¿La calle? -Al fondo, a la izquierda

La-calle

Desesperadas a medias y a medias contenidas, las familias, las personas, aspiran inquietas a que suceda algo muy distinto a lo que se vive y no menos pertinente, a que su realidad cambie. Han identificado la causa de la angosta coyuntura -es financiera la estafa- con sus actores y sus tretas. Han observado la conducta de los estados y sus partidos hegemónicos, sumisos y conchabados, y sufrido sus efectos. La ciudadanía ha concluido que los resortes para mover la realidad son diferentes a los usados por gobiernos y partidos. Y se ha echado a la calle.

15 M, mareas, escraches, gritos, pancartas y Gamonal. La dignidad se bate en el asfalto, en franca inferioridad, ante la ignominia fósil de la obsoleta política actual. El acto de votar se antoja extraño, ajeno, cuando los candidatos hablan lengua distinta a la del electorado y no comprenden lo que escuchan ni lo que platican se entiende. La calle se expresa y todo ser humano, excluidos gobernantes, sabe bien lo que necesita, pide y reclama.

La calle no es lo que era. Virtud de mal gobierno es que epítetos malsonantes sanen de su artero uso y doten a las palabras de justo significado. Perroflauta, radical, violento, comunista o republicano, adjetivos todos para la presunción de culpabilidad practicada por el Partido Popular, han acabado en sinónimo de vecino, amigo, colega, paisano, trabajador o parado, todos defensores del bien común en el frío de las noches y en el calor del verano.

Impecables corbatas y trajes bien cortados han pasado de moda como los engolados cuerpos que los visten. Anárquicas rastas, coletas apresuradas, abandonadas barbas y tatuadas pieles perforadas están en la calle, codo a codo, garganta a garganta, pancarta a pancarta, junto a jubilados, estudiantes, enfermos o desahuciados, hablando de su presente, reclamando un futuro y hartos de representantes que habitan el pasado. La calle ha cambiado y ahora se llena de gente convencida de ser ella, sólo ella, la palanca del cambio. El único y posible cambio.

Pequeñas y grandes victorias, bulevard, sanidad madrileña, son el pulso de la calle que no ha de cesar siendo, como es, justo y necesario. El sonado rechazo a una ILP con 1,5 millones de firmas por respaldo ha dejado en la calle la permanente voz de Stop Desahucios, y muchas más voces. La calle toma la palabra, y la palabra la calle, evidenciando el irrespetuoso silencio, cuando no suntuoso desprecio, con que atienden los políticos al pueblo desaliñado.

La calle ha cambiado y han de cambiar, a su mismo paso, las instituciones y las personas que dicen representarla, comenzando por Congreso y Senado. Larga lista. El recurso a las primarias, botox sobre ideas maquilladas, huele a trampa de novedoso aroma participativo. En los camerinos del PSOE decoran la democracia para quebrar sondeos a la caza del voto, alcanzando la cumbre Susana Díaz, vencedora de primarias donde ni urnas hubo. Para lo mismo, en Génova, practican la cesarista proclamación de candidatos: esta es la foto y para ella el voto.

Más allá del bipartidismo, se ha descubierto que una rasta, una nariz perforada, una coleta o una ausencia de corbata, además de incorrección indumentaria, aportan personas, colectivos, ideas y programas a la calle y desde ella. Y se hace en lengua sujeta a general comprensión, con palabras llanas y plurales pensamientos propios de personas de barrio, cercanas, algo estrafalarias, humanas. Sin pretenderlo, la ciudadanía pisa el suelo político en el espacio denostado por el bipartidismo, al fondo a la izquierda. En ello se anda. Para empezar, algo de democracia.

2 comentarios el “¿La calle? -Al fondo, a la izquierda

  1. TMM dice:

    Me temo que ese «al fondo, a la izquierda» esté tan al fondo que reulte practicamente imposible de encontrar. La izquierda española, la que está más allá del PSOE, lleva años siendo una jaula de grilllos, grupúsculos con más nostalgía que ideas; con más Internacional, puño izquierdo en alto, que mirada hacia el futuro. ¿Está en la calle esa izquierda que demandas? Yo no intuyo más que hartazgo resignado, pero lo que se dice chcicha, muy poca. No deja de ser una percepción.
    Saludos.

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    • Verbarte dice:

      La izquierda, en cuanto viste uniforme ideológico deja de ser izquierda, como le ha sucedido al PSOE. Más a la izquierda, donde se escuchan los grillos, es el lugar donde confluye la ciudadanía gritando y defendiendo lo que gobiernos del PSOE y del PP le han hurtado. Aún se ven en alguna manifestación o en alguna marea, militantes socialistas que acuden a levantar el puño sin avergonzarse de quienes les rodean.

      Es ahí, en ese extremo apartado, donde el gobierno ha ubicado al pueblo que se le rebela y es ahí donde se pueden producir efectos distintos realizando propuestas diferentes a las del bipartidismo. El hartazgo resignado se conforma consumiendo fútbol y varietés para pasar el trago, pero hoy hay muchas personas que afrontan las heridas recibidas a pie de calle, pancarta en mano.

      Esa es la esperanza y mi demanda, que el pueblo siga alzando su voz y pruebe salidas diferentes. Las tradicionales ya sabemos cómo funcionan.

      Salud

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