Merkel 8 : Rajoy-Zapatero 1

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Tenía que pasar. Pretender llevar una vida ajena al negocio del fútbol no es fácil, como no lo es evadirse de modas, eventos sociales o familiares incómodos que siempre están a mano. Es una odisea buscar unas gafas que no “se lleven”, un calvario rechazar invitaciones a bodas, bautizos o comuniones, y una batalla campal ejercer la sinceridad con un cuñado o una prima hermana. No entender o atender a la actualidad futbolera es, sencillamente, un imposible.

Por sus propiedades adictivas, el fútbol es utilizado para generar negocio y, por su innegable capacidad socializadora, para adoctrinar. Me cuentan que hay adultos que sacan el carnet de un club a sus vástagos antes incluso de inscribirlos en el registro civil. Conozco algún niño que viste la camiseta de un ídolo pelotero y desconoce la historia de Cenicienta. He visto jóvenes en la cola del paro calzando extravagantes y caras zapatillas lucidas por su héroe dominguero. Sé de malabaristas de la nómina capaces de ayunar para atender el abono de su club. He comprendido que el forofo, el hincha o el hooligan, no nacen: se hacen. Desde pequeños.

No he podido eludir dos tremendas debacles nacionales acaecidas esta semana y, sin remedio, he sentido angustia y desazón en mi espina dorsal. Estos sentimientos no nacen de dos derrotas deportivas, sino de la derrota social que supone el hecho de que compitan en las cabeceras de los noticiarios, y las cabezas de la gente, con 6.202.700 personas en paro o 370 muertes en Bangladesh, en su mayoría personas esclavizadas que fabricaban camisetas para el mercado del balompié. Los mismos noticiarios han despachado la letanía rutinaria de corrupción, recortes y democracia descafeinada para acompañar el almuerzo o la cena.

Esa amalgama informativa sugiere la triste sensación de que fútbol y política son almas gemelas. Los dos equipos que más dinero e intereses mueven, condenados a ganar, disputan una liga amañada, que necesita equipos secundarios, condenados a perder o a esperar que los grandes fallen, para simular una auténtica competición deportiva. Los dos partidos políticos que más dinero e intereses mueven, condenados a ganar, también necesitan el concurso de partidos secundarios, condenados a perder o a la espera del fallo, para simular que este amañado sistema electoral es una democracia decente.

El pueblo apuesta a caballo ganador impulsado por el marketing político y la mercadotecnia deportiva que ataca directamente a las filias y las fobias individuales y colectivas. El disfrute de la derrota ajena no es gusto por el deporte, sino insania destructiva motivada por un odio hábilmente canalizado. Disfrutar de los errores ajenos no es una actitud demócrata, sino impulsos totalitarios liberados. Ser madridista o barcelonista, del PSOE o del PP, son muestras de racionalidad deportiva o política. Ser “antialgo” es una práctica asocial y degenerada de ambas disciplinas, rayana en la violencia irracional, demasiado extendida entre la población.

La prensa deportiva, el Madrid y el Barça fomentan la irracionalidad cuando los argumentos del juego escasean y los resultados no acompañan. Eso vende, que es de lo que se trata. La prensa generalista, el PP y el PSOE hacen lo mismo. Eso vende, que es de lo que se trata. Remata el paralelismo que Zapatero se declare culé y Rajoy merengue, dos políticos mediocres y dos clubes prepotentes a la conquista de Europa hasta que llegaron Merkel y la Bundesliga.

La semana que viene, en pleno apogeo de santos patrones y romerías por toda España, sólo se espera la posibilidad del milagro deportivo. En lo político, la encomienda de Fátima Báñez a la Virgen del Rocío no ha dado, ni dará, resultado. Las velas neoliberales del sur de Europa están obrando el milagro de la economía alemana, que es de lo que se trata.

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Un comentario el “Merkel 8 : Rajoy-Zapatero 1

  1. Este país no tiene solución... dice:

    Lo peor del caso es que a los trabajadores alemanes, los medios de comunicación (al servicio del poder financiero) les están vendiendo la mentira de que sus homólogos españoles (los que quedan…) son más «ricos» que ellos simplemente porque aquí se ha fomentado la propiedad inmobiliaria y allí son más dados al alquiler de la vivienda. También dicen que nos pasamos el día tomando el sol mientras ellos «nos mantienen» trabajando y ahorrando…
    Divulgar mentiras para separar más que para unir, aunque tengan más en común la clase trabajadora alemana con la española que con el «establishment» político financiero de su país.
    Política y fútbol, en eso se parecen también, fomentan la rivalidad y la separación en lugar de la unión…

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