La sociedad precisa de relatos fabulosos, más eficaces los de tradición oral, para comprender y asumir la realidad. Las abuelas han sido apartadas de este menester y sustituidas por la máquina de relatar en que se ha transformado la televisión. Decía el presidente Maduro que las telenovelas educan en la violencia. Los telediarios, dictados desde consejos de administración o de ministros, han educado, un sábado entero, a España a cuento de la infanta.
España es un lejano país con reyes, duques, princesas, infantas, marqueses, príncipes, condesas, herederos, barones y corte, mucha corte de recaudadores, edecanes, ministros, prestamistas, conspiradores, felones, obispos, sacristanes, medradores, verdugos, guardias, justicias y bufones. Muchos bufones. El cuento de la España de nunca acabar es el relato de un pueblo empobrecido, reprimido y acosado desde las instituciones feudales y cortesanas que deciden su realidad.
El rey tiene problemas de linaje, de cetro y corona, de calzas, de arcas y de real espada. En la calle se murmura que el rey es un problema entre mofas y befas de las andanzas monárquicas como escape de la depresión cotidiana. Hasta la bufona de moda ha sido investida “princesa del pueblo” por los pregoneros oficiales del reino para deleite de los nadies que aspiran a resolver su miseria creyendo al pie de la letra la fábula de Belén Esteban.
La infanta que optó por nupcias plebeyas, con rubio y renombrado acróbata que la cautivó metiendo goles con la mano, está triste. Triste, pero enamorada de su destino. “Donde fueres, haz lo que vieres” le habían repetido sus mayores al empalmado duque que, desde la carroza real, atisbó un universo alternativo donde perfeccionó con maestría el arte de meter la mano. El duque ha cometido un penalty decisivo y su equipo al completo debiera pasar por el banquillo.
Moncloa ha movilizado sus huestes en defensa del castillo de su rey. El justicia mayor del reino ha dictado orden de rescatar a la infortunada infanta, inocente princesa con pedigrí, de conspiraciones y bajezas. El recaudador del reino ha ordenado disfrazar sus caudales y tesoros. Un arzobispado ha dicho a la mujer “Cásate y sé sumisa” y los leguleyos han encontrado ahí, gracia divina, la base para su defensa. La infanta ha actuado por Dios, por la Patria, por el Rey y por Amor, ciego amor.
El rey su padre sufre este martirio añadido a su regia edad, su salud, sus tareas y la luz tricolor que se insinúa en sus dominios. El pueblo escucha el relato palaciego y aprende que reyes y obispos, nobleza y clero en medieval connivencia, son de este mundo. La ciudadanía despojada contempla la desnudez del rey, no su transparencia, y la de un gobierno opaco, sordo, ciego y mudo ante el que sólo cabe actuar como en Gamonal: “¿Quién mató al Comendador? / Fuenteovejuna, Señor / ¿Quién es Fuenteovejuna? / Todo el pueblo, Señor”.
La sociedad está sobrada de relatos y triquiñuelas tendentes a falsear la realidad. Al cuento de la monarquía se suma el de Rajoy y sus emisarios en el País de las maravillas, La isla del tesoro de los mercados, La lechera de la patronal, Los tres cerditos de la banca, Pinocho en el Congreso, El sastrecillo valiente de Fernández Díaz o La Biblia en pasta de Wert y Gallardón. Exceso de fábulas para una ciudadanía que debe, porque sabe, construir su propio relato al margen de cuentacuentos interesados y realidades impuestas. Botella también lo sabe: en la calle está la revolución, un peligro para la corte.
Enhorabuena por el artículo.
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Gracias
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[…] la marca España cotiza a la baja por la infanta sumisa o por un ministro encubridor que admite casos puntuales en los que se vulnera la ley, es algo […]
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Reblogueó esto en Raciozinando.
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En el duelo de la palabra las armas con baños de falsedad se vuelven de cartón mojado que se tornan imbéciles frente a argumentos de aplastante criterio y sucumben quedando solo el esperpento y el disparate, eso hace verbarte, con su afilado verbo la pluma se torna mas fuerte que la espada.
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Gracias, Francisco, por leer y por pensar.
Salud
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Son todos culpables: los ladrones y quienes se empeñan en defender (o creer en) su inocencia. Me da igual cuál sea el veredicto, para mí son todos culpables. Es hora de decidir si queremos continuar viviendo en un régimen feudal o si sacamos de una vez por todas a la democracia de esa caja dorada donde la tienen secuestrada. Saludos.
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Es curioso que hoy la infanta ya ha regresado a un país que acaba de rechazar la entrada de extranjeros europeos si éstos no tienen depositadas en sus bancos cuantiosas y oscuras cantidades de dinero.
Salud
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Es difícil ponerle pegas a este artículo que me resulta magnífico, como casi todo lo que escribes.
Saludos
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Te nominé. Aquí los detalles. http://salvela.wordpress.com/
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Gracias por el detallazo. Gracias por leer y por pensar.
Salud
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Solo me queda aplaudir ante esta denuncia tan bien realizada. Suscribo todo lo expuesto.
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