No soy racista, peeeero…

concertina

Cuando alguien quiere expresar una idea en un contexto que considera adverso, suele recurrir a la socorrida conjunción adversativa para rebatir de antemano cualquier reacción en contra y evitar incómodos debates. Es un poco como lo de ponerse el barro antes de que la avispa pique, una absurda precaución, sobre todo si no hay más barro a mano. Las ideas que pican suelen ser espinas del pensamiento, púas de la conciencia o aguijones ideológicos cuya única misión es facilitar la entrada de veneno en el prójimo.

El “pero” se suele utilizar para evidenciar las grietas por donde calan las ideas renegadas inmediatamente antes. Así, la fórmula completa suele ser “no soy _ _ _ _ _ _, peeeero…” donde se enfatiza lo que realmente se piensa prolongando acentuadamente la “e”. A partir de ahí, el discurso fluye como algo ajeno a quien lo pronuncia, con una presunta complicidad del auditorio que, en caso de fallar, deja la puerta abierta para una huida decorosa. Las convicciones expresadas mediante contradicciones reflejan una voluntad de picar, incordiar y, en última instancia, envenenar.

El español medio proclama que no es machista, derechista, izquierdista, egoísta, clasista, consumista o racista, peeeero… y pasa a expresar ideas aliñadas con machismo, derechismo, izquierdismo, egoísmo, clasismo, consumismo o racismo. El español medio no se considera públicamente racista a pesar de nuestro refranero, de nuestra actitud hacia la inmigración, de nuestro vocabulario y de nuestro comportamiento en la intimidad. Nos gusta sentirnos reconocidos como pueblo multicultural, amigable, solidario, fraternal, acogedor, abierto y accesible, peeeero…

Los españoles somos capaces de arriesgar la vida en una playa socorriendo a los supervivientes de una patera naufragada y, al día siguiente, vituperar en la intimidad de una peluquería o en una terapia de taberna la Ley de extranjería. O exigir el éxodo masivo de inmigrantes que saturan los consultorios, bajan el nivel educativo de las escuelas, no pagan impuestos y han venido a nuestro país a robar. O imponerles la renuncia a su cultura y sus tradiciones para integrarse en una cultura de nazarenos sangrantes o animales maltratados.

No soportamos las mezquitas en un país donde la Iglesia Católica explota en exclusiva el negocio de la fe. No aguantamos coloridas indumentarias, velos o túnicas talares en un país postrado a los pies de Zara, Mango o El Corte Inglés. No aceptamos otras lenguas en la calle que no sean el inglés, el alemán y, en su defecto, el castellano. Nos cuesta admitir un moreno de piel que no responda a los rayos UVA de la playa o del solarium. Somos multiculturales, peeeero…

Nadie con dos dedos de sentimientos ha permanecido impasible ante el desastre, magnificado por los medios de comunicación, de Lampedusa, peeeero… ocurrió en Italia. El estómago español es capaz de simultanear el corte de un carpaccio de ternera con imágenes de brazos, piernas y rostros sajados por las cuchillas, colocadas por el gobierno en la valla de Melilla, sin tener que recurrir a la sal de fruta inmediatamente. El melodioso nombre de “concertina” para referirse a las cuchillas tal vez responda a un deseo de esquisitez gastronómica para mitigar la crudeza y la crueldad de esta forma de atentado contra la humanidad.

En el entorno público, la parte racista de la españolidad se refiere al asunto con el consabido “no soy racista, peeeero…” para justificar un hecho de lesa humanidad, un acto de salvajismo material amparado por el salvajismo ideológico. En el entorno privado, esa parte de la españolidad se manifiesta sin “peros” y busca con peligroso anhelo un líder xenófobo que exprese por ella sus ideas, como ha sucedido en Grecia, Francia, Italia, Austria y más de media Europa, liderazgo racista en el que destacadas personalidades del Partido Popular y otros grupos minoritarios hacen sus pinitos cada vez que pueden.

