Dioses y diablos

FaustoEterno

Dos mil años de inmovilismo, alternado con retroacción, definen a un organismo poco reconocible en los reinos animal o vegetal, un organismo inanimado, cuasi mineral. El organismo humano, animal, ha desarrollado unas capacidades cerebrales que le han hecho distanciarse del resto de los seres vivos. El uso de la inteligencia, sin embargo, no le ha eximido de cumplir la ley natural simplificada en el proceso de nacer, crecer y morir, común a todos los organismos celulares.

La muerte, en la mayoría de las sociedades, causa angustia y los individuos recurren a constructos culturales en un deseo íntimo de eludir este último estadio de la vida. La muerte no deja de ser la mayor frustración de la humanidad y las colectividades, milenariamente, han buscado recursos para esquivarla. Las religiones han sabido negociar una proyección de inmortalidad que ha llegado hasta el siglo XXI como alternativa a una realidad irrefutable. La vida eterna a cambio de la razón, ese ha sido el trato y el gran éxito del marketing religioso.

La eternidad no es un rasgo humano sostenible intelectualmente y ha sido necesario idear un ser sobrehumano, un dios, un ente capaz de suplir la deficiencia natural. Dijo el hombre: “hágase dios” y el dios se hizo, eterno, a imagen y semejanza del anhelo humano. En palabras de Luis García Montero, «Los seres humanos pueden vivir sin dioses pero los dioses le deben la vida a los seres humanos, es decir, son una extensión imaginaria de la realidad, el resultado de una insatisfacción».

Esta especie de terapia cultural fue intuida pronto como un elemento de poder y dominación social y así surgieron los sacerdotes, personas que se situaron en un plano intermedio entre lo humano y lo divino, y el diablo, supremo castigo para quienes recelan de los dioses. Dioses y diablos son inseparables, no se conciben los unos sin los otros y viceversa. La eternidad se presenta como una potestad divina que sólo alcanza a quienes se pliegan incondicionalmente a los dioses y sólo es accesible tras la muerte. Ícaro, Fausto o Dorian Gray son fabulaciones laicas que advierten sobre los riesgos de la inmortalidad a destiempo, avisos para navegantes.

La fijación por la etapa del nacimiento y la oposición al crecimiento intelectivo de las personas explica el inmovilismo, el carácter conservador que muestran, sin excepción, las religiones. Sus promesas de vida eterna a quienes acaten las normas divinas explican el uso del miedo como método de supervivencia de las creencias religiosas que se mueven al ritmo ritual del tótem y del tabú, del premio y del castigo, de ídolos y pecados, entre marciales acordes de trompetas y tambores.

En el caso de las católicas y marianas sociedades occidentales, es notoria la posición de la jerarquía eclesiástica que ha sobrevivido durante dos milenios imponiendo sus dogmas según ha demandado el mercado de la fe en las diferentes etapas de la historia. Las más de las veces han apelado al diablo y se han distanciado de quienes buscaban un dios más humano del propuesto por el Vaticano. Hoy, en España, asistimos a un episodio más de imposición de la fe por parte de la Conferencia Episcopal. No le vale convencer y busca por todos los medios vencer.

Su silencio sobre los efectos empobrecedores de la economía, su silencio ante el sufrimiento provocado por la política sanitaria, su silencio hacia unas víctimas de la guerra y del horror, su silencio ante la nueva esclavitud laboral, son silencios que hieren los oídos y las creencias, 30 silenciosas monedas a cambio de perpetuar su supremacía. Hay que recordar las palabras de Epicuro: «¿Está dispuesto Dios a prevenir la maldad, pero no puede?… entonces no es omnipotente. ¿Puede hacerlo, pero no está dispuesto?… entonces es malévolo. ¿Es capaz y además está dispuesto?… entonces, ¿de dónde proviene la maldad? ¿No es él capaz ni tampoco está dispuesto?… entonces, ¿por qué llamarlo Dios?» Tal vez el diablo vista traje, uniforme o sotana, ¿chi lo sa?

6 comentarios el “Dioses y diablos

  1. Josefa Gonzalez Lozano dice:

    Hasta ahora ha sido así : más diablo que dioses .

    Me gusta

  2. jcromero dice:

    Como siempre un placer leer entradas bien escritas y sugerentes.

    Las palabras de García Montero me recuerdan a Nietzsche cuando escribió algo así como que el hombre creo a Dios a su imagen y semejanza.

    De la cúpula eclesiástica no cabe esperar nada de coherencia, funcionan como una empresa que cuida más de sus intereses económicos que del bienestar de sus fieles.

    Me gusta

    • Verbarte dice:

      Las limosnas fueron ideadas para entrar en los cepillos de las iglesias. Nada de repartirlas a los pobres. La iglesia no funciona como una empresa: ES una empresa.

      Salud

      Me gusta

  3. Sergio dice:

    Maravilloso.
    Gracias

    Me gusta

Los comentarios están cerrados.