Seis reformas, seis, (cuatro de la prestigiosa ganadería del PSOE, una de UCD y otra del PP) son las que llevan corneando nuestro sistema educativo desde que se instauró la democracia en nuestro país. Ahora, el misnistro Wert, mayoral del PP, vuelve a reunir a sus astados con la firme intención de revolcar de nuevo a la enseñanza sobre la arena del coso de las cortes. Según se puede inferir de sus actos y palabras, desde que tomó posesión del cargo, la nueva reforma que planea será una reforma cimentada en el tamaño de su taleguilla ministerial.
Por tradición, una vez más, la séptima reforma se hará de espaldas a quienes habitan y dan vida a la enseñanza, condenándola antes de nacer a su muerte y arrastre a nada que que otro mayoral de distinta ganadería política (o de la misma, que tampoco extrañaría) se empeñe en marcar con su hierro particular el lomo de la educación. No contarán con el profesorado, ni con un panel de pedagogos independientes, ni con madres y padres, ni con la universidad, asegurando desde hoy mismo el fracaso de su implantación y de sus resultados.
El Ministro Wert ya ha escuchado a quien tenía que escuchar. Sus oídos han sido regalados por la Conferencia Episcopal que le ha pedido la consolidación de la asignatura de religión como doctrinario principal en la enseñanza pública, le ha impuesto la segregación por sexos como símbolo de inmaculada educación y le ha recomendado el aumento de la ratio como óbolo de San Pedro para los colegios religiosos. Wert, buen católico, ha atendido sus peticiones a cambio de rogativas para ir al cielo cuando muera y bula para comer carne durante la cuaresma.
El Ministro Wert ya ha escuchado a quien tenía que escuchar. Sus oídos han sido susurrados por la CEOE que le ha pedido una enseñanza al servicio de las necesidades empresariales y le ha suplicado una educación mínima que distancie a la futura mano de obra del pensamiento crítico y la cultura humanista que tantos quebraderos de cabeza producen en el ámbito laboral. Wert, neoliberal convencido, dejará la filosofía, la historia y la educación artística como especies a extinguir y su propuesta de adelantar la formación profesional creará una legión de obreros especializados con poquísimo margen para interpretar otro papel en sus vidas que no sea trabajar y consumir.
El Ministro Wert ya ha escuchado a quien tenía que escuchar. Sus oídos han sido murmurados por la Banca que le ha pedido unos metros cuadrados dentro del sistema para instalar oficinas comerciales y el control temprano de la economía hipotecada de los futuros profesionales. Wert, capitalista vocacional, ha elevado las becas a la categoría de quimera para una inmensa mayoría y ha dejado el campo expedito a los préstamos financiadores. También ha elevado el precio de la enseñanza superior a cotas imposibles sin un crédito que se amortice con los salarios de los primeros años de vida profesional de quienes tengan la suerte de poder tenerla.
El Ministro Wert ya ha escuchado a quien tenía que escuchar. De nada sirven las protestas de un profesorado humillado y ninguneado, de nada los gritos doloridos de las madres y los padres, de nada los esfuerzos de un alumnado resigando que no acaba de reaccionar como debiera. Sus oídos, sordos como los golpes que propinan los decretos, no escucha a quien debiera y agita el griterío para que los oídos de la ciudadanía no escuchen lo que realmente transmiten sus palabras.
Si de él dependiera, la etapa de preescolar sería la idónea para proponer a los niños la elección de su futuro, así España se convertiría en una potencia industrial basada en el trabajo infantil a imagen y semejanza de las admiradas economías asiáticas o sudamericanas. Amancio Ortega podría dar trabajo a toda la población española sin tener que sacar su producción del país y Juan Roig se sentiría orgulloso de ser español, aunque ambos enviasen sus ganancias al paraíso.
Si por él fuera, los resultados académicos serían medidos directamente por el BBVA, el Santander, INDITEX o Mercadona, quienes determinarían las capacidades del alumnado para ser útiles o inútiles de cara al mercado. De cara a la vida, el presente y el futuro ya los hacen inútiles. Una vez en el mercado laboral, los vástagos de las clases pudientes serán felices midiendo sus capacidades, obtenidas en la privada a base de talonario, con quienes salen renqueantes y heridos de la pública.
Wert es un ministro del pasado, un ministro de 1950, que por razones desconocidas ha aparecido en el siglo XXI. La escuela, con su reforma, retrodederá cincuenta o setenta años. Y el país también.
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Le hemos visto comentar muchas veces las noticias del Lucena-Hoy pero no lo he hemos visto en la arena de la política Local de ese pueblo, que quizás interese mas que la nacional, pero es una opinión personal.
Gracias por escribir.
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https://apalabrado.wordpress.com/2012/09/23/una-economia-de-trucos-y-milagros/
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Extraordinaria exposicion, pero megustaria mucho ver un analisis politico a nivel local.
Gracias
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Las razones por las que este sujeto ocupa el cargo que ocupa no son desconocidas. Al menos, a estas alturas de la serie. Como no la son tampoco para el resto de sujetos que ocupan las otras carteras, incluído el «progresista» Gallardón cuando era oposición. Esos ministerios podrían perfectamente haber sido ocupados por Rouco Varela, Botín o el presidente de Endesa. Los resultados no cambiarían… Resulta tan milimétrica la precisión y la dirección con la que este Gobierno está actuando en todos los frentes, que hoy ya no tiene sentido hablar de «promesas electorales incumplidas». Vinieron descaradamente con el objetivo, obsesivo y urgente, de desmantelar el estado de bienestar. Y lo están consiguiendo. Y no les tiembla el pulso…
Por qué les tenía que temblar?
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