No soy pesimista, peeeero…

9 comentarios el “No soy racista, peeeero…

  1. […] nadie, como los llamara Eduardo Galeano, contra las personas y el derecho a circular libremente. Para mitigar la crudeza y crueldad de este atentado contra la humanidad, las llaman concertinas. Son cuchillas, cuchillos y puñales, para que no pasen los […]

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  2. […] No soy racista, peeeero… […]

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  3. jcromero dice:

    Más que racistas, segregamos por el poder adquisitivo de las personas. Actores, cantantes o deportistas de élite nos los rechazamos; quienes llegan con los bolsillos llenos de «petrodólares» no tienen problemas para construirse magníficas mansiones. Pero quien huye del hambre o de la guerra, quien busca mejores condiciones de vida, después de pasar las fronteras naturales y sortear las artificiales que le hemos construido para rechazarlos, se encuentran con nuestra indiferencia primero y luego con eso de la caridad que tanto conmueve a los hipócritas.

    Como siempre un lujo de post.

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    • Verbarte dice:

      Incluso en el caso de los adinerados aflora el racismo. El personal de a pie que visita Marbella para hacerse fotos e ilusiones, comenta con racista envidia: «todo esto es gracias a los moracos del petróleo: En los estadios de fútbol, sanatorios mentales de fin de semana, la grada usa el racismo para desestabilizar a la estrella deportiva y bancaria del equipo contrario. Hasta Obama es un negro o un negro desteñido para quienes ilusamente piensan que es comunista.

      Pero sí es verdad que se les admite gustosamente como socios en clubes a los que yo nunca pertenecería.

      Salud

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  4. Somos ambigüos, duales, poliédricos, no planos, no maniqueos.

    Yo creo que es violencia, sesgo, obligarnos a definir nuestra conducta e ideosincrasía general en un test de preguntas cerradas, sí/no, blanco/negro, bueno/malo, verdad/falso, izquierdas/ derechas, nacionalista/ independentista” (nacional de provincias), católico/budista/islamista/xtiano o ateo, …
    Machista/ machista, hembrista/ hembrista, xenófobo/ xenófobo, “racista”/ no racista”… y definirnos monocramente eludiendo la realidad llena de diversas y numerosas situaciones en las que actuamos diferente dependiendo de muchas variables

    Y, cuando nos enfadamos con una demanda de ayuda al ayuntto y te rechaza, al inem/ae/lanbide y te rechaza, a caritas y cruz roja.. y descubres que hay pactos políticos para que hagan una política discrimitoria de ayuda favoreciendo a personas inmigrantes, de etnias … y a ti te amenazan con la calle, y otras maldades y tienes que seguir viviendo la multiviolencia de género, social, labora y funcionarial,….
    Cuando vivo esto y no comprendo que la política social central es basicamente racista ligadas a empadronamientos locales, e inventadas para que la población no se mueva y se mueve a otra provincia, queda brutalmente, criminalmente desasistida porque han implantado también el racismo en la política social de base, para “exterminar” a la población precaria, cuando no vemos que los políticos son psicópatas que nos están robando los recursos coreamos sus discursos agresores, “cuando nos reducen la charca de la que bebemos y nos queda un vaso, señalamos a todo el mundo como timador, estafador, criminal, porque has bebido un trago y no necesitas, te corresponde una gota, tú eres alto, bebe de las nubes, el agua es sólo para niños y mujeres x..”
    Cuando no conoces que los albergues municipales rechazan a todos y les echan a la violencia del invierno y la exclusión a personas nacidas aquí de ascendencia nacida aquí y personas nacidas aquí de ascendencia nacida en otro país o provincia y personas nacidas en otro país o provincia de ascendencia nacida aquí, y personas no nacidas aquí de ascendencia no nacida aquí….., a todos nos excluyen, pero si no nos damos cuenta, concluímos que el otro sobra para que no sobres tú.

    (“Otras nacionalidades. Nacionalidad” una trampa del lenguaje, formaciones verbales venenosas normalizadas, nuestra lengua materna)

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    • Verbarte dice:

      Tú lo has dicho: hablamos de personas en sentido amplio, de seres con cabeza, tronco, extremidades y capacidades intelectivas. En cuanto añadimos cualquier otra etiqueta, estamos señalando quién sobra y quién no. Por lo demás, existen demasiados bulos circulando que no responden a la realidad. Estos bulos están encaminados a meter el veneno en la vena social indicando que el «otro» nos perjudica con su sola presencia. En otros países, el «otro» es una persona con pasaporte español que también es vista con ojos xenófobos y carga con los bulos sociales extendidos en cada país.

      Salud

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  5. José dice:

    Como siempre, al leerte, no se me ocurre ninguna otra cosa más que gracias y chapeau!!!

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