Gordo, calvo y con gafas

GORDO, CALVO Y CON GAFAS

Un personaje pasado de peso, escaso de pelo y de mirada engafada es un altavoz de la extrema miseria radicalizada que anida hoy en el Partido Popular. Tipejos de esta calaña hacen que las carroñeras gaviotas de antaño parezcan hogaño aves finas y elegantes y que sus graznidos se antojen armónicas melodías. La degradación ideológica de la derecha está a la altura de la depravación intelectual de este tipo de voceros que airean orgullosos lo que hace una década era motivo de escarnio por parte de propios y extraños.

Es tradición del PP disponer, a falta de ideas decentes, de voceros y voceras con currículum de bocachanclas y vocación de bocazas. M. Á. Rodríguez, Hernando, González Pons, Floriano o Cuca Gamarra son ejemplos de la soez oratoria verdulera y la impúdica retórica de lavadero público que valoran en Génova 13 a la hora de elegir a quien les pregone. Sus cargos públicos tratan de imitar los modos del gordito, calvo, cuatro ojos con aceptables resultados, como Ayuso y Almeida, y desastres bufos, como Rajoy y Feijóo.

Las políticas económicas, laborales, sociales y culturales del Partido Popular son de sobra conocidas por una ciudadanía que las ha sufrido, las sufre y parece persistir en volverlas a sufrir: más impuestos, recortes en derechos, privatizaciones, precariedad, bajos salarios, bajas pensiones… Ante esta realidad, la derecha recurre a sus puntales populistas: terorrismo (dejó de existir con Zapatero), independentismo (reavivado por PP y Vox), fobias (migrantes, LGTBI, mujeres…) y bandera (otra vez excluyente, de nuevo franquista).

Nunca se sabe a qué tienen más apego voceros, partido, militancia y electorado, si al bulo, a la manipulación o al odio. La deriva radical del PP parece no tener freno, impulsada por un peligroso populismo trumpista en el que no caben ni la Democracia ni la Libertad, y mucho menos valores como la Igualdad, la Solidaridad o la Justicia. Es muy peligroso que un partido corrupto, clasista y contrario a la convivencia pacífica acceda al poder, como se está viendo allá donde gobierna en España y se vio cuando gobernaron Aznar y Rajoy.

El obeso, alopécico y miope vocero de exrema derecha se ha descolgado defendiendo a capa y espada la necesidad de que el Estado secuestre, asesine y entierre en cal viva a ciudadanos españoles. El mismo personaje, el mismo día, justifica a calzón quitado la necesidad de que el Estado utilice el lawfare (cuya existencia niegan), la Policía y la Guardia Civil para espiar y fabricar pruebas falsas contra legítimos representantes de la ciudadanía, alterando así la Democracia y atentado contra la Libertad, como en una dictadura.

Esa lumbrera ventruda, glabra, cegarra y de neuronas tullidas está autorizada a expresar el ideario de la extrema derecha de Vox y de la parte radical del PP que ha eliminado toda moderación en el otro con gafas, más delgado, con pelo y amigo del narco. Y está autorizada porque lo hace desde la tribuna de ABC en forma de columna incendiaria. Es una suerte que no ocupe escaño, pero tiene todo el apoyo de dos formaciones políticas que, por pensar lo mismo, no lo desmienten y aplauden, unos en público y los otros en la intimidad.

Tienen de quien aprender Tellado, Semper y Gamarra, tanto de este energúmeno como de otros esperpentos periodísticos tipo Losantos, Tertsch (as de copas con escaño en Bruselas) o engendros tipo Javier Negre, Cristina Seguí o Alvise Pérez. Nada sale gratis y los medios donde colaboran éstas y otras vergüenzas periodísticas son asiduos receptores de dinero público procedente de instituciones gobernadas por el PP y, con seguridad, de algún que otro sobre corrupto y corruptor. Así es este país, y puede empeorar.

PePé caca

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Una palabra, una sola, puede bastar para construir un relato eficiente de la realidad o lo contrario. Las palabras adquieren vida propia una vez pronunciadas y se acomodan con valores diferentes en cada pabellón auditivo, trazando audaces fronteras entre lo dicho y lo escuchado. Es tal la autonomía de las palabras que suelen evocar realidades más allá de la voluntad de quien las pronuncia, lo que se conoce como desliz freudiano o acto fallido.

La oratoria es una herramienta manejada de forma muy deficiente por la actual clase política, acaso con alguna excepción a la que cada cual puede poner rostro y prosodia a gusto. Es dominante el discurso trabado con altas dosis de improvisación, visceralidad, vulgaridad y apabullante mediocridad, características anexas al trasfondo político que se pretende transmitir. Dado que la práctica política en este país es sucia, zafia y ramplona, no cabe esperar brillantez o excelencia verbal.

El Partido Popular parece no hallar fondo para sus asociales políticas, su corruptible aptitud, su nostalgia ideológica, ni, en consecuencia, para sus modos comunicativos. El innovador método de la comparecencia en plasma o la rueda de prensa sin preguntas, podrían atribuirse a la conciencia de que su silencio es mejor que sus palabras y éstas mejores que sus hechos. Cuando ha renunciado al plasma y admitido preguntas, los oídos ciudadanos se han saturado de mentiras, demagogia, estulticia o amenazas.

Si alguien pensó que las bocas de Floriano, González Pons, Alonso o Pujalte –escuela Miguel Ángel Rodríguez– habían alcanzado las más altas cotas de la miseria comunicativa, dese por equivocado. Dotado de una contrastada capacidad para empeorar cualquier cosa que toca, Rajoy ha colocado a Rafael Hernando en el alminar desde donde ha de salmodiar a sus fieles con sus gestas y las miserias del adversario.

No ha podido tener mejor debut Hernando como portavoz parlamentario y –tres días después de ser nombrado– su boca, sus palabras, han sido judicialmente condenadas. Casi a la par, ha dado una lección del noble arte de matar al mensajero responsabilizando a Jesús Cintora del descontento ciudadano hacia su partido. Y sin cumplir la semana, su delicada boquita ha dedicado a Podemos la tierna insinuación de que están llenos de caca, desliz freudiano de un contumaz charlatán.

Caca. Hernando ha dicho caca. ¿Para no herir la sensibilidad de la audiencia?, ¿para no parecer grosero?, ¿para adaptarse a los jóvenes oídos del votante de Podemos?. Sólo él puede saberlo, o no. Alguien podría identificar la caca salida de su boca con un acto fallido, una traición neuronal, un desbarre emocional. En su boca, la caca es el reconocimiento en la estructura superficial de las ingentes cantidades de excreciones, detritos, heces y purines de su partido que subyacen en la estructura profunda de su enunciado, según explican Noam Chomsky y la gramática generativa.

Antes de que Pablo Iglesias respondiera, la caca se había vuelto como mierda hacia el Partido Popular en el imaginario colectivo y en la realidad ciudadana. No están dispuestos, ni Hernando ni su partido, a ceder un ápice en la soberanía estercolera que disputan desde hace décadas al PSOE. No es una cuestión de palabras, sino de hechos. Tanto las unas como los otros, hoy, en el gobierno y el PP, son una auténtica, hedionda y descomunal mierda.

Mariano Vidriera Rajoy

transparencia

Ignoro qué tipo de pócima, qué mágico bebedizo, le han hecho tomar secretamente al presidente de mi país para que, como sucedió al Licenciado Vidriera de Cervantes, se vea él todo transparente. Sospecho que la redoma ha pasado de boca en boca por todos y cada uno de los miembros del gobierno y de la plana mayor del Partido Popular. Su pretendida lucha contra la opacidad y la corrupción me hacen sospechar que el seso ha huido de sus cabezas, que ha desertado la razón de esa banda dándola por imposible.

Pocos días ha necesitado el gobierno Rajoy para pintar de negro los pocos cristales diáfanos que aún quedaban en su España de miedo y oscuridad. Mariano Vidriera insiste en que una capa de negro es el remedio para que la luz entre a raudales en las tinieblas institucionales donde sólo él y los suyos se desenvuelven como vampiros en noche cerrada. Creo que no soy la única persona que percibe cierta insania o perversidad en la conducta del presidente, su gobierno y su partido.

Cospedal, Santamaría, Floriano y todas las voces autorizadas por Génova y Moncloa espetan a la ciudadanía que son paladines de la transparencia y campeones anticorrupción. Se sienten Vidrieras y son percibidos por la calle como los falaces charlatanes que son. Los Vidrieras han rechazado que se investigue en el Parlamento el pufo de Bankia, cuyo rescate se ha llevado por delante la sanidad y la educación, y los casos de corrupción porque “no es el momento”. Para ellos, es el momento de la opacidad, de la oscuridad, de la mentira, de volcar la responsabilidad en Zapatero, de la impunidad.

