Para sacar de la biblioteca, si lo tienen y no la han cerrado definitivamente.
Está también la posibilidad de compra en esos extraños establecimientos en cuya puerta suele haber un letrero con la palabra «Librería» estampada.
Bartleby, el escribiente (Herman Melville)
Narra la historia un abogado de nombre desconocido que tiene su oficina en Wall Street, Nueva York, quien, según sus propias palabras, «en la tranquilidad de un cómodo retiro, trabaja cómodamente con los títulos de propiedad de los hombres ricos, con hipotecas y obligaciones». Tiene tres empleados, con los apodos de Turkey («Pavo»), Nippers («Tenazas») y Ginger Nut («Nuez de jengibre»), a los cuales describe en la obra. Turkey y Nippers son copistas, o escribientes, en tanto que Ginger Nut, que tiene sólo doce años, es el chico de los recados. Los dos escribientes no son suficientes para hacer el trabajo de la oficina, por lo cual el narrador pone un anuncio para contratar un nuevo empleado, al reclamo del cual acude Bartleby, quien es de inmediato contratado. Su figura es descrita como «pálidamente pulcra, lamentablemente respetable, incurablemente solitaria».
El narrador asigna a Bartleby un lugar junto a la ventana. Al principio, Bartleby realiza una gran cantidad de trabajo. Sin embargo, cuando el narrador le solicita que examine con él un documento, Bartleby contesta: «Preferiría no hacerlo» («I would prefer not to», en el original). A partir de entonces, a cada requerimiento de su patrón para examinar su trabajo, Bartleby contesta únicamente esta frase, con total serenidad, aunque continúa trabajando como copista con la misma eficiencia que al principio. El narrador descubre que Bartleby no abandona nunca la oficina, y que en realidad se ha quedado a vivir allí. Al día siguiente formula algunas preguntas, a las que Bartleby contesta sólo con su consabida frase. Poco después, Bartleby decide no escribir más, por lo cual es despedido. Pero se niega a irse, y continúa viviendo en la oficina.
Incapaz de expulsarlo por la fuerza, el narrador decide trasladar sus oficinas. Bartleby permanece en el lugar, y los nuevos inquilinos se quejan al narrador de la presencia de Bartleby, que se niega a irse. El narrador intenta convencer a Bartleby, sin conseguirlo. Al fin, Bartleby es detenido por vagabundo y encerrado en la cárcel. Allí, Bartleby, poco después de la última visita que le hace el narrador, se deja morir de hambre.
En un breve epílogo, el narrador comenta que el extraño comportamiento de Bartleby puede deberse a su antiguo trabajo en la oficina de cartas no reclamadas, en Washington D. C.
El misterio de la cripta embrujada (Eduardo Mendoza)
El comisario Flores es un inspector de la Brigada de Investigación Criminal. Ante el caso de la desaparición de una niña infomana de un colegio internado de madres lazaristas, el inspector decide buscar ayuda en un antiguo criminal depravado que está interno en un manicomio. Así llegan a un trato entre el interno y el comisario: si ayuda a resolver el caso, se ganará la libertad.
Tras liberar al interno del manicomio, éste volverá a Barcelona tras 5 años de internamiento. Aunque ha recuperado el control de sí mismo, sigue teniendo su viejo instinto que le permite inventarse identidades, suplantar a otros o abrir puertas sin llaves. Volverá a ver a su hermana y se involucrará en una historia en la que un adinerado industrial catalán quiere esconder el cuerpo de un muerto. Intentando tapar esta muerte se producirán delitos varios (muertes, prepucio, drogas…), que el ex-interno conseguirá resolver con la ayuda de una ex-alumna del colegio, Mercedes.
Han quemado el mar (Gabriel Janer Manila).
El cuento trata sobre Yasín, poeta y músico que toca el laúd, que narra antiguas leyendas en las fiestas de su barrio. Yasín murió entre las ruinas de un búnker durante el ataque de los aliados, porque donde él vivía, entre Basora y Bagdad, estaban en guerra. Cuando Yasín murió no llegara a conocer a su hijo. Entonces la madre de Yasín, Habida, explicaba a su nieto aún no nacido, en la sombra futura, las historias de una tierra legendaria a la que el destino y el futuro se han dado la espalda.
Los hijos de los días (Eduardo Galeano)
Los hijos de los días reúne 366 historias, una para cada día del año. En ellas, Galeano capta instantáneas que reflejan la vida de hombres y mujeres célebres o anónimos. Hechos sorprendentes o curiosos, situados en diversas épocas y lugares, que muestran las fragilidades de personajes conocidos y la grandeza de los ignorados. La obra se convierte así en un calendario originalísimo, capaz de revelar todo lo que esconde la sucesión previsible de los días.
Una forma de resistencia (Luis García Montero)
Repasa y revisa algunas de sus pertenencias, guiado por la necesidad de «tocarlas una a una, como un deseo de rebeldía, como una forma de resistencia».
«Los banqueros cuentan sus beneficios, los políticos sus votos y los poetas sus cosas. Cuentan y recuentan las cosas en las que se quedó enredada su vida. En los días de meditación y soledad, de vagabundeo doméstico, tomo conciencia de que tengo la casa llena de cosas. No se trata exactamente de que me importe tirar cosas, sino de que tengo inclinación a conservar las cosas que son mi casa. Para no confundir una fiesta con un acto de barbarie, conviene pensar lo que se desecha cuando se tira la casa por la ventana. Las cosas con capacidad de convertirse en un recuerdo suponen el deseo personal de atender a la vida, de vivir con atención, con amor.»
Pequeñas piezas sobre objetos de uso tan cotidiano que a menudo nos pasan inadvertidos… Una copa, un reloj, una butaca… enseres rutinarios y aparentemente anodinos, todos ellos cobran vida y carácter propio en este hermoso libro que puede abrirse en cualquier página.
La casa de Bernarda Alba (Federico García Lorca)
La obra cuenta la historia de Bernarda Alba que, tras haber enviudado por segunda vez a los 60 años, decide vivir los próximos ocho años en el más riguroso luto. En la obra destacan rasgos de la ‘España profunda’ de principios del siglo XX que vivía en una sociedad tradicional muy violenta en el que el papel que la mujer jugaba es secundario, mezclado con un fanatismo religioso y el miedo a descubrir la intimidad. Con ella viven cinco hijas: Angustias, Magdalena, Amelia, Martirio y Adela. Sin personajes masculinos en escena. El apellido de las mujeres de la obra es simbólico y significa castidad.
Gracias por ofrecernos estos resúmenes de libros para el relax playero. Pero no dejes de hacer esos repasos magistrales a los temas de la actualidad. Creo que lo tuyo es la columna y la opinión. Saludos
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