Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros. (Groucho Marx)
Quienes no utilizan las neuronas para evitar su desgaste, suelen recurrir al pensamiento ajeno para expresarse socialmente. Se aprecia a diario en la repetición de ideas nada elaboradas adquiridas en los medios de comunicación o en los argumentarios de partido. Así, el capitalismo suele defenderse por contraposición al comunismo y viceversa, en lugar de defender razonadamente una posición ideológica se suele atacar la contraria, y esto conduce a contradicciones o a sorpresas. Hoy, a quien critica el infierno neoliberal, simples mentes que no dan para mucho más le sitúan en la órbita del infierno comunista. No dan para más: o blanco o negro, o conmigo o contra mí, nada de pensar.
Los siguientes textos podrían pertenecer a John Maynard Keynes, a Karl Marx, a Abraham Lincoln, a Simón Bolívar, a la FAES o a la Fundación IDEAS. Su lectura superficial llevará a la sorpresa sobre su autoría, ya que su autor, una personalidad de relevancia mundial, no responde a lo que se entiende como un teórico de la economía. Lean y sorpréndanse:
«La distribución desproporcionada de riqueza y miseria, la existencia de países y continentes desarrollados y no desarrollados, exigen una justa distribución y la búsqueda de vías para un justo desarrollo de todos. … Si en el pasado se ponía de relieve ante todo el problema de la “clase”, en época más reciente se coloca en primer plano el problema del mundo.»
«La técnica puede transformarse de aliada en adversaria del hombre cuando la mecanización del trabajo suplanta al hombre … cuando quita el puesto de trabajo a muchos trabajadores antes ocupados, o cuando mediante la exaltación de la máquina reduce al hombre a ser su esclavo. … El trabajo humano tiene un valor ético vinculado al hecho de que quien lo lleva a cabo es una persona, un sujeto consciente y libre, es decir, un sujeto que decide de sí mismo.»
«El trabajo está en función del hombre y no el hombre en función del trabajo. … La interacción entre el hombre y los medios de producción ha dado lugar al desarrollo de diversas formas de capitalismo y paralelamente a diversas formas de colectivismo. … El error del capitalismo puede repetirse dondequiera que el hombre sea tratado, a la par de los medios materiales de producción, como un instrumento y no como verdadero fin de todo el proceso productivo.»
«A raíz de esta anomalía surgió en el siglo XIX la llamada cuestión obrera, denominada cuestión proletaria. Tal cuestión ha dado origen a una justa reacción social, ha hecho surgir y casi irrumpir un gran impulso de solidaridad entre los hombres y, ante todo, entre los trabajadores. … Era la reacción contra la degradación del hombre como sujeto del trabajo, y contra la explotación en el campo de las ganancias, de las condiciones de trabajo y de previdencia hacia la persona del trabajador.»
«Fue justificada la reacción contra el sistema de injusticia y de daño que pesaba sobre el hombre. Esta situación estaba favorecida por el sistema socio-político liberal que, según sus premisas de economismo, reforzaba y aseguraba la iniciativa económica de los solos poseedores del capital, y no se preocupaba suficientemente de los derechos del trabajador, afirmando que el capital es el fundamento y el fin de la producción.»
«Los pobres toman diversas formas; aparecen en diversos lugares y en diversos momentos; aparecen en muchos casos como resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano: bien sea porque se limitan las posibilidades del trabajo -es decir por la plaga del desempleo-, bien porque se deprecian el trabajo y los derechos al justo salario, a la seguridad de la persona del trabajador.»
«El problema del trabajo ha sido planteado en el conflicto entre el capital y el el trabajo, es decir, entre el grupo restringido de los empresarios y la más vasta multitud de gente que no dispone de los medios de producción. … Los empresarios, guiados por el principio del máximo rendimiento, tratan de establecer el salario más bajo posible para los obreros, unido a la falta de seguridad en el trabajo y también de garantías sobre las condiciones de salud y de vida.»
«El derecho de propiedad se entiende como el derecho común de todos a usar los bienes: el derecho a la propiedad privada subordinado al derecho al uso común. El único título legítimo para la posesión de los medios es que sirvan al trabajo … no conviene excluir la socialización de ciertos medios de producción. … Es inaceptable la postura del capitalismo, que defiende el derecho exclusivo a la propiedad privada de los medios de producción como un dogma intocable en la vida económica.»
«El trabajo es una fuente de derechos por parte del trabajador que deben ser examinados en el contexto del conjunto de los derechos del hombre que le son connaturales. … La política laboral es correcta cuando los derechos objetivos del hombre son plenamente respetados. … La obligación de prestar subsidio a favor de los desocupados, el deber de otorgar las convenientes subvenciones indispensables para la subsistencia de los trabajadores desocupados, es una obligación que brota del principio del uso común de los bienes o, para hablar de manera aún más sencilla, del derecho a la vida y a la subsistencia.»
«La relación entre el empresario y el trabajador se resuelve en base al salario, mediante la justa remuneración del trabajo realizado. Los gastos relativos a la necesidad de cuidar la salud exigen que el trabajador tenga fácil acceso a la asistencia sanitaria y esto a bajo costo e incluso gratuitamente. … En fin, se trata del derecho a la pensión, al seguro de vejez y en caso de accidentes relacionados con la prestación laboral.»
Todas las citas anteriores están extraídas de la Encíclica Laborem excercens, del Papa Juan Pablo II.
Ya lo ven: para comprender que el neoliberalismo es un infierno, no necesariamente hay que recurrir -que también- a otras alternativas izquierdistas, radicales, violentas, filoetarras y cuasi nazis. En el lugar más insospechado se ofrecen argumentos. Por algo será.
Seguro que los buitres neoliberales lo debieron tildar de excéntrico, iluminado o cuando menos, de traidor.
Ya se ve el caso que le hicieron.
Los santurrones meapilas que nos gobiernan no han tenido en cuenta estas palabras; ellos y ellas, siempre tan prestos a blandir los motivos religiosos o de conciencia para cargarse derechos o para imponer por bemoles la religión en las escuelas, pasan olímpicamente de quien fue la máxima autoridad católica durante años.
En su cinismo hipócrita, dejan aparcados problemas de conciencia cuando se trata de defender los intereses de sus amos los poderes fácticos financieros y empresariales. Y si tienen algún pequeño remordimiento, no pasa nada, lo arreglan yendo de procesión y rezando cuatro padrenuestros y dos avemarías…
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Siempre les quedará el recurso a la bula, a ellos que pueden pagar para pecar. Si se pueden pagar planes de pensiones privados, se podrán pagar paraísos privados.
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