fin en las urnas. Otra política es posible, aunque sea de extrema izquierda. Nuestra esperanza es su amenaza.
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Las vomitonas y ladridos de los que tildan a Podemos de ultra esto y ultra lo otro, a pesar de que intentan desprestigiar como siempre lo han hecho, insultando y manipulando con demagogia hasta decir basta, algo deben temer cuando han salido en tromba a atacar con tanta saña. Da asco oírlos o leerlos.
En este país, de reacciones viscerales, se intenta “convencer” en plan hooligan, sin respeto al otro y sin argumentos o debates inteligentes y razonados.
Si según ellos es un partido de hippis que no representan a nadie y no tienen pedigree, al menos tienen el beneficio de la duda. El voto a su favor es un aviso de que ya estamos hartos de los que sí llevan años demostrando que no merecen la confianza ciudadana por chorizos, mentirosos, prepotentes y defensores de los que más tienen.
Ojalá ahora sí, ahora podamos quitarnos de encima de una vez a la casta caciquil que ha estado mangoneando desde siempre. Ojalá que, como ha pasado en otros momentos de la historia en que el pueblo ha querido levantar cabeza, ese cambio que se atisba no sea abortado por los de siempre (aunque ellos estén en contra del aborto, claro…).
…).
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La descomunal ceguera de la casta política profesional sólo es comparable a su descomunal ambición y su descomunal desprecio a la voz de la calle, de quienes les votan.
El segundo éxito de Podemos es haber conseguido integrarlos a todos en el mismo coro con las caretas quitadas.
Salud
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Muy buen análisis, Verónica. Como siempre. Era tan previsible la reacción de los políticos profesionales, de los apasionados de las puertas giratorias, que produce sorpresa que puedan llegar a ser tan estúpidos. Que sigan así, PODEMOS no podía esperar una mejor y más amplia campaña publicitaria. Aunque sólo sea por la rabia que la casta provoca en tantos millones de personas que normalmente se abstienen de puro hastío, los «bolivarianos» (Felipe no podía ser menos que los otros bocachanclas) han sumado en dos días otro buen par de millones de votos. Esto se va a poner «divertido». Saludos.
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El enemigo es fuerte. Jamás había visto tal despliegue por parte de los profesionales de la política y sus voceros para disparar sus cañones a una mosca cojonera. Tal preocupación es una muestra más del apego que tienen a los escaños y una muestra más de que actúan movidos por intereses que nada tienen que ver con la situación real de la calle.
Esperemos. En las próximas semanas se verá si consiguen su objetivo de matar al partido perroflauta. La lapidación ya ha comenzado.
Salud
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