España sin Esperanza.

La jaula de grillos del PP vive desde el 20N una algarabía constante en la que todos hablan y todos actúan a la vez aprovechando que la tormenta perfecta (para ellos) de la crisis es el fondo ideal para imponer sus postulados a una población sobrecogida por la incertidumbre y azotada por las certidumbres. Las gaviotas sobrevuelan la mar picada buscando alimento entre una tormenta de cálido aire neoliberal y una tormenta convergente de fríos vientos neofranquistas.

Una de las gaviotas más activas, Esperanza Aguirre, ha abandonado súbitamente la bandada y se ha alejado de la mar revuelta buscando refugio en los acantilados de la inactividad política y provocando un revuelo entre sus compañeras de pesca, algunas de ellas sujetando aún presas frescas con sus picos. Este abandono, raudo y decidido, ha provocado desconcierto entre las aves azules y los peces multicolores objeto de la pesca; ni las unas ni los otros acaban de fiarse de esta retirada y continúan en sus respectivas faenas con la mirada puesta en las altas rocas a la espera de su siguiente movimiento.

Treinta años en la política dan para mucho y la gaviota Esperanza ha destacado siempre por su habilidad voladora y su tendencia a dirigir el vuelo de su partido, hecho éste que le ha acarreado no pocos picotazos por parte de otras compañeras que puntualmente han disputado con ella el liderazgo y el control de la pesca. Sus máximos rivales han sido Rajoy, a nivel nacional, y Gallardón, a nivel regional. Desde que Rajoy ocupó el nido ministerial que Aznar le había proporcionado en la primera legislatura popular, el plumaje de su orgullo político ha sufrido picotazos sucesorios y arañazos congresuales que ella ha cicatrizado en Madrid, su cuartel de invierno. Gallardón le ha disputado la supremacía en los cielos de Madrid pugnando con ella por el control de la plaza y alardeando de ser más valorado por su vuelo en Génova. La gaviota mediocre ha llegado a ser presidente del gobierno y la gaviota “hijaputa” ha llegado a ser ministro preferente. Estas dos gaviotas han acabado por desplumar su orgullo y posiblemente sean una causa de su retiro.

La voracidad de la condesa consorte de Murillo es un handicap demasiado grande para que nadie crea que su retirada es definitiva. Las causas esgrimidas, aunque legítimas, carecen de la credibilidad suficiente para que no se disparen las conjeturas sobre una estrategia de Esperanza Fuencisla, la gaviota insaciable, para que se reconozcan sus dotes de lideresa en Madrid, en el PP y en España. Su intención de quedar a disposición del partido para lo que haga falta es una declaración de no abandono, de retirada temporal y parcial.

Se ha retirado temporal o definitivamente, el tiempo lo dirá, tratando de dejar a sus fieles compañeras de vuelo en posiciones aventajadas para mantener la formación, con su sello personal, que le ha llevado a dominar Madrid. Sus abundantes objetivos de pesca -profesorado, sindicalistas, médicos, bomberos, pequeños comerciantes, autónomos, población dependiente, escolares de la pública, etc., etc.- están desconcertados con su marcha, pero desconfían de quienes han colaborado con ella en su particular masacre social.

Se oyen ruidos de picos y espolones afilados en el PP que amenazan con olvidar la pesca para ensalzarse en una batalla interna por el poder y la supremacía en la bandada. De hecho, desde el 20N se van configurando dos formaciones diferentes de gaviotas que ya no dudan en picotearse en público. La formación moderada y la formación radical alternan simultáneamente los picotazos a los derechos de la población con los picotazos a sus competidores internos.

Desde la cima del acantilado, Esperanza otea la superficie del mar y las maniobras de sus compañeras a la espera del momento propicio para volver a volar y alcanzar, por fin, su sueño de situarse al mando de las gaviotas y esquilmar la pesca según sus principios neoliberales.

2 comentarios el “España sin Esperanza.

  1. El Rubio dice:

    Perdida la Esperanza demonos a la Botella.

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  2. Por libre dice:

    Se podrá estar de acuerdo o no con lo expuesto, pero cualquier persona medianamente inteligente tendrá que admitir que Verbarte aporta ideas continuamente y su forma de escribir es difícilmente superable.

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