PP: avanzando hacia atrás.

Blas Piñar fue diputado del Congreso por la coalición Unión Nacional en las elecciones de 1979 con 378.964 votos a nivel nacional. Su presencia testimonial en un parlamento democrático presagiaba que el franquismo había muerto con Franco; sin embargo, Manuel Fraga aglutinó en torno a Alianza Popular el grueso del ideario franquista, incluyendo en su seno a ministros de la dictadura como Cruz Martínez Esteruelas, Federico Silva Muñoz, Licinio de la Fuente, Laureano López Rodó o Gonzalo Fernández de la Mora. En las elecciones de 1977, AP logró 1.526.671 votos, lo que explica dónde estaba la ultraderecha española afincada y los exiguos votos obtenidos por Piñar.

El grueso de la derecha moderada, y gran parte de quienes no se identificaban con la derecha ni con la izquierda, se cobijó bajo las siglas de UCD que presentaban como candidato a la presidencia a Adolfo Suárez, antiguo ministro secretario general del movimiento con Franco. En la UCD convivieron exministros franquistas con socialdemócratas moderados que lograron en las elecciones de 1977 6.310.391 votos y el apoyo de AP para gobernar. Este cóctel ideológico se descompuso y gran parte de la militancia emigro hacia AP o el PSOE, propiciando su desparición en 1983.

La desaparición de UCD permitió a AP un trasvase de votos y de personas que le hicieron aumentar su presencia institucional y maquillar el estigma franquista que la sociedad española percibía en muchos de sus miembros y en sus propuestas programáticas. En esta etapa comienzan las luchas internas por el poder en el que ya era primer partido de la oposición. Gallardón y Aznar saltan a la palestra y, desde entonces, se llevan como se llevan y hacen lo posible para que la derecha brille con luz propia y con el ideario fraguado desde la transición por los políticos que fabricaron el caldo de cultivo ideológico del franquismo democrático bajo la dirección del alquimista Manuel Fraga.

El olor a pasado y el sabor rancio de las propuestas de Alianza Popular se tradujeron en el llamado “techo electoral” de Manuel Fraga que, como perro viejo y superviviente tenaz de la política, ideó la operación de cosmética ideológica más grande vivida en España y refundó de nuevo sus postulados políticos en el actual Partido Popular, donde han seguido cohabitando viejos franquistas con nuevos elementos de apariencia moderada y tremendo poso ultraconservador. José María Aznar, Esperanza Aguirre, Dolores De Cospedal, Mayor Oreja y Ruiz Gallardón, por ejemplo.

Desde los 90, la lucha por el poder entre el PP y el PSOE ha tenido lugar en el vago espacio centrista que les sirve a ambas formaciones por igual. Las políticas neoliberales del PSOE llegaron a ocupar el espacio político de centro y parte de la derecha, obligando al PP a recuperar sus orígenes extremos para poder diferenciarse de su oponente. Este giro a la derecha menos moderada y más extrema ha conseguido el apoyo de los grupos mediáticos de la derecha radical (El Mundo, La Razón, ABC o Intereconomía) que le han hecho la campaña electoral, a medias con la incompetencia del gobierno socialista, y le han llevado en volandas a la mayoría absoluta. También ha recibido un apoyo inestimable de la Conferencia Episcopal y la AVT, dos sectores asímismo a la derecha de la derecha.

A partir del 20N, y utilizando la crisis como escusa para el todo vale, el PP está realizando una reivindicación de sus orígenes a calzón quitado y devolviendo los apoyos recibidos en forma de prebendas mediáticas, judiciales, escolares, sanitarias, doctrinales y religiosas. Esta política conservadora a ultranza ha sido preconizada por hagiógrafos del franquismo de la talla de Pío Moa, Salvador Sostres, Jiménez Losantos o Francisco Marhuenda entre otros.

El avance hacia atrás del PP se ha manifestado, entre otras cosas, en el rechazo frontal a la Ley de la Memoria Histórica, el acoso y derribo a Garzón por investigar los crímenes del franquismo, el acoso a la homosexualidad como opción personal, la vuelta a una escuela nacionalcatólica, la práctica de la xenofobia en cataluña para obtener votos, la vuelta a la beneficiencia como práctica sanitaria, la persecución sindical, el ataque frontal a las autonomías y a la representatividad democrática en ayuntamientos, la modificación a capricho de la legislación para manipular los medios de comunicación públicos, la restitución de honores civiles a criminales de la guerra civil, la persecución en el callejero de personajes de ideología diferente a la suya, la criminalización y represión indiscriminada de protestas cívicas en su contra, la elaboración de listas negras de ciudadanos, la penalización del aborto y otras muchas más que harían la lista interminable.

Este PP, jaleado por la derecha mediática y escudado en una mayoría absoluta, está ralentizando el avance natural del reloj de la historia y amenaza con invertir el avance de las agujas de forma peligrosa. Entre otras cosas, está manipulando las reglas del juego democrático para que cualquiera que llegue al poder interprete que esto le da derecho a absolutamente todo.

2 comentarios el “PP: avanzando hacia atrás.

  1. El Rubio dice:

    Muy buena exposición, pero se le a olvidado a usted mencionar un detalle y es que al igual que el PP de ahora no es el de antes, al P$OSE le ocurre exactamente igual, si mira usted con detalle cual quier lista de pueblo vera usted que el socialismo brilla por su ausencia y que solo hay personas con deseos de colocarse y metidos a políticos para la ocasión y claro esta así nos va en este país.
    Ahora tenemos el gobierno que nos merecemos, aunque ahora como sucedió con Aznar nadie a quien usted pregunte reconocerá haberlo votado.

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  2. Angarrub dice:

    Exposición creo que bastante objetiva del devenir político de nuestra querida España en los últimos 75 años. Efectivamente, el perro sólo cambió el collar cuando una cierta presión social les
    obligó, durante unos años, a guardar las apariencias. Cuando la «realidad» de la crisis, como le gusta decir a su Presidente, se puso de su parte, no han tenido reparo alguno en volver a sus orígenes, a su esencia más demoledora, sin sentido alguno de la ética más elemental. No tienen reparo alguno en saltarse impunemente todas las promesas que les llevaron a la Moncloa…
    Y sin despeinarse.
    No hay excusa posible. Ni perdón.

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