Mariano Vidriera ha conseguido correr una segunda cortina tupida sobre la inmundicia corrupta que se mueve en su partido evacuando de la Gürtel al juez Ruz. La primera cortina la corrieron apartando al juez Garzón del caso por unas ilegales escuchas telefónicas que ahora legalizan, como si de la dictadura china se tratara, sin permiso del juez. Vidriera el transparente, el de los discos duros borrados y los registros de entrada perdidos, no debe seguir al frente de un gobierno con el que tapa las miserias, y los delitos, de su partido y –quién sabe– de sí mismo.

La visita a China le ha servido también a Vidriera Rajoy para aplicar en España los dictatoriales métodos de control informativo y dificultar, mediante la Ley de la Propiedad Intelectual, el acceso de los españoles a la prensa en internet. Portales de agregadores de noticias (Google o Menéame) son víctimas de la LPI, al igual que las libertades de prensa, de empresa, de competencia o la innovación, como acertadamente expone Arsenio Escolar.

El presidente Vidriera, consciente de que sus medidas no son en absoluto populistas (DRAE: “perteneciente o relativo al pueblo”), siente miedo ante su destino electoral y lo combate con pánico, con la Ley Mordaza. Tras el Día de los Derechos Humanos, el católico Fernández Díaz ha aprobado una inhumana ley para castigar la defensa de los derechos cívicos. Desde hoy, en España, se ha perdido lo más transparente de una democracia: la libertad de pensamiento y expresión.

El aparatoso Portal de la Transparencia, inaugurado con confetis verbales y mediática parafernalia, nace tarde y tullido. El portal se queda en anécdota comparado con la transparencia ofrecida por Wikileaks y Edward Snowden y perseguida por la derecha mundial. En un ejercicio de suma transparencia, Mariano Vidriera se ha atrevido a anunciar a los parados, a los desahuciados, a los dependientes, a los mal asalariados que la crisis, su crisis, ha terminado.

Posado veraniego de Rajoy

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Ante todo, felices vacaciones, señor Rajoy. Felices vacaciones para usted y los suyos que son de los pocos españoles que pueden disfrutarlas. No se corte; descansen usted, su conciencia y su tijera, y póngase moreno como Carlos Floriano o Ana Mato para decirnos que todo va viento en popa, mejor de lo que tenían planeado. Por nosotros, el pueblo castigado, no se preocupe porque estamos negros a pesar de no poder, como ustedes, arrimarnos al sol que más calienta.

Nos alegra el verano oírle decir que todo va bien y que nos estamos recuperando. Sus palabras son un bálsamo que disuade de coger una patera y afrontar el océano de la desesperación para mendigar un mendrugo en algún país sobrado de pan y falto de esclavos. Creer en su palabra, presidente, exige la ceguera de la fe o el temor al castigo divino y usted, para cerrar ojos e infundir miedo, está más que capacitado.

Prometió crear puestos de trabajo y ha cumplido, aunque no dijo que lo haría cubriendo los puestos destruidos por su reforma laboral para aumentar la riqueza del empleador diezmando el poder adquisitivo del trabajador. Las ofertas de trabajo nos aturden por su cantidad, su calidad y la frecuencia con que hemos de recurrir a ellas. Hay quien, con suerte, entra y sale varias veces al mes del mercado de trabajo sin apenas ganar 400 €.

El PIB sube y la economía crece, nos dice, pero los bolsillos opinan lo contrario. Usted miente poco, porque poco habla, y hemos llegado a la conclusión de que somos brutos para entender lo del producto interior y que la economía creciente es la de los Botín y Rosell que le ríen la gracia al ver los salarios y derechos menguantes del resto de los españoles. Para usted la cosa va como un tiro… que los suyos disparan y nuestras vidas encajan.

Le aconsejo que, antes del baño, guarde dos horas de secano para que no se le corte la digestión a usted que come. Para nosotros no es problema, no se preocupe, porque nos entra tan poco en la boca que apenas afecta a la función digestiva. La deuda externa de un billón de euros –casi el 100% del PIB– sí que nos corta la respiración y es un lastre que arrastra al fondo del mar, donde los hilillos de plastilina, al más avezado nadador.

Le hemos visto con capucha, apropiada para el chirimiri o el frío, y nos ha preocupado que algún esbirro de Fernández Díaz le pudiera aplicar su Ley de Seguridad Ciudadana. La inquietud desapareció al ver a Feijóo y sus gaviotas ofreciéndole la embajada vitalicia del Camino de Santiago porque es usted el mejor gallego de la historia, una hereje desconsideración hacia sus mentores políticos don Manuel Fraga y Francisco Franco, verdugos, como usted a su manera, de la democracia.

Señor Rajoy, presidente y desgracia de España, disfrute sus vacaciones y hágalas indefinidas. Nosotros, el pueblo por usted sacrificado, lo merecemos. Puede alternar la maravillosa Galicia con su clima inestable y veranear en Canarias, en el hotel ilegal donde lo hace el ministro Soria, antes de que el chapapote de Repsol lo desaconseje. También puede hacerlo en el hotel El Algarrobico de Almería subvencionado por Aznar y Rodrigo Rato con 2,8 millones de euros. En cualquier caso, controle sus gastos: ya no es lo mismo con Bárcenas a la sombra y los sobres no son eternos.

La España bolivariana de Rajoy

elPerich

Jugar con el lenguaje es peligroso y utilizarlo como arma puede ser contraproducente. En España, el Partido Popular habla de dictadura con preocupante ligereza y hasta se permite desligar al franquismo de su siniestro significado. A nada que alguien se muestra contrario a su pensamiento, proceden a la yerra y le aplican la palabra “dictadura” con verbo incandescente, a ser posible en la frente. Para el PP, medio país es ETA y el otro medio bolivariano.

Los fantasmas de la dictadura y el terrorismo son sus cebos preferidos para sacar del pantano político y social a cualquier especie que perturbe el ecosistema de carroñeras gaviotas y puños con agostadas rosas. Como en una dictadura, han sacralizado el pensamiento neoliberal y presentan como enemigo del régimen todo disenso, duda, o discrepancia. Floriano, Santamaría o Aguirre producen dentera intelectual al pronunciar la palabra porque suena a ellos mismos.

En la España bolivariana de Rajoy, se ha subrogado el interés general al particular de las élites dominantes. Parte del pueblo pasa hambre, aun disponiendo de trabajo, porque la mafia energética, la del ladrillo y la bancaria, extraen de su bolsillo más dinero del que la patronal está dispuesta a pagar por un trabajo. La diferencia con Cuba o Venezuela es que allí las tiendas están vacías, no como aquí, que se pasa hambre estando llenas. Una dictadura es, para ellos, un escaparate vacío.

En la España bolivariana de Rajoy, un militar accede a la jefatura del estado sin consultar al pueblo, por vía consanguínea, recibiéndola de su militar padre que la heredó de un sanguinario general. La notable diferencia con la dictadura cubana es que Castro derrocó al dictador Batista con el apoyo del pueblo y Franco aniquiló la democracia republicana con el apoyo de las élites que aún exprimen a España. Una dictadura es, para ellos, un barbado militar sin cetro ni corona.

En la España bolivariana, el gobierno ha secuestrado los medios de comunicación públicos por decreto, se censuran simples y jocosas viñetas (El Jueves) o no se publican (Huffingnton Post). La televisión bolivariana española es un duopolio en manos amigas del poder y en prensa y radio el libro de estilo lo escriben los grandes anunciantes con silencio y manipulación a la medida justa de sus intereses. Una dictadura es, para ellos, la voz de su amo si no es liberal.

La España bolivariana reprime con dureza la disidencia, la exhibición de símbolos estigmatizados y encarcela a manifestantes y sindicalistas. Su bolivariano ministro del interior persigue policial y judicialmente a desafectos en las redes sociales. La policía bolivariana española hace muescas en las escopetas, por cada ojo vaciado y testículo reventado, y en las porras, por cada brecha abierta, por cada cuerpo golpeado. Una dictadura es, para ellos, un estado policial sin dios que lo mande.

La España bolivariana no aparece, como Venezuela, en los informes de la ONU entre los países que más han reducido la pobreza y la desigualdad y tampoco, como Cuba, está libre de desnutrición infantil según ha certificado Unicef. La España bolivariana es el país de la OCDE donde más ha aumentado la desigualdad social y 2.306.000 niños padecen pobreza y malnutrición. Una dictadura es, para ellos, negar a la infancia hambrienta la ilusión de un McDonald’s.

La España del Partido Bolivariano Popular empeorará a nada que la condesa lideresa se haga con el poder. Ella condena las dictaduras que tan bien conoce por comerciar con ellas su bolivariano partido.