
Forzados republicanos de un Batallón Disciplinario de Soldados Trabajadores Penados (BDSTP).
A medio camino entre la memoria histórica y la realidad laboral que acecha.
Es inquietante contemplar la insultante suficiencia, a la hora de expresar sus ideas, que algunos estamentos de la vida pública emplean, tal vez pensando que las tragaderas ciudadanas no tienen fondo. Quizá no les falte algo de razón si se analiza el comportamiento de la sociedad a la hora de votar y el amplio segmento de la población que repite y asume esas mismas ideas en su hábitat cotidiano. La mentira y la manipulación les funcionan y les dan alas para volar cada día un poco más alto.
Preocupa comprobar que un partido, promotor de una Ley de partidos para ilegalizar a quienes hacían apología del terrorismo, se desnude impunemente haciendo apología de una dictadura y de un general golpista que provocaron más muertes y más terror que diez mil etarras encapuchados. El sector ultraderechista del PP, liderado por Aguirre, se regodea viendo a sus cachorros ondear banderas golpistas, saludando al modo fascista y quién sabe si cantando el Cara al sol. Para el PP no es oportuno cerrar las heridas que representan fosas comunes y cunetas mientras se permite realizar apología del franquismo. Son sus ideas.
El ministro Wert guillotina el derecho a la educación y descuartiza las posibilidades de estudiar al selecto e inmenso grupo de quienes sólo cuentan con una escuálida nómina, un subsido o una pensión para mantener a toda una familia. Las becas han recibido un cínico tajo al excluir a quienes tengan familiares cerca del lugar de estudio, sin importar que sea familia bien o mal avenida, con recursos o sin ellos. Muchos diputados -alojables en domicilios de familiares- cobran, además de sobresueldos, por alojamiento a pesar de poseer propiedades inmobiliarias en la corte. Son sus ideas.
El PP ha dispuesto mecanismos de lucha contra el fraude laboral y fiscal, una cruzada en toda regla contra autónomos, pequeños ahorradores, desempleados y caseteros de feria, de la que se exime de forma lacerante a las grandes empresas que engordan con opacas donaciones la caja B del partido o a las multinacionales que dan sentido a los paraísos fiscales. El delito siempre viaja en las alforjas de los débiles como las amnistías o los indultos lo hacen en los maletines de los poderosos. Son sus ideas.
Erizan de pánico y terror los capilares sensibles de la ciudadanía las exigencias de Juan Rosell para que los trabajadores sean desposeídos de los restos de humanidad que aún conservan. Cautivo y desarmado, por su propia incompetencia, el tinglado sindical, los trabajadores descubren por las bravas las fauces neoliberales que destrozan sus vidas. La CEOE exige galeotes y el gobierno descarga sobre las espaldas de España el látigo de siete colas para la subyugación humana al servicio de la economía neoliberal. El Partido Popular se sirve y sirve a una patronal corrupta y codiciosa con la que comparte y reparte beneficios de privatizaciones y sobrecostes de las adjudicaciones públicas a cambio de convertir la fuerza laboral en una mercancía más. Son sus ideas.
Produce desasosiego, depresión y desesperanza ver cómo todo un país es conducido, a través del tiempo, a unas condiciones de vida preindustriales y feudalizantes con la aquiescencia de la inmensa mayoría de sus súditos. Las voces que apelan desde las calles y las redes sociales a la rebelión colectiva son contempladas por la mayoría como un espectáculo ajeno y peligroso para el confort individual. La riqueza vuelve a ser hereditaria, como simboliza la Corona y practican la Casa de Alba, los Botín, Amancio Ortega, las Koplowitz, Aznar Jr., Aguirre Jr., Gallardón Jr. y todos cuantos luchan para que el status quo permanezca así. La pobreza y la miseria vuelven también a ser hereditarias para quienes renuncian a la lucha por conservar sus derechos y defender su dignidad. Son sus ideas.
He de añadir que por lo que parece, los Españoles ya están bien domados y deben de tener además unas tragaderas como para que les quepa una nevera de dos puertas de esas Americanas por el gaznate y además son tan egoistas y descerebrados como para pensar que si no les toca a ellos…
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Dicho queda que la percepción gubernamental sobre las tragaderas españolas no dista mucho de la realidad.
La ciudadanía española parece contentarse con decir que los movilizaciones en Grecia o Portugal no han servido para nada, más que para quemar contenedores y romper escaparates. Suele ser una escusa de rebaño insolidario auspiciada por las porras y multas del gobierno como elemento disuasorio y por la indolencia social como elemento insolidario y resignado.
Cuesta comprender que se trate del mismo pueblo que metió en cintura a Napoleón y que dio puerta a Esquilache. No, no se trata del mismo pueblo, sino del que gritaba «¡Vivan las cadenas!».
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Es algo que ya existía en tiempos de los egipcios y los romanos. Nacer hijo de esclavos te condenaba a la misma condición por el resto de tus días. Y nacer en el seno de faraones y emperadores significaba venir al mundo ya con el látigo en la mano y las despensas llenas, y unas consignas muy claras a edad temprana: hijo mío, si quieres seguir viviendo así tendrás que hacer lo imposible para que las cosas no cambien, caiga quien caiga. Ya sabemos la suerte que corrían las voces en contra y las revueltas.
Tal vez sea esa una de las razones por las que la derecha acude a las urnas como fieles feligreses cada 4 años; poca o nula abstención encontraremos en sus círculos. Aquí de momento cascos antidisturbios y palos al bolsillo, así la próxima vez nos lo pensaremos mejor. Un eficaz sistema hasta el momento para acorralarnos en casa (el que la tenga) y estar calladitos viendo la tele.
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La gente ve la peli de Espartaco y no van más allá de comentar los efectos especiales y el porte galán del protagonista, ven Tiempos modernos y no van más allá de reirse con las gracietas de Chaplin, ven rebelión en la granja y no van más allá de la animación.
Es insoportable la capacidad humana para agachar la cabeza, hincar las rodillas y rezar para que los dioses obren milagros imposibles. La derecha, como dices, lo tiene claro y lo practica con una fe inquebrantable recurriendo al miedo ajeno como recurso infalible para domeñar resistencias.
Triste realidad que se asienta en amplias capas de la población sumidas en el consumo, el individualismo y el ocio pasivo como drogas que deforman lo que sus sentidos les transmiten.
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Falta de fe y resignación total, una combinación letal para la libertad. ¿Acaso el conjunto de personas con escasez de recursos y en situación de clara desventaja no resulta considerablemente mayor que los «otros»? Ya sabemos hacia qué parte se inclina la balanza de la justicia y de la política en general, pero… ¿por qué nos empeñamos una y otra vez en echar siempre la misma papeleta? Es algo tan fácil y difícil a la vez que dudo realmente, no de la solución, si no de llegar a alcanzar dicha solución.
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Mientras el personal se tome las elecciones tal y como las plantean los partidos mayoritarios, tendremos Pepsi Cola o Coca Cola, Real Madrid o Barcelona, es decir, seremos estafados en cada cita electoral como hemos sido hasta ahora.